Capítulo 1: No Te Acerques A Allí

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Despertó de un brinco, un fuerte estruendo retumbó hasta las bisagras de las ventanas. Miró el reloj digital que había sobre su mesita de noche para darse cuenta de que sólo eran las 2:46 a.m. y decidió investigar qué había sido ese golpe. Temerosa por lo que podría ver, Solanch se atrevió a salir de su habitación, sentía curiosidad de saber qué había quebrantado su apacible sueño. Su cuarto estaba en en el segundo piso de la casa; ella abrió lentamente la puerta y echó un corto vistazo al pasillo, donde solo había oscuridad y una puerta que llevaba al baño de la casa; y si ahí no había nada, entonces tocaría revisar abajo. Se dispuso a bajar las escaleras muy despacio para no emitir sonidos fuertes, en cambio, apenas puso un pie en el escalón para bajar, volvió a rugir el estruendo. De sólo escucharlo se asustó y bajó las escaleras corriendo. Estando ya en el salón, miró a su alrededor. Todas las luces estaban apagadas, pero la puerta de la calle estaba abierta y su madre estaba parada allí como una estatua, perpleja, mirando hacia afuera. Solanch se dirigió rumbo a la puerta con la intención de preguntarle a su madre si había escuchado el fuerte sonido; pero al llegar donde su madre, no le hizo falta preguntar...ni siquiera le salían las palabras. Solo se quedó mirando lo que estaba aconteciendo en su barrio.

Había una familia nueva en el barrio, recién se estaban mudando y los muebles al caer del camión de la mudanza provocaban los golpes que despertaron a Solanch. Eran ya las 03:00 a.m. y parecía que eran las 8 de la noche, el vecindario entero estaba presenciando la llegada de los nuevos vecinos. Los próximos inquilinos de la casa era una familia muy bien acomodada: un hombre de negocios de unos 40 años aproximadamente al igual que su esposa, toda una dama y mujer de mucho glamour; su hijo mayor Bryan, quien tenía 20 años ; y su hijo menor Alex, que tenía 18 años. En el momento de la mudanza ninguno de los hijos estaban presentes, sólo el señor y su esposa, quienes lo habían organizado todo. Solanch al haber matado ya su curiosidad dijo lanzando un bostezo:

- Bueno, ooaahhh, me voy a dormir ya. Buenas noches mamá. - Le dio un beso en el hombro a su madre y se dirigió a su habitación.

La ventana de la habitación de Solanch daba directo a su patio, el cual quedaba separado del patio de la otra casa, únicamente por una cerca. Ella se paró justo frente a la ventana para cerrarla e irse a dormir, pero vio un detalle en el patio de la casa de al lado que los otros vecinos tenían. Había una perra pastor alemán custodiando el terreno. La chica se quedó como de hielo al ver a la perra, era hermosa; pero el animal volteó su cabeza y la miró fijo a los ojos. En ese instante rápidamente Solanch cerró la ventana y se acostó en la cama de un brinco. Después de 3 minutos la muchacha estaba casi dormida, y cuando estaba casi en el sueño, sintió un temblor en su casa que sacudió el polvo del techo. Sólo sintió a su madre gritando y bajó corriendo a ver qué ocurría. Bajó la escalera y al girar a la izquierda entró a la cocina. Sus oscuros ojos marrones debían estar engañándola, o era que todavía estaba dormida, sencillamente no lo podía creer. A través del gigante hueco abierto en la pared de su cocina, vio cómo su madre discutía a gritos con el nuevo vecino. Parecía como si hubiesen intentado demoler la cocina y hubiesen abierto el agujero de 2 metros de largo en la pared. Realmente una máquina de demolición había llegado solo con el fin de destruir la chimenea de la casa de al lado porque al señor de negocios no le gustaban las chimeneas, pero de un momento a otro la bola de derribo tomó demasiado impulso y acabó por impactar en la pared de la cocina de la casa de Solanch y su madre Nora. Mientras la chica trataba de calmar a su madre, que seguía gritándole al vecino, el mismo le decía que lo arreglaría y lo pagaría pero Nora no escuchaba. Por fin Solanch terminó calmando a su madre y ésta aceptó que el señor pagaría la obra de construcción y arreglaría el gigantesco agujero en su pared. El hombre agradeció a Solanch por haber logrado apaciguar a su madre y por aceptar su oferta. Pero Nora rápidamente entró a su casa con Solanch y se sentó en la cocina con ella.

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