"When I'm with you, hell feels like heaven"
Sobrevivir a un apocalipsis ya es difícil sin tener que preocuparse de romances adolescentes, pero, ¡oh sorpresa! Ariadne Jones se enamoró de Carl Grimes.
Ahora tiene que sobrevivir el fin del mundo y al b...
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Carl y yo estábamos alimentando a las gallinas de Hershel mientras que Lori supervisaba.
Disfrutaba estas pequeñas actividades que nos asignaban, me hacían sentir un poco de normalidad, algo que era muy inusual en el nuevo mundo. Sabía que Carl intentaba gozar de ellas al igual que yo, y a veces lo hacía, especialmente cuando su madre nos acompañaba, pero lo que él quería era enfrentar caminantes. Carlitos quería ser valiente, o al menos aparentarlo, y alimentar gallinas o rellenar cubetas de agua no iba a ayudarle en eso.
—¿Que opinan de los bebés?—preguntó Lori, algo que me tomó de sorpresa ya que, si bien es cierto siempre intentaba ser amable conmigo, nunca parecía querer conversar o conectar con otro niño que no sea su hijo. Lori me agradaba, sin embargo, siempre estaba muy ocupada con sus propios problemas para socializar con las personas del campamento, especialmente desde que llegamos a la granja.
—Los amo, son una ternura—le respondí a la castaña, está me dedicó una sonrisa y siguió con su trabajo—¿Tu que crees, Carl?—le pregunté.
Este encogió los hombros—No lo sé, son bonitos pero hoy en día terminarían siendo caminantes.
Lori prácticamente se puso pálida, la respuesta de su hijo no le había gustado para nada. Por lo que había observado, Lori intentaba mantener la inocencia de Carl, sin embargo, este la iba perdiendo cada vez más rápido, y en contra de sus gustos, cada vez se volvía más frío.
La verdad es que yo tampoco quería que Carl creciera, porque eso significaba que yo tenía que crecer junto a él y exponerme a los peligros del mundo, algo que había estado evitando desde que la pandemia comenzó.
Mis padres no se preocupaban tanto, en el tema de la inocencia, como Lori. Quizá era porque mi papá era militar y le habían enseñado a ser distante, frío y cortante, o simplemente porque la inocencia de sus hijas era la última de sus preocupaciones en el apocalipsis.
—¿Estarían dispuestos a cuidar de uno?—Habló Lori—¿De un bebé recién nacido?—repitió, y algo en su mirada me decía que había seriedad en su pregunta.
—Quizá, solo si tengo ayuda—dijo Carl y me observó, sonriéndome.
Le saqué la lengua y le tiré un par de semillas, este devolvió el gesto y pronto el lugar se había vuelto un campo de guerra de semillas, Lori metida en el medio intentando parar nuestra pelea.
Los tres reímos a carcajadas y luego fuimos acompañados por Lori para darnos un baño, pues el césped y suciedad del recinto se había plasmado en nuestra ropa.
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—No entiendo a Nick—le dije a Dale mientras caminábamos.
Dale había estado de guardia y yo quería salir a jugar, por lo que, al verme rondando por el campo decidió pasear conmigo.
