"When I'm with you, hell feels like heaven"
Sobrevivir a un apocalipsis ya es difícil sin tener que preocuparse de romances adolescentes, pero, ¡oh sorpresa! Ariadne Jones se enamoró de Carl Grimes.
Ahora tiene que sobrevivir el fin del mundo y al b...
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Carl había mejorado.
Hershel le dió de alta unos días antes, sin embargo, hasta ahora no habíamos tenido la oportunidad de hablar, pues el menor se sentía deprimido ya que no podía ayudar en la búsqueda de Sophia. Además, tampoco podía correr, saltar, o hacer alguna actividad física, por lo que se sentía inútil.
Debido a su estado de ánimo, apenas salía de su habitación, y las pocas veces que lo hacía era para practicar con mi cuchillo a escondidas.
La palabra "aburrida" ya no alcanzaba para describir lo que sentía. Era un sentimiento horrible, era como estar vacía pero igual sentir todo. Ni si quiera estaba deprimida, simplemente no tenía nada que hacer.
Como dijo Dale en el campamento: "a veces las palabras no son suficientes."
—Voy al pueblo, regreso en media hora—habló Maggie a lo lejos. Me acerqué discretamente, pues salir a pasear sonaba como una actividad divertida, además la mujer ya había aclarado que el pueblo cercano a la granja no tenía ningún caminante, por lo que era seguro.
—¡Maggie, espera!—grité mientras corría para alcanzarla—¿Te puedo acompañar?
Esta paró su caballo y bajó la cabeza para observarme, dudó unos segundos, sin embargo, finalmente aceptó.
Me subí al caballo y me agarré fuertemente de la cintura de Maggie, pues esa era la primera vez que montaba uno.
—Tienes que seguir mis tres reglas—habló esta mientras nos adentrábamos a la carretera—No te alejes de mi, no hagas algo que pueda ponernos en peligro y si ves un caminante, grita.
Asentí ante las condiciones y disfruté del paseo, admirando el paisaje.
Nunca había entendido eso del calentamiento global, que yo sepa los globos no estaban calientes, sin embargo, todos los adultos lo hacían parecer un gran problema que afectaba la naturaleza, por lo que sabía que era importante. En ese paseo, pude entender a lo que se referían. La naturaleza se veía más hermosa que nunca, y el cielo estaba despejado, como si fuera salido de una película.
En la ciudad, el cielo estaba lleno de humo y lo único que llenaba mis oídos eran las alarmas de los carros, que sonaban cada cinco minutos debido a la cantidad de crimen que había.
—llegamos—advirtió Maggie mientras bajaba del animal. Esta me sostuvo de la cintura y me elevó ligeramente, bajándome del caballo.