Regulus obligó a Sirius a detenerse unos minutos a la entrada de su casa antes de pasar al interior. Necesitaba tranquilizarse y dejar de llorar antes de ver a Lupin, de lo contrario moriría de vergüenza.
Sirius abrió la puerta y el chico ni si quiera se molestó en levantar la cabeza del libro para saludarlos. Estaba tumbado a lo largo del sofá, usando unas gafas de leer y ropa que dejaba ver sus cicatrices. Había dejado de controlarlo en algún punto y ahora solo las dejaba estar.
-Hola-.
Saludó Regulus tratando de controlar lo mal que se sentía. Remus lo ignoró. Levantó la mirada de su libro para ver directamente a Sirius con una mueca de... cansancio. No quería tener a ese chico ahí y se lo había dicho antes de que lo trajera.
No le gustaba Regulus, nunca le había gustado. Sabía lo suficiente de él como para despreciarlo gracias a lo que Sirius le había contado sobre la infancia de ambos. Regulus era sectario y supremacista. No quería a ese chico cerca y menos aún con todo lo que estaba pasando.
Sirius se acercó por detrás a Remus y dejó un apretón suave en sus hombros, el chico estaba descansando porque no se encontraba en su mejor momento físico. Su salud era complicada y todavía no encontraban una cura efectiva para la licantropía.
-Sé amable-.
Pidió Sirius después de dejar un beso en su mejilla. Remus rodó los ojos con molestia y se sentó con cuidado en el sofá.
-Vas emporrado y no compartes-.
Lo acusó, exteniendo la mano para que Sirius le diera lo que llevaba encima. Qué cabronazo.
-Pensaba que no teníamos secretos, Sirius-.
Bromeó Remus y Sirius frunció un poco el ceño, no le dio nada, tampoco tenía más encima.
-Yo también, Moony-.
Pero él no bromeaba. Regulus notó al momento que algo no iba bien entre ellos, sin embargo Remus parecía ignorarlo mientras que Sirius se notaba inquieto, más de lo habitual. Regulus podía verlo dudar desde fuera sobre algo que no conocía.
No pensó más en ello. No le gustaba sobreanalizar las cosas y tal vez había sido un comentario aislado que él no entendía. Quizá una pulla entre ambos. Quizá Remus había sido infiel, ¿Quién sabe?.
Los observó un poco más. Remus estaba en la mierda. Regulus lo vio tratar de levantarse y fallar. No se había parado a pensar lo suficiente en su existencia como para comprender lo que estaba pasando. Tal vez tenía una enfermedad muggle por ser mestizo, o algo así. Le preguntaría a Severus cuando volviera a casa.
-¿Necesitas ayuda?-.
Remus lo ignoró. Tenía orgullo y disimulaba su vergüenza mucho mejor que Regulus.
-¿Al final va a venir James?-.
Preguntó en un tono más alto de lo normal a Sirius, que ahora estaba en la cocina calentando algo precocinado para cenar. El chico pensó unos segundos, cada vez se estaba molestando menos en hacer las mentiras realistas. Quería que Remus supiera que él ya lo sabía. Quería poder gritarle que era un traidor y que lo odiaba. Aunque no lo hacía. Aún sabiendo que Remus estaba traicionando a James y a su hijo no podía odiarlo.
Ni si quiera quería golpearlo, y se odiaba por ello. Esperaba impaciente que Dumbledore dijera que James y Lily estaban a salvo o algo así para poder enfrentarse a Remus de una vez.
-No. Ha decidido ir a comprar un pez de colores para Harry. Para cuando nazca :)-.
Remus miró a la pared unos segundos y asintió. Sabía que algo pasaba y no tenía fuerzas para ponerse a pensar en ello. Si Sirius quería ser un imbécil lo dejaría serlo libremente, de todas formas no notaría la diferencia.
-¿Podemos nosotros tener uno también?, lo podemos llamar James II, ya que James I hace como un mes que ha dejado de venir a visitarnos-.
Quería que Sirius notara que estaba consciente de que le ocultaban algo, pero tampoco quería pelear. Quería hacerle saber que sabía que tenía un secreto, pero a su vez que no estaba tan interesado en ello como para discutirlo. Mantenerse en su línea de personalidad pasivo-agresiva. Era un controlador desinteresado, si es que ambas cosas podían coexistir.
Regulus había optado por sentarse en una sillón y fingir que no existía. Era bueno eso, había practicado cada verano. Se dedicaba a mirar a Remus con atención, siempre le había parecido un chico muy interesante, y por supuesto realmente atractivo. Quizá había tenido una pequeña fijación en él durante su primer año en Hogwarts, pero solo pensarlo ya le hacía sentirse terrible, porque después le había gustado James durante algunos años y eso le hacía parecer enfermizamente obsesionado con su hermano de alguna forma. Solo coincidió, eran los chicos más interesantes de todo Hogwarts, no tenía nada que ver con que estuvieran en la... pandilla de su hermano.
Y luego se juntó con Severus, que era el enemigo acérrimo de Sirius... pero no, realmente no tenía nada que ver con él. Fueron una serie de desafortunadss coincidencias.
Y que puede que a Regulus le atrajera cualquier chico que respirara cerca de él, no necesariamente de una forma sexual, solo necesitaba un mínimo de atención y estaría completamente perdido por la otra persona. Incluso llegó a sentirse atraído por Evan, era un caso sin remedio.
Sin embargo, aunque su estúpido cerebro fuera un promiscuo, él nunca había estado con nadie que no fuera Severus. Fue su primer novio y su primer beso, y su primer todo en realidad. Lo quería mucho aunque últimamente se estuviera comportando de forma cuestionable. Sin embargo estaba consciente de lo difícil de manejar que él mismo era, debía ser cansado y Severus parecía hacer grandes esfuerzos por sobrellevarlo.
-Reggie, ¿Te gusta la pizza?-.
Preguntó Sirius saliendo desde la cocina y Regulus negó. En realidad no lo sabía, pero no le apetecía mucho probar comida muggle en ese momento. Ya estaba lo suficientemente fuera de su zona de confort.
-Bueno, pues resulta que hay pizza-.
Que no hubiera salido como esperaba no hundió la moral de Sirius. Solo se rió un poco y puso la comida en la mesa frente al sofá para que Remus no tuviera que levantarse.
Comieron en un silencio incómodo durante un largo rato hasta que Sirius no tuvo más remedio que interrumpir. Odiaba el silencio, lo ponía histérico y Remus solía encontrar eso divertídismo. A veces solo dejaba de responderle para verlo entrar poco a poco en una espiral de histeria. Sirius era un ser humano peculiar y Remus solía buscar explicaciones a todas sus rarezas en los traumas de su infancia.
Justo por todo eso no tragaba a Regulus. Jugaba un papel importante en los traumas de la infancia de Sirius.
-¿Entonces, te quedas a dormir?-.
Regulus negó. Había comido un trozo de pizza y se sentía brutalmente asqueado. Los muggles no sabían hacer comida. Maldición, extrañaba demasiado a Kreacher.
-Llévame a casa, por favor-.
A Sirius le deprimió que sonara casi como una súplica. Lo hacía sentir como si lo hubiera secuestrado cuando solo quería pasar un rato con su hermano no-mortífago. No tuvo más remedio que devolverlo a Mordor cuando terminaron de cenar, con ese jodido vampiro supremacista y asqueroso.
Severus no pudo evitar mirar con burla a Regulus cuando llegó, adivinando que las cosas no habían ido genial. Se sintió inmediatamente culpable porque realmente lo quería y no soportaba que lo pasara mal, pero su odio por Sirius Black era algo contra lo que le resultaba casi imposible luchar.
Lo besó y lo acompañó al cuarto.
-Mañana va a ser un día largo-.
Barty ya le había escrito al Señor T sobre el interés de Regulus en volver a acercarse a los mortifagos, y ahora que necesitaban nuevos miembros Voldemort estuvo inmediatamente dispuesto a verlo en seguida. Se estaba haciendo con toda la familia Black y eso lo hacía inmensamente feliz, si es que podía sentir algo más que odio.
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Ambicioso. La Otra Cara De La Historia.
Fanfiction¿Por qué a nadie le gustan mis ships?, mis ships: La vida de Severus Snape es ligeramente diferente a cómo James Potter y Sirius Black siempre se hubieron imaginado. Inevitablemente se adentró en la oscura organización de los mortifagos, pero en el...