Cap 3. La profecía.

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Severus revisó las pociones que Regulus había estado haciendo por la mañana, corrigió un par de cosas, las etiquetó y empaquetó. Intentaría ir a entregarlas él, no quería forzar a Regulus a salir de casa hasta que no estuviera realmente preparado.

Regulus era una completa monada y se aprovechaba constantemente de eso. Pretty privilege. Era algo que sabían manejar bien los Black a su favor y con Severus funcionaba a la perfección.

Iba con toda la intención de echarle la bronca por haber dejado todo el "laboratorio " desordenado, pero sus planes se vieron frustrados cuando lo encontró leyendo en el sofá. Estaba usando la camiseta de Bowie que Sev utilizó esa misma mañana. Regulus la había robado para sí mismo, y aunque Severus era probablemente igual de delgado, era sin embargo bastante más alto que el pequeño Black, por lo que le quedaba de camisón.

A Severus se le escapó una sonrisa después de observarlo en silencio por unos segundos. Estaba usando calcetines desparejados, diferentes. No había visto a Regulus jamás usar el mismo par de calcetines. Severus no sabía si es que no era capaz de encontrar las parejas o simplemente no podía elegir cuáles prefería usar.

Regulus era un tipo raro.

Sev se sentó a su lado y cotilleó un poco lo que estaba leyendo. Se le escapó la risa cuando se dio cuenta de que era un libro muggle, Orgullo y Prejuicio para ser más exactos. Regulus le dio con todo el libro en el brazo, indignado.

Se asustó un poco cuando Severus sobre reaccionó por el dolor en su brazo, hasta que se dio cuenta de que no había sido él, sino la marca. Joder. Sev comprobó que llevaba todas las prendas de ropa puestas, dejó un beso en la cabeza de Regulus y se desapareció. El dolor que producía la marca cuando no acudías a la llamada del Señor Tenebroso era insoportable.

Aún con el estómago revuelto por la aparición tomó su lugar en la mesa, junto al Señor Oscuro. Odiaba ese lugar, hacía unos esfuerzos sobrehumanos en oclumancia para que el psicópata esquizofrénico que tenía al lado no pudiera utilizar la legeremancia en él. Prefería un millón de veces lidiar con James Potter, era sorprendentemente mucho menos agotador.

Lucius, Narcissa y Barty ya habían tomado sus lugares en la mesa. Severus no pudo evitar preguntarse qué demonios habrían hecho con el pequeño Draco mientras estaban reunidos. Tal vez ese tonto elfo doméstico, Dobby, se estaba encargando. Era insoportable, él y Severus no se caían nada bien mutuamente.

Voldemort les dio la "bienvenida" de una forma exagerada y tétrica como él sabía, para hacer todo más incómodo si acaso los saludó individualmente. Se ensañó con el pobre Lucius y cuando llegó a Severus solo recibió un "uhm" en respuesta. No se esperaban grandes cosas de él, se sentía un poco como un crío huérfano adoptado (por una asociación de homicidas). Hacía pociones de vez en cuando y había creado algún que otro hechizo para el Señor Oscuro. No mucho más, no le habían mandado cargarse a nadie.

Voldemort se levantó para recibir a la pareja que acababa de llegar. Orion... y Walburga Black. Severus entró en pánico silencioso y Voldy pareció notarlo. ¿En qué momento se habían hecho ellos mortifagos?. No recordaba haber estado presente en su... Iniciación o lo que fuera.

El señor Oscuro les mandó tomar asiento y explicó al resto sobre sus nuevos invitados, y próximamente compañeros. Aún no habían recibido la marca, pero lo harían. Severus consideró empezar a medicarse por la ansiedad, su vida no dejaba de ponerlo en situaciones complicadas y él ya sentía cómo sudaba y le dolía el estómago.

Casi se desmaya allí mismo cuando el Señor Voldy preguntó al matrimonio (de primos) por sus hijos. Walburga apartó la mirada, con asco, y Orión frunció los labios.

-No sabemos nada de ellos, Señor-.

Severus se removió incómodo en su lugar. Vivía con el hijo menor de esos señores desde hacía medio año.

-¿Sabes algo, Severus?-.

Preguntó Voldemort y el chico sintió cómo se le salía el corazón. Debió haber sido demasiado evidente. Estaba muy nervioso.

Le sostuvo la mirada, directamente a los ojos y asintió.

-Sirius Black es un borracho drogadicto que trata de triunfar en la música muggle. Lo sé porque le odio-.

Los Black no parecieron sorprendidos. Él Estaba informado sobre sus enemigos. Eso y que visitaban demasiado a Lily, había encontrado a esos imbéciles demasiadas veces en su propio barrio.

Voldemort sonrió un poco. Siempre le había agradado Severus. Era un muchacho peculiar.

-¿Algún otro enemigo que debamos conocer, joven Severus?-.

Al chico se le iluminaron los ojos. De hecho, sí.

-James Potter-.

Soltó al aire, por si alguien quería matarlo por él. Le estaba causando muchos problemas ese desgraciado.

-Un... Potter. Tomaremos nota-.

Bromeó y a Severus le pareció espeluznante. Definitivamente prefería cuando gritaba colérico que cuando... solo bromeaba.

El resto de la reunión se discutió sobre la profecía. Severus quiso suicidarse allí mismo cuando le pidieron a él, que la había escuchado de primera mano, que la repitiera. Sabía que no era una buena persona, pero se estaba sintiendo como el peor ser humano sobre la faz de la tierra.

A saber a qué pareja de emabrazados estaba metiendo en problemas.

Tuvo un ataque de ansiedad cuando se empezó a hablar sobre matar al bebé, pero todo se volvió mucho peor cuando el cabronazo de Lucius Malfoy confesó que Lily Evans y James Potter iban a tener un crío próximamente.

Quería negarlo, interrumpir y decir que solo eran chorradas. Que Lily no tenía ningún crío y de tenerlo era una completa locura asesinarlo. Pero no se atrevió. Lucius parecía realmente convencido de que los Potter iban a tenerlo. ¿Pero cómo era posible?, ¿Hacía tanto que no veía a Lily cómo para no haber notado que estaba embarazada?

Miró con todo el odio que fue capaz de reunir a su mejor amigo, Lucius. ¿Por qué no se lo había dicho antes a él?. Era un traidor, sabía lo mucho que Lily le importaba y la estaba vendiendo al Señor Oscuro. ¡Regalándola al Señor Oscuro!

Narcissa le dedicó una mirada de lástima a Severus. Había estado discutiendo con Lucius sobre si debería o no darle esa información a Voldemort, pero Malfoy era imposible convencer, era terco y egoísta. Y la posible muerte de una sangresucia y su bebé no le suponía ningún problema, ni si quiera cuando hacía a penas unos meses que ellos habían tenido su propio bebé.



Sev rompió a llorar en cuanto llegó a casa. Se odiaba. Tuvo una pequeña escena autodestructiva y Regulus se asustó demasiado. Por eso odiaba a los mortifagos, siempre jodían tanto a Severus que volvía hecho una mierda.

Regulus inevitablemente se puso a llorar también, estaba muy nervioso y no tenía las herramientas emocionales como para consolar a alguien más que aseguraba querer morirse porque había hecho algo terrible.

-Tienes que hablar con Dumbledore-.

¿Qué?. Eso desubicó completamente a Severus. Dejó de llorar para prestarle toda su atención al chico.

-Él es el único que puede solucionarlo. Tienes que contarle lo que hiciste-.

Para salvar al crío de Lily y el mejor amigo de su hermano. Severus empezó a temblar, como un flan. Regulus tenía toda la razón, pero no tenía el valor de ir a suplicarle a Dumbledore y confesar lo que hizo y... que era un mortifago.

Sabía que el plan de Lucius era asegurar que estaba bajo la maldición Imperio si lo atrapaban en algún momento, pero si él le confesaba a Dumbledore... estaba claro que había participado en todo esto voluntariamente.

Regulus miró a su novio durante unos segundos en silencio. Tomó la decisión por él y fue a por un pergamino para comenzar a escribir una carta a Dumbledore en nombre de Severus. La ató a la lechuza de Sev y la mandó dirección a Hogwarts. Era lo correcto.

Aunque Regulus fuera un slytherin joven y egoísta tenía claro el sentido de justicia.





Ambicioso. La Otra Cara De La Historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora