Cap 18. Godric's Hollow

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31 de Octubre.

Los Potter habían decorado el interior de Godric's Hollow (no el exterior, seguían intentando no llamar demasiado la atención) para celebrar el primer Halloween de Harry.

Habían disfrazado al bebé de calabaza y James no soltaba la cámara ni un momento; Harry era el niño más bonito que había visto jamás. Tenía gracia porque había pensado lo mismo la primera vez que vio a Sirius, y de nuevo el año siguiente cuando conoció a su hermano pequeño. Pero ahora, ¡ja!. No eran solo los Black los que tenían buenos genes. Él y Lily habían... fabricado un bebé precioso, un Potter de ojos verdes y cabello negro azabache.

Sin embargo, aunque trataban desesperadamente por tener un buen ambiente familiar, de fiesta, no lo estaban consiguiendo del todo. Harry siempre era exageradamente tranquilo, pero incluso él debía sentir la tensión que había en la casa, pues no había prácticamente dejado de llorar desde que se despertó en la mañana.

Lily estaba especialmente agobiada porque James no se separaba de ellos ni un solo segundo, estaba segura de que le había dado más besos y abrazos en un solo día que desde que habían empezado a salir en Hogwarts.

Sobre las 8 de la tarde sonó el timbre de la casa, y James bajó las escaleras para abrir la puerta a quien adivinaba que sería un Sirius completamente alcoholizado y lloriqueando porque echaba de menos a cierto licántropo ex prometido. Lo que no esperaba de ninguna forma es que su mejor amigo tuviera más aspecto de Voldemort que de borracho depresivo.

Por supuesto cerrarle la puerta en la cara no detuvo al Señor Tenebroso de entrar. James Potter se maldijo así mismo por haber sido tan obvio y no haber fingido que él no era el tipo al que estaba buscando; hacerle creer que se había confundido de domicilio. Era un plan estúpido y arriesgado, pero de esos que funcionan y te dan el tiempo suficiente para huir.

Su siguiente fallo fue no haber llevado la varita consigo, no sintió la necesidad de tenerla encima para abrir la puerta. Eso era enteramente culpa de Sirius, que los había acostumbrado a aparecer en momentos aleatorios, lloriqueando y sin suponer una amenaza asesina. Lo intentaría en una clínica de desintoxicación si conseguía salir vivo de esta.

Por el momento todo lo que pudo hacer fue luchar con honor (pelear como muggle) contra el mago probablemente más poderoso del mundo. Le lanzó una de las sillas de madera de la cocina de Dumbledore, pero antes si quiera de poder saber si le había dado, el cadáver de James Potter caía al suelo después de un silencioso Avada Kedavra.

Para ser un mago tan reconocido durante sus años de Hogwarts su daño al enemigo no fue más significativo que el que podría haber causado una hormiga.

Ahora James Potter estaba muerto y ya nunca más tendría tiempo para ir a la universidad, o pasar la navidad con sus padres, disculparse con Remus, hablarle mal a su hijo de su futuro profesor de pociones o jugar Quidditch con su mejor amigo. Estaba muerto y ya no podía decirle a Lily de nuevo lo mucho que la amaba, o enseñar a Harry cómo era la vida fuera de Inglaterra, comprarle su primera escoba... nada. James Potter había dejado de existir para siempre.

El Señor Oscuro limpió la varita con asco en su túnica, como si la muerte de James Potter la hubiera ensuciado. No pudo evitar pensar en Severus y en lo agradecido que estaría el muchacho cuando supiera que se había desecho de ese enemigo que el chico había mencionado hacía unas reuniones atrás. Igualmente pensando en Severus, terminaba de subir las escaleras repitiéndose mentalmente que debía evitar matar a la sangresucia pelirroja como favor personal. Lucius se lo había pedido, suplicado, haciéndole saber que era una buena amiga de la infancia de Severus. Y aunque Voldemort no acostumbraba, ni acostumbraría, a cumplir ese tipo de caprichos, necesitaba mantener al personal tranquilo y contento.

Ambicioso. La Otra Cara De La Historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora