Cap 31. Quidditch.

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Harry pasó las siguientes semanas entrenando duro para poder jugar en el próximo partido de Gryffindor, que casualmente era contra Slytherin. Regulus no pudo contenerse y aunque era el slytherin más competitivo terminó dándole millones de consejos a su niño para que le fuera genial. Podía dejar de lado la rivalidad si era Harry de quien se trataba, quería que fuera tan buen jugador de Quidditch como él lo fue, o incluso mejor.

Harry también fue el orgullo de Sirius cuando recibió la noticia, y con algo de esfuerzo (pues no tenía acceso a la fortuna Black) le compró la mejor escoba del mercado. Remus no estuvo muy de acuerdo con esa decisión; pues no estaban genial de dienero, pero tampoco se opuso demasiado. Quería ver a Harry feliz.

Lo cierto era que la economía de esos dos era más que complicada. Remus no podía conseguir un trabajo digno porque pasaba casi todo el tiempo enfermo y estaba lleno de marcas, además de que por supuesto no podía desplazarse demasiado. Por su parte estaba haciendo de profesor particular a niños en la casa, ganaba algo de dinero para contribuir con los gastos del hogar y no le suponía un gran esfuerzo físico.

Sirius seguía tratando de dedicar su vida al rock pero ya tenía una edad y estaba apunto de darse por vencido y empezar una vida como bartender, lo que a Remus tampoco le hacía mucha gracia porque eso significaría que el chico estaría todo el tiempo rodeado de drogas y alcohol, y suficiente trabajo le estaba costando salir de ahí.

Remus se odiaba por no poder ser autosuficiente; era consciente de que si no tuviera amigos, o en este caso a Sirius, probablemente moriría de hambre y sería un sinhogar. Tenía una salud muy complicada y se planetaba el suicidio mucho más de lo que le gustaría hacerlo. Confiaba en que las cosas fueran a mejorar como Sirius decía y pronto encontraran una solución para la licantropía.

Quizá en unos años más...

Severus, por su parte, hizo algo de lo que no estaba especialmente orgulloso. Sabía que era el momento de Harry de ser el mejor estudiante de primero, el más popular. Pero no podía ver a Draco tan pequeño y tan triste. Simplemente sugirió al equipo de Quidditch de Slytherin, como Jefe de Casa, que quizá podría ser Malfoy un buen fichaje. Les comentó que él mismo lo había visto jugar, y teniendo en cuenta que McGonagall había metido a alguien de primero en su equipo quizá ellos podrían saltarse las normas también. Quizá les vendió a alguien más joven y pequeño como una ventaja.

Y a los Slytherin nada les ofendía más que fueran los Gryffindor quienes no obedecieran las normas en vez de ellos, por lo que no fue muy complicado que le ofrecieran a Draco un puesto.

Severus no se arrepintió de haberle quitado protagonismo a Harry cuando vio brillar los ojitos de Draco. Era su sueño... y eso al hombre le parecía más justo. Quería ver a ambos niños felices y disfrutar del colegio.

-Harry, no te lo vas a creer-.

Draco estaba muy emocionado. Su mamá le había enviado una cesta de manzanas y pastel de manza (preparado por Dobby, Narcissa era una aristócrata) por haber entrado en el equipo de Quidditch de Slytherin. Cissy se alegraba muchísimo de que le fuera bien a su pequeño dragón.

Lucius sin embargo le había enviado una carta... complicada. No lo había felicitado por entrar en el equipo y lo amenazaba con sacarlo él mismo si no mantenía sus notas perfectas como habían estado hasta ahora (por las cuales tampoco le felicitaba, pues era su obligación). Dejó muy claro que el Quidditch era una estupidez demasiado similar a los entretenimientos muggles y que estaba decepcionado porque aún después de entrar a la escuela siguiera con esos pasatiempos infantiles y ridículos. Le prohibió volver a mencionar el Quidditch en sus cartas. Únicamente quería saber cómo le iba en los estudios, porque la escuela estaba para formarlo como un buen mago y no para que se divirtiera.

Ambicioso. La Otra Cara De La Historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora