Severus y Regulus se instalaron en Hogwarts casi dos meses antes del comienzo de las clases. Dumbledore quería formarlos antes de que empezara el curso, no podía poner a cualquier idiota a dar clase en su escuela; la mejor y más segura del mundo.
Con Severus no había un gran problema, solo debía seguir el libro de pociones y procurar no perder los nervios tratando con los niños. Regulus sin embargo... Albus se negaba a darle un puesto como profesor, veía a ese chico completamente inútil e incapaz, eligió la biblioteca para él. Era un puesto sencillo y no requería de demasiada destreza social. Regulus estaba contentísimo, era todo un amante de la lectura y los espacios cerrados.
Severus sin embargo odiaba la idea, tanto la parte de dar esa materia como la de tratar con críos. Le molestaba demasiado el ruido y las preguntas estúpidas. Podía soportarlo en Regulus, porque el niño no sabía nada sobre cómo funcionaba el mundo y era demasiado guapo, pero no con el resto. Estaba demasiado irascible y solo llevaban allí un par de días, no iba a aguantar todo un curso.
Severus era ahora el jefe de casa, cosa a la que por supuesto se negó pero Dumbledore no le hizo ningún caso, parecía no haber otra opción. A Regulus eso pareció hacerle mucha gracia, especialmente llevándolo a un terreno sexual. Sev estaba harto, a él no le parecía en absoluto gracioso.
Tenían dos habitaciones en las mazmorras. La de Snape consistía en el despacho, igual que la del resto de profesores, con una puerta que separaba su cuarto, uno no demasiado grande pero suficiente para él y Regulus. Habían decidido que la habitación de Reg no la usarían, eran pareja y dormirían juntos como siempre, solo tenían que procurar que ningún alumno entrometido los viera.
O Filch. A Severus le preocupaba demasiado Filch por alguna razón que ni él mismo sabía. Ya durante sus años en Hogwarts les había hecho la vida complicada cuando trataban de... tener encuentros en los pasillos o la torre de astronomía. Eran adolescentes, y las habitaciones siempre estaban ocupadas. Ahora eran adultos, y Severus quería pensar que el celador no correría a chivarse a Dumbledore si los pillaba a él y Regulus besándose en algún lugar del castillo, aunque definitivamente no harían eso cuando empezara el curso, no fuera de la habitación.
Severus se detuvo en medio del pasillo cuando vio a Regulus acercarse a él con algo entre los brazos. Retrocedió un poco.
-¿Eso es...?-.
Entró en pánico absoluto, pero trató de no demostrarlo para que Regulus mantuviera la calma.
-Muy bien, Reggie, no te pongas nervioso y trata de dejar a la Señora Norris en el suelo-.
Ese animal era peligroso, un asesino. Una bestia dentro de Hogwarts. Severus había tenido una que otra mala experiencia con esa máquina de matar en el pasado.
Regulus abrazó contra él al gato aún más, evitando que se le escurriera.
-¿Por qué?, ella quiere estar conmigo, ¿Ves?-.
La zarandeó un poco, sin demasiado cuidado. Lo cierto era que el animal no parecía querer huir, lo que tenía completamente impresionado a Severus. Ese gato... era peligroso.
-Regulus, esa es la gata de Filch-.
El chico miró a Severus con cara de pocos amigos.
-Lo sé, Sev. Yo también estudié aquí durante siete años-.
Eso hizo cerrar la boca a Severus. Era cierto que a veces quizá podía haber alguna ocasión en la que tal vez tratara a Regulus como si pudiera si acaso ser ligeramente... tonto. Era el problema de creerse superior intelectualmente a los demás. A veces línea estaba poco definida y resultaba condescendiente. En el mal sentido.
Regulus besó la cabeza del gato y Severus pudo jurar que el animal estaba ronroneando. Quizá... Dumbledore lo había drogado durante el desayuno y ahora estaba teniendo alucionaciones.
Cuando Reggie trató de pasarle la gatita a Severus para que él también la cargara un rato, Sev y la Sra Norris se echaron hacia atrás, horrorizados. El animal se erizó y saltó de los brazos del chico, directo a buscar a Filch. No era nada amigable con las personas, excepto aparentemente con Regulus.
Puede que Severus perdiera momentáneamente el control y le dedicara unas palabras no muy agradables tanto a Regulus como al gato. Se asustó, no era bueno con los animales y le daban bastante miedo. Todo había ido a peor desde su pequeño accidente con la bestia de Remus Lupin.
Regulus solo se quedó callado y Severus rezó mentalmente porque no llorara. Sería la segunda vez en dos semanas que hacía llorar a Regulus por gritarle.
-¿Te... gustaría dar un paseo por el lago?-.
Le costó pronunciar todas y cada una de las palabras sin que sonara abrumadoramente falso, él no era ese tipo de persona, y mucho menos ese tipo de pareja, pero estaba seguro de que a ambos les sentaría bien salir un rato y tranquilizarse. Era una disculpa.
Severus se sentó en la orilla cuando llegaron. Estar en Hogwarts le recordaba inevitablemente a Lily, la echaba mucho de menos como amiga, nunca se había sentido tan acompañado por nadie como cuando Lily estaba con él.
Regulus era como un cachorro de gato independiente. A veces se acercaba en busca de cariño o comida e igual de misteriosamente volvía a desaparecer. Le gustaba el contacto, pero no demasiado. Era un chico extraño, y Severus no podía dejar de pensar en ello mientras lo veía inspeccionar los alrededores del lago. Algo le decía a Snape que estaba buscando indicios de que el "calamar gigante" se encontrara cerca.
-Sabes que es un mito, ¿verdad?-.
Era imposible que hubiera una bestia marina gigantesca en el lago de Hogwarts. Sería peligroso y Dumbledore no lo permitiría, ¿cierto?
-Sirius dice que lo vio-.
Severus ni si quiera tuvo que responder a eso para que Regulus se pusiera rojo de la vergüenza por la estupidez que acababa de decir en voz alta. Si Sirius lo había dicho era totalmente mentira, solo un idiota lo creería.
-¿Quieres darte un baño y probar suerte?-
Bromeó Severus, arrastrando el dorso de la mano por la superficie del agua. Regulus negó, no tenía ninguna intención de meterse allí dentro. Jamás.
-No sé nadar-.
Confesó, con un poco de vergüenza. Nunca había aprendido, no es como si hubiera tenido muchas piscinas en la mansión Black. Y sus padres tampoco los habían llevado de vacaciones a la playa o algo así.
-Sirius sabe, creo que James le enseñó-.
Severus iba a empezar a contar la de veces al día que el chico mencionaba a su hermano, o al amigo tonto de su hermano. Era insoportable.
-Sí, los he visto-.
Llamando la atención de todo Hogwarts mientras hacían el idiota en lago. Recordaba especialmente una exhibición temeraria de vuelo digna de los gryffindor que eran, la cual por supuesto terminó con un grandioso chapuzón. Severus envidiaba la capacidad de esos chicos para conseguir ser el centro de atención y salir triunfales de momentos embarazosos. Como las decenas de declaraciones que James hizo a Lily antes de que esta lo aceptara. A Sev le habría gustado ser igual, a veces fantaseaba imaginando como todo habría podido ser de otra manera con la pelirroja. Él ni si quiera se atrevió a confesárselo, aunque de todas formas siempre supo la respuesta.
Pero... de todas formas tenía a Regulus y era feliz con eso. Bueno, quizá no era muy feliz ahora pero lo habían sido y lo serían. Lo amaba, solo necesitaba solucionar el problemilla en el que los había metido a ambos.
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Ambicioso. La Otra Cara De La Historia.
Fanfic¿Por qué a nadie le gustan mis ships?, mis ships: La vida de Severus Snape es ligeramente diferente a cómo James Potter y Sirius Black siempre se hubieron imaginado. Inevitablemente se adentró en la oscura organización de los mortifagos, pero en el...