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Eran las 02:00 de madrugada cuando Damon entró al departamento totalmente molesto y cansado, era su primera noche con sus dos chicos y fu interrumpido por una estúpida fiesta de lobos adolescentes que no pueden controlarse y terminaron provocando una gran pelea por una hembra. Si, que noche divertida.

Camino hacia la heladera y al abrirla sonrió al ver su comida y su postre esperando por él, Darien podría lucir como un hijo de puta pero demasiado considerado y paciente con él. Sin embargo, estaba tan cansado que decidió tomar un refresco y unos cuantso bocados de su flan antes de irse a su habitación, donde seguramente estarían durmiendo sus dos personas favoritas.

Amber, su Amber estaba con su Darién. Los dos estaban juntos y abrazados en su cama, esperando a que él llegara y se les uniera.

Evitó hacer ruido y los observó por un momento antes de darse cuenta lo sucio y apestoso que estaba, así que decidió darse una ducha antes de irse felizmente a la cama, quería abrazarlos muy fuerte.

Si Darién me ve así, me va a matar.

—  ¿Damon ?

Damon se detuvo frente la puerta del baño de su dormitorio en suite al escuchar la voz tenue de Amber, su corazón se disparó tan fuerte que casi gruñó pero lo retuvo. Se dio vuelta y la vio, ella estaba tan fatalmente hermosa con esos labios hinchados, su cabello color oro despeinados y esos ojazos azules que lo volvían loco. Lo miraba con mucha emoción y con las mejillas sonrojadas, era tan preciosa que no tenía que hacer acoplo de todas sus fuerzas para no saltar sobre ella.

La misma reacción que le provocaba Darién. Sin embargo, habia diferencias, mientras que Amber es dulce como la miel y canela, Darién era fresco e intenso como la menta y el chocolate.

Amber despertaba su lado protector y tierno, el lado bueno, Darién le despertaba su lado oscuro y perverso, el lado travieso.

Amber olía a miel, canela y manzanas.

Darién olía a menta, cigarrillos y a café.

Amaba ambos grupos de olores, casi lo drogaban, lo ponían sensible y al límite de sus instintos. Le costaba mucho pensar cuando estaba cerca de ellos.

— ¿Por qué volviste tan tarde? —  Preguntó de repente Darién encendiendo la luz y cuando lo hizo ambos, Darien y Amber, gruleron.

Mierda, cagué.

— ¡¿Damon siente sucedió?! —  Preguntó Amber saltando de la cama y acercándose a él a inspeccionar sus heridas de pelea. — ¡¿Estás bien?!

— ¡¿Quien carajos te lastimó?!—  Darien se acercó a zancadas hacia él y sus ojos brillaban en un verdes furiosos. Ya sea el duende o él mismo, eran demasiado sobreprotectores aunque una vez Darién le explicó que los duende eran muy sobreprotectores con sus "esclavos", es así como generalmente los duende ven a su "pareja" pero Damon sabía que su duende no era como otro duende, habia interaccionado con él y, si bien era un poco malvado, realmente parecía verlo más allá como una mascota.—¡Contesta! ¡¿A quien debo dejar paralítico?!

Ah.. era por eso que no quería que lo viera así, el duende tiende a perder la cordura cuando alguien lo lástima. Un duende sin cordura, es un duende asesino. Aunque en cierto modo le gustaba su reacción, no quería que Darién se volviera loco y tampoco que Amber se preocupara así que tendria que calmarlos.

— No es nada Tinker.— le sonrió de forma calmada o eso esperaba y luego miró a Amber.— Iré a ducharme y ya estoy con ustedes.

—¿Pero como es que estás en este estado?— Pregunto Amber siguendolo.

en las garras de la tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora