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Annwyn no había cambiado para nada, seguia siendo tan lentamente hermoso como lo recordaba. La gran pradera azul estaba despejada, había una brisa suave que movía el largo pasto y los árboles de flores luminosas se movían con elegancia.

—  El Rey lo está esperando, majestad. —  dijo uno de los duendes.

Darien asintió mientras seguía a los guardias hacia el gran castillo de los duendes. Cómo la padrera estaba cerca del castillo, solo tuvieron que correr a la velocidad sobrenatural y ya estaban en la ciudad de elso duendes.

A Darien se sentía  extraño estar rodeado de los de su clase, Annwyn era bastante medieval puesto que la tecnología era arruinada por la energía de la magia.

— Había olvidado lo hermosa que era la noche en Annwyn.— murmuró al mirar el cielo, no era diferente a la Tierra solo que se podía ver la estrellas más brillantes y el cuello más azul oscuro, la luna era más grande un poco más amarilla.

— En la Tierra es imposible disfrutar de belleza natural debido a la contaminación humana.— Dijo uno de los duendes en tono rudo mientras caminaba a través de las — pero ellos tienen mejores entretenimientos.

— eso si, me acostumbré a la tecnología realmente.

— ahora tendrá que acostumbrarse a la magia.

Había un tono amenazador apenas perceptible, a Darien no le sorprendió la hostilidad puesto que nunca fue aceitado realmente por su mitad licántropa. No les tomó mucho tiempo para llegar al puente del castillo rumbo a la entrada. Realmente era un castillo de fantasía, digno de los cuentos de hadas donde todo era fauna y magia.

Las calles eran muy iluminadas, el castillo era radiante y todo gracias a las flores luminosas y piedras mágicas. Los colores eran variados y mezclados, había muchas fuentes de aguas y lagunas, estatuas de todo tipo.

El lugar era inimaginablemente bello, le encantaría que sus compañeros alguna vez lo vean.

Los guardias que se encontraban cuidando las puertas de castillo, la servidumbre y muchos otros duendes que pasaban por ahí, no podían ocultar muy bien sus sorpresa al ver al Príncipe de los duendes, bueno, al segundo.

Las ganas de conocer a su hermano le emocionaban tanto como agarrar a puñetazos a un saco de boxeo.

Zyrian y Kay se alejaron tan pronto llegaron a Annwyn, según tenía entendido la excusa de ellos eran recoger al Príncipe y nada más, pero Darien sabía que ellos lo estaban observando.

El castillo era grande y un poco complejo por dentro, era bastante irlandés en si y  estaba rodeado de aguas cristalinas y brillosa, con varios puentes que conectaban al castillo, luego de la laguna circulas que lo rodeaba, estaban los grandes jardines flores brillantes y ya luego venía las ciudades, aunque había una ciudadela próximo a los terrenos del castillo donde se alojaban los nobles más importantes en el reino de los Duendes.

La verdad es que el castillo era impresionante, Jaden se hubiera vuelto loca con él.

Aunque llegar hasta la oficina de su padre le pareció un camino largo, incluso con el ascensor mágico pero cuando finalmente estuvieron frente a frente a las grandes puertas de roble de la oficina de su padre, las ganas de que el tiempo se detenga no le hizo falta.

Espero unos minutos para que avisarán a su padre de su llegada, entonces se preparó mentalmente para enfrentarse al hombre que le arruinó la vida en muchos aspectos.

— Alteza, puede pasar.— Dijo uno los guardias abriendo un lado de la puerta de doble hojas.

Darien asintió y llamó internamente a su duende, si tenía que ser descarado y rebelde, ahora era el momento. También llamó a su lobo, el cual estaba allí, a la espera y dándole ánimos a su humano. El lobo sabía que era un asunto delicado y que solo podía apoyarlo en silencio y animandolo desde su interior, le daba la valentía y fuerza que necesitaba.

en las garras de la tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora