Veintinueve

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"Entonces la tía Abril está esperando un primo... O eso me dijo mami Samantha cuando jugábamos ayer"

Samuel observó al otro bebé, sentadita, con su espalda recostada en las barandas de la cuna que ambos estaban compartiendo, sólo estaba babeando su propia manita sin hacer mucho más, esa era una de las razones por las que a el pequeño Samuel no le agradaba mucho la hija de Amairani, simplemente no servía para mucho, y se miraba un tanto ridícula en aquel trajecito de conejito, él se vería mucho mejor, en su humilde opinión.

"Ah, pero ya te puedes sentar bola de grasa que gran avance"

Estaba siendo sarcástico.

El cachorrito casi siempre estaba de mal humor, pero todos esos feos sentimientos se disipaban cuando estaba con sus papás, y ese era el problema que tenía ese día, su mami había salido sin él, lo había abandonado a la intemperie junto con la bola de grasa que no hacía nada, eso heria sus sentimientos.

Un puchero se formó en sus labios, extrañaba a su mami, quería llorar por eso, pero solo un poquito porque ya estaba algo grande según él, y lo hubiera hecho de no ser por Amelia, la muy tonta tenía a su peluche de pollito en su boca, llenándolo de sus babas, ese no era cualquier peluche de pollito, era el que le había regalado tía Abril con tanto amor ¡Inaceptable!

"QUE CREES QUE HACES HIJA DE AMAIRANI"

Entre balbuceos enojados acercó su pequeña mano tomando una de las patitas del peluche tirando de el con toda la fuerza que un bebé de su tamaño poseía, arrancándolo de las sucias manos del otro cachorro, exaltándola por tal acción tan repentina y brusca, de manera lógica comenzó a llorar, desesperando al mayor.

"Shh ya ya cosa fea, no llores, pareces un bebé"

De inmediato vio como un alfa se acercaba a la cuna, la cual habían colocado convenientemente en la sala para mejor accesibilidad y poder vigilar a ambos niños; el padre de la masita llorona la tomó entre sus brazos intentando calmar su llanto totalmente justificado ante los ojos del bebé mayor, ¡Ella se lo buscó! Solo segundos después su propio padre se acercó a ver que era lo que estaba ocurriendo, dándole una mirada breve a su cachorro, podría jurar que algo tenía que ver con aquel berrinche.

― Shh ― el alfa intentaba contener el llanto de su bebé, pero no parecía querer calmarse.

Entre pequeños balbuceos Amelia soltaba algunos "Pa" llamando la atención de Félix.

― ¿Ya habla? ― preguntó sorprendido.

Samuel miró expectante, ¿Su padre estaba dándole atención a otro bebé? ¡Inaceptable! Otra vez.

― La doctora dijo que era normal que balbuceara algunas monosílabas, no sé si eso cuenta como hablar ― explicó el hombre, aunque pensar en su hija hablando lo llenaba de orgullo, estaba seguro de que su cachorra sería una niña muy inteligente y buena en muchos ámbitos ― creo que quiere comer.

El otro alfa se alejó un poco para tomar el bolso con las cosas que su omega le había empacado para su hijo. 

Félix aprovechó para tomar a Samuel, levantándolo de una forma en la que su carita estaba frente a la suya, confrontando al pequeño.

― ¿Hiciste llorar a Amelia, engendro? ― preguntó el alfa.

"Um, no lo sé, ¿Lo hice?"

Sin embargo, solo rió un poco, sabía que eso lo haría parecer simpático, endulzaría el corazón de su papá y estaría libre de incriminaciones, Félix rió también, ¿A quién habrá salido tan manipulador?

― No quiero ni pensar como serás cuando vayas al preescolar ― concluyó el hombre, acomodando mejor al niño en sus brazos. 

Su atención se fijó en el otro sentado en el sofá, intentando darle el biberón al bebé, que se negaba a tomarlo, volteando su cara, haciendo todo un berrinche digno de una niña mimada, Félix se acercó con intención de ayudar, conocía bien esa etapa, el cachorro no quería más que a su mami omega.

― ¿No tienes algo que tenga el aroma de Amairani? ― preguntó el alfa, el otro al escucharlo comenzó a buscar algo en el bolso.

― No lo sé, pero supongo que algo de aquí debe tenerlo ― dijo, removiendo las cosas.

Poco después sacó una manta, en ella podía sentirse un poco del aroma de la omega.

― Ajá eso puede servir, colócatelo cerca del pecho, luego intenta darle el biberón de nuevo ― aconsejó.

El alfa hizo lo dicho, colocando allí justo donde la nariz de la pequeña podría percibirlo, y no fue una sorpresa que luego de negarse un poco más terminara cediendo, finalmente tomando del líquido.

― Oh, no había pensado en eso, ahora creo que piensa que soy Amairani.

"JAJAJA, que tonta, la engañaron"

― Era algo que utilizaba mucho con Samuel, siempre era efectivo.

"Pero que... ¿O sea que todo ese tiempo tomé de esa leche tonta? Deshonor papá"

Mirar al otro bebé comer tan relajada hicieron que Samuel deseara lo mismo, pero él si quería que su mami lo envolviera en sus brazos, que le cantara una canción con su hermosa voz que lograba calmarlo, que acariciara su cabecita medianamente calva aún con sus suaves manos, su puchero volvió, ¿Por qué mami lo había dejado?

"No hay nada más difícil que vivir sin ti, sufriendo en la espera de verte llegar, el frío de mi cuerpo pregunta por ti y no sé dónde estás, sino te hubieras ido sería tan feliz" 

Samuel sostenía su propio biberón, sentado sobre la alfombra con el corazón pesado, ¿Por qué mami Samantha no se había despedido de él? ¡Ni siquiera sabía cuándo o porque su mami se había ido! Pero necesitaba que volviera ya, papi Félix no sabía hacer bien su lechita.

La puerta de la casa se abrió, llenando de esperanza al pequeño, pero su cara se volvió un nudo al mirar como entraba otra omega, en cambio la otra bebé en el sofá se volvió loca, ansiosa porque su madre la tomara en brazos.

"Mírate, como toda una desesperada"

Pocos segundos después miró como detrás de esa omega fastidiosa entraba por quien estuvo esperando todo el día, cargando miles de bolsas en sus manos y algunas guindando de sus brazos, pero poco le importó, alegrándose al instante.

― ¡Má! ― gritó con toda le emoción, haciendo que una sonrisa comenzara a crecer en el rostro cansado de Samantha.

― Hola mi cielo ― habló con su típica voz aniñada que usaba para hablarle a su hijo, dejando las bolsas sobre el mueble más cercano, pero deteniéndose al notar las intenciones del pequeño. 

Samuel apoyó sus manos sobre el suelo, tomando fuerza e impulso para colocarse de pie, lo cual logró con facilidad pues ya lo había hecho muchas veces, pero no, lo que sucedió después, colocando primero un pie y luego otro, completando unos torpes cuatro pasitos, que llenaban de emoción el pecho de sus papás.

― Bebé... ― dijo Samantha sin aliento, colocándose de cuclillas para recibirlo, solo un paso más y el pequeño cayó en brazos de la omega, quien lo tomó con rapidez para llenarlo de besos.

Ese preciso momento era a lo que el bebé llamaba felicidad.

"Te extrañé mucho"

Pensó mientras cerraba sus ojitos, disfrutando de cada cariño dado.

Pensó mientras cerraba sus ojitos, disfrutando de cada cariño dado

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Estamos en la recta final 🔚

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Pasen un buen inicio de año 🫶

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