Catorce

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― ¿Por qué los hawaianos no se hospedan?

Samantha, que se encontraba doblando la ropita de Samuel, rodó los ojos al escuchar la voz de su esposo hacer esa pregunta, sabía lo que se venía.

― ¡Por que se alohan! ― concluyó su chiste acompañado de su escandalosa carcajada, bajo la mirada confusa de su omega ― ¡Vamos! Por qué se alo-han ¿Entendiste?

El bebé que estaba en ese momento sentado en el tapete con algunos juguetes a su alrededor, estaba muy confundido, su papá siempre decía aquellas cosas extrañas y terminaba riéndose de esa forma que le daba un poquito de miedo.

"La abuelita dijo que papá Félix se le había caído"

― Félix, por favor ― dijo la menor, en tanto acomodaba la ropita en las gavetas de madera.

― Cuando empezamos a salir me dijiste que te gustaban mis chistes ― se quejó el alfa siguiendo los pasos de la omega.

― Mentí porque me gustabas mucho ― confesó la omega, recibiendo una cara de asombro de su marido.

― ¿Viví una mentira todos estos años? ― se hizo el ofendido llevando una mano a su pecho, Samantha se rio por su mala actuación ― ¿Entonces ya no te gusto?

La menor se acercó al alfa, pasando sus brazos alrededor de su cuello, quedando realmente cerca, Félix sonrió por la acción y llevó sus manos a la cintura de su omega.

― Cada día me gustas más ― susurró finalizando con un beso que duró más de lo debido ― incluyendo tus chistes.

Félix se sintió tan pleno en ese momento, nunca pensó en encontrar a alguien que amara cada parte de él, era guapo, él lo sabía, por eso jamás le faltaron pretendientes, pero nunca esperaban algo serio con él, era como si fuera solo eso, una cara bonita, hasta que llegó Samantha y le mostró que no solo era una cara, que tenía muchas cosas para ofrecer que realmente son atractivas y auténticas, por primera vez amó y fue amado.

El alfa apretó su cintura buscando más de los labios de su esposa, profundizando, sin recordar que estaban en el lugar incorrecto, cuando las traviesas manos de Félix fueron bajando desde su cintura recibió un empujón que lo dejó desconcertado.

― ¿Qué? ― reclamó extrañado por esa acción.

― El bebé nos está viendo ― señaló hacía el piso, donde Samuel estaba en el tapete mordiendo uno de sus juguetes.

Félix tomó la muñeca de la omega tirando de ella, sentándose en el sofá y la menor en sus piernas.

― Él no entiende ― respondió el mayor, llevando su mano al mentón de Samantha, atrayéndola nuevamente en un beso.

"Cuidado donde dejan sus manitos"

― No podemos traumarlo, Félix ― Samantha nuevamente lo empujó y Félix bufó ― eres el peor padre.

EL mayor simplemente se rio, por supuesto que no iba a llegar demasiado lejos pero no le parecía mal unos cuantos besitos, al final de cuentas el bebé no sabía lo que eso era.

― Esperemos que se duerma ― propuso el alfa, sonrojando las mejillas de la preciosa omega en sus piernas, que simplemente asintió.

― Déjame darle de comer ― dijo está, levantándose, caminando para tomar en brazos al tranquilo y angélico bebito.

"¿Comer? Dime que es lo que estoy pensando por favor"

Samantha se sentó en el sofá y Samuel aplaudió, si mamá se sentaba en el sofá sin ir a la cocina era una muy buena señal, la omega se rio por la acción del pequeño, le sorprendía cuan inteligente podía llegar a ser para su corta edad, sin más descubrió su pecho, dejando al pequeño con toda la libertar de alimentarse.

"Por fin, me tienen tan castigado, ni siquiera sé que hice mal"

El cachorrito acercó su cara a su pecho sabiendo lo que debía hacer exactamente y comenzó a alimentarse mientras era envuelto en el aroma maternal de su mami, siendo arrullado, el ambiente perfecto para dormir, con el que estaba batallando porque quería seguir tomando de su leche, pero poco a poco sus ojitos se cerraban.

― ¿Ya se durmió? ― preguntó Félix, más alto de lo que debería.

El pequeño Samuel volvió a abrir los ojitos.

Baby Thoughts || Riverducción || Omegaverse || AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora