Epílogo

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― No te estoy abandonando aquí, ¿Está bien? Solo son unas pocas horas y luego volveré por ti.

El pequeño asintió ante las palabras que decía su mami mientras esta desabrochaba el cinturón que lo tenía preso a su sillita, ayudándolo luego a bajarse del auto. 

Frente a ellos se encontraba una edificación llena de colores y niños corriendo a su al rededor, unos tantos aferrándose a las piernas de sus padres otros llorando desconsoladamente, aquello no le daba buena espina, aferrando su mano hecha puño a el pantalón de su madre, quien bajó su mirada al sentir el tirón.

Samantha sabía que a veces estas cosas pasaban, los niños podían asustarse al mirar su nuevo entorno, uno al que debían enfrentarse sin la compañía de sus padres; Sonrió hacía su hijo llevando una de sus manos para acariciar su cabeza, apartando algunos mechones de su cabello, no quería admitir que también sentía algo removiéndose en su pecho, sería la primera vez que lo dejaría en un lugar solo, pero sabía que era necesario y que si demostraba tanto sentimentalismo su pequeño iba a llenarse de nervios. Samuel había crecido y ella tenía que afrontar esa realidad, siempre sería su bebé pero debía empezar a soltarlo un poco.

― No estés nervioso, ― intentó calmar, buscando algunas palabras que sirvieran para la ocasión ― como te dije solo serán algunas horas, conocerás nuevos amiguitos, ¿No te gusta la idea?

Samuel negó, la omega sin embargo sonrió, sabía que eso no era del todo cierto. Con el pasar del tiempo su hijo había aprendido tantas cosas, siempre pensó que sería de esos niños que no paraban de hablar ni por un segundo, así como ella lo había sido, pero resultó ser lo contrario, Samuel era bastante calmado para su edad, sin embargo, no dejaba su lado infantil, hacía amigos cada vez que salían un rato al parque o cuando se pasaban por el supermercado, sabía que en el preescolar no sería diferente.

― ¡Saamuueell!

Antes de que Samantha pudiera decirle alguna otra cosa al cachorro escucharon como una dulce vocecita gritaba el nombre del menor y como unos pasitos apresurados corrían hacía el lugar donde estaban, pronto otro cachorro se aferraba a un abrazo sobre el cuerpo de Samuel, que solo se mantuvo quieto con ganas de empujar al otro. 

― ¡Amelia! No corras así ― una agitada omega llegó también a pasos apresurados, cargando a un bebé sonriente ante la situación en el canguro colgado en su pecho. 

Amelia solo se rió y pronto fue empujada por las manitas de Samuel, pero eso no la detuvo, empezando a mostrarle su linda mochila de unicornio al mayor.

― Creo que Amelia está feliz de ver a Samuel ― señaló Samantha ― Y Erick parece que está feliz de verte correr detrás de él.

Amairani bajó su mirada para ver al bebé divirtiéndose por la carrera que tuvo que pegar detrás de su cachorro mayor.

― Incluso se levantó temprano de lo ansiosa que estaba por venir ― comentó Amairani. 

Mientras tanto Samuel era obligado a escuchar como Amelia alardeaba sobre la mochila que su padre le había traído del país llamado Estados Unidos, o por lo menos eso era lo que la otra niña había dicho.

― ¿No te gusta? ― le preguntó la menor con ilusión.

Samuel la detalló, no estaba mal pero su mochila con forma de un adorable perrito le parecía más bonita.

― Umm, sí, ― finalmente contestó y esta simple respuesta hizo feliz a la otra, quien volvió a abrazarlo de forma invasiva ― estás aplastándome, tonta.

El tiempo pasaba pero para él la bola de grasa seguía siendo insoportable.

― ¿Qué tal si se toman una foto juntos? ― sugirió Samantha, mirando la adorable escena, que no se resistió a sacar su teléfono para dejarla inmortalizada con una foto ― Sonríe Samuel.

Baby Thoughts || Riverducción || Omegaverse || AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora