Agobiado e irresoluto, con andar calmoso. La mirada acuosa y tórrida en contraste con los secos adoquines bajo sus pasos. Palabras pendencieras le habían propinado; sin medir pausas, sin tener cuidado, con el arrojo de un caballo sin freno y desbocado. Aquel irascible individuo le quebrantó el ánimo. Alguien intentaba comprender algo de aquel doloroso incidente, pero, por más que intentaba entenderlo, no lo lograba. Eran demasiados insultos y atropellos para poder distinguir un ápice de lógica o razón.
Merodeando entre sus pensamientos y en procura de hallar respuestas, consideraba:
—Fuego en llamas... fuego intenso y sofocante que se guarda en el interior, llamas que salen al exterior y queman todo a su alrededor, dejan dolorosas y graves heridas que arden y hacen salir lágrimas, como estas que me acompañan a pesar del esfuerzo para que no broten. Esas personas son como una montaña que esconde magma en su interior, un volcán inactivo que, sin ningún aviso, explota, arrojando con furia toneladas de lava al exterior, incinerando sin compasión. No entiendo cómo alguien puede acumular tanta amargura en su interior, permitir que un fuego infernal queme su alma y su corazón. Inevitablemente, tarde o temprano se genera una gran explosión y las llamas son tan violentas que incineran a otros, aun sin razón.
Alguien interpretó de esa manera; aquella analogía le resultaba impactante. Detuvo su andar y sonrió al sentirse mojado: una lluvia le había acompañado y no se había dado cuenta de en qué momento empezó. Decidió dejar de recordar los insultos, porque hasta lástima por esa alma sintió. Había sido agraviado, pero, aun así, en medio de los agravios, dejó de lado su orgullo y buscó una respuesta. Haberse quedado ofendido y herido, buscando venganza y rencor, no era una solución; estaría haciendo lo mismo, acumulando fuego en su propio interior.
Su natural curiosidad seguía buscando respuestas. Con su mirada al frente y pasos animados, continuaba en monólogo:
—Seguramente así es como empieza el fuego interno; guardando dolores, agravios, ofensas y todo tipo de rencor. Dejando acumular tristezas, angustias, desdichas y otras tantas emociones negativas en el corazón. Los volcanes almacenan su magma porque volcanes son; esa es su naturaleza y función. En el ser humano, guardar fuego y lanzar llamas no tiene justificación; mejor sería que no se acumularan bajas vibraciones con recuerdos oscuros.
Alguien siguió su camino y de las llamas de fuego de aquel sufrido se alejó; seguir al lado de un volcán activo no era una sabia decisión.
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Analizando Ando
Spiritual¿Alguna vez te has preguntado cómo juzgas tus pensamientos y los de los demás, y con qué criterio lo haces? A veces, somos más duros con nosotros mismos que con los demás. Otras veces, somos más duros con los demás que con nosotros mismos. Es un jue...