"Tanto tiempo ha pasado y aún persiste este pensamiento. No tenía derecho a quedarse en mi mente; tenía que haberse desvanecido como el humo en el viento, como desaparece la cerilla al fuego," escribía Alguien en una servilleta doblada, a manera de quien redacta una nota destinada a desvanecerse.
La punta del bolígrafo se hundía entre las vetas de la mesa, cuya madera desgastada provocaba que las letras se vislumbraran avergonzadas. Sintiendo frustración y sed de venganza, tomó la cuchara y comenzó a rociar gotas de café sobre la servilleta arrugada. La tinta se disolvía entre la humedad, el calor y los golpecitos de la cuchara.
—¡Así es como debes hacerlo! ¡No puedes convertir lo efímero en algo duradero! —se dijo Alguien, pero en voz alta y con vigor, como si se lo estuviera gritando al mundo entero.
Una risa, mal disimulada, resonó en el aire. Las miradas de otros comensales le recordaron que estaba en un lugar público. Al sentirse inspeccionado y juzgado, se encogió de hombros, dibujó una hipócrita sonrisa y levantó su mano a modo de disculpa. Desde una de las mesas aledañas, una joven lo observaba, expectante y sonriendo. Alguien la miró y, con voz quedada, le dijo:
—Discúlpeme, por favor. Siga usted tranquila bebiendo de su refresco. Tan solo fue un hallazgo... aquí, en mis delirantes controversias.
Regresó la mirada a la servilleta, de la que solo quedaba una pequeña pelotilla húmeda, manchada con café y tinta, una víctima que yacía ante la mirada de su agresor. El irónico final de la nota le causaba gracia; efímeras habían sido aquellas letras, de seguro ya no podría recordar con exactitud lo que allí decía. Había sido algo efímero con final húmedo y caluroso.
—Debo empezar a diferenciar entre lo efímero y lo duradero. Pero... sería mejor aún si logro discernir entre qué pensamientos efímeros recordar y cuáles hacer que no sean duraderos —continuaba Alguien, discurriendo en sus pensamientos.
Mientras naufragaba por el mar de las reflexiones, sobre la balsa de troncos atados con cuerdas de soliloquios, notó que la joven lo seguía observando con intriga y entretenimiento. Alguien sonrió al verse descubierto en su escenario de monólogo y curiosos movimientos. Con un gesto de respeto, hizo señas a la joven para que lo acompañara.
—¿Parece que te divierto? No te culpo. Debe ser gracioso ver a un mimo discutiendo consigo mismo —dijo Alguien a la joven, con una sonrisa dibujada y algo de ironía, mientras le señalaba que tomara asiento.
—Cuando interrumpiste mi agradable momento para aullar tu monólogo, me causó mucha gracia. Por un momento imaginé que estaba presenciando a un loco suelto. Pero mientras pensaba en tus palabras y te veía haciendo gestos... entendí que sí, sí eres un loco. Eres un loco inmerso en sus pensamientos, con tanta locura que te es imposible contener tus graciosos movimientos —comentó la joven sonriendo, sin detenerse en formalismos ni en vergüenzas.
—De una manera u otra, suelto o inmerso, loco te parezco; según dices. Pero ya que puedes analizar de manera tan acertada, dime: ¿Qué pensamientos efímeros deberían ser recordados y cuáles no? —indagaba Alguien a la joven con tono amable, pero desafiante.
—Me invitas a tu mesa para compartir tus locuras, aun así, planteas una buena cuestión. La contradicción de tu pregunta parece... complicada; con lógica no podemos resolverlo. Pero podrías intentar tomar como ejemplo la actuación que hiciste hace un momento. Puedes elegir ese efímero momento, pero depende de ti si lo recordarás como algo cómico que te hará sonreír o si será una vergüenza que llevarás por dentro —decía la joven, sin dejar de iluminarse con gracia, mientras recogía con una servilleta los restos de la nota muerta.
"En el lienzo de la vida, los trazos efímeros a menudo pintan las escenas más inolvidables. Cada pincelada breve se convierte en una nota melódica en la sinfonía de nuestros recuerdos, dejando una marca que va más allá de la medida del tiempo".
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Analizando Ando
Духовные¿Alguna vez te has preguntado cómo juzgas tus pensamientos y los de los demás, y con qué criterio lo haces? A veces, somos más duros con nosotros mismos que con los demás. Otras veces, somos más duros con los demás que con nosotros mismos. Es un jue...