Capítulo 10: Osito amorosito.

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Shoto estaba tirado en medio de la sala, en completo silencio, con la camisa manchada de jugo de manzana que había bebido en un intento desesperado de emborracharse, habiendo sido totalmente devastado por el segundo rechazo del hombre de sus sueños, quien le había explicado ayer, de forma cansada, que no estaba dispuesto a salir con él. Observó la foto que le había tomado a escondidas cuando dormía, antes de que empezaran las clases, sorbiendo por la nariz mientras miraba la tierna forma en que roncaba como si nada más le importara en este mundo.

— Shoto, ¿qué haces ahí tirado? — el padre de familia, Todoroki Enji, preguntó extrañado cuando lo vio acostado en el suelo, en vez de los cómodos sillones café. De hecho, el mero hecho de que estuviera fuera de su habitación cuando él estaba presente era raro, ya que lo odiaba por el pésimo trato que le había dado a su familia los años anteriores. — ¿Te sientes bien?

— Qué te importa a ti cómo me sienta. — respondió de mala gana, levantando la cabeza para poder beber otra botella de jugo que iba apilando en la mesa ratona, odiando que ni siquiera pudiera ahogar sus penas en paz.

— Sé que he sido un padre terrible, pero en serio me he dado cuenta de que cometí un error y estoy haciendo todo por cambiar. Así que, para lo que sea que necesites, puedes contar conmigo de ahora en adelante. — dijo acercándose para tomar asiento en el sillón grande, haciéndose una idea de por qué estaba deprimido, ya habiendo sido avisado por Fuyumi de que estaba saliendo con una chica, quizás le había ido mal. — ¿Estás así por la chica con la que saliste?

— ¿Chica? — preguntó confundido, antes de suponer que se refería al problema que había tenido con su compañera Yaoyorozu, entonces resopló, molesto de que se hubiera enterado. — No, pero ella también podría ser un problema.

Sintiéndose animado porque su hijo estuviera teniendo una conversación de más de dos palabras con él, continuó indagando en el asunto, queriendo ayudarlo a cómo dé lugar.

— Mi psicóloga dice que contar los problemas ayuda a aliviar el peso de ellos. Puedes contarme lo que quieras, hijo, no se lo diré a nadie más. — Shoto lo miró desde el suelo, con los ojos aguados por las nuevas lágrimas que estaba aguantando, preguntándose si caería tan bajo como para contarle sus problemas amorosos a su terrible padre.

— Es solo... — comenzó, resignándose a la situación, sin saber con quién más hablar porque su hermana se había ido a un congreso en otra ciudad. — Él es tan cerrado... No importa lo que haga, no me acepta como otra cosa más que un amigo. Bakugo no me quiere...

El hombre observó nervioso como se cubría los ojos con su antebrazo, dándose la vuelta para que no lo viera llorar, mientras él intentaba recordar todos los consejos que le había dado su psicóloga para tratar con adolescentes, pero ninguna charla lo había preparado para saber qué hacer si su hijo se enamoraba de otro chico.

"Bueno... los tiempos de ahora son diferentes. Y de ninguna manera me puedo negar a escucharlo, me convertiría en peor padre de lo que ya soy. Bien, son dos hombres, ¿y qué?", intentó ser optimista al respecto, pero no pudo evitar sentir un poco de repelús al pensarlo. Sin embargo, decidió seguir adelante a pesar de ello y, aclarándose la garganta, hizo la pregunta.

— ¿Eres gay, Shoto?

— Sí... — contestó de primeras, antes de que cavilara en ello de nuevo. — No... ¿Tal vez?

En realidad, nunca había sentido atracción por otros chicos, tampoco chicas, simplemente los miraba como otros humanos con los que se veía obligado a compartir espacio, en cambio, cuando imaginaba al rubio, todos los vellos del cuerpo se le erizaban y una sonrisa siempre aparecía en su cara.

«No somos iguales» | Bakugou Katsuki [EN EMISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora