Capítulo 17: Un vistazo al futuro.

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 El lunes a primera hora, los alumnos de la clase 1-A charlaban en voz baja, realizando el práctico que les había asignado Aizawa, quien dormía en su saco amarillo detrás del escritorio. Nadie, salvo el profesor, pudo abstenerse de lanzar miradas curiosas al mejor promedio de la clase, Katsuki.

Y, oh, Katsuki estaba que se lo llevaba el diablo.

Ningún ser humano se atrevió a hablar con él esta mañana. Su cara durante el desayuno había sido tan terrible, que sus compañeros ni siquiera hablaron entre ellos. La excepción a esto era Kirishima que, a este punto, era un ser de luz en su cabeza. Él lo había saludado con el mismo entusiasmo de siempre, añadiendo el comentario de "tu flor es muy bonita", cosa que solo lo había hecho sentir peor.

«¿Cómo el jodido Dynamight, la máquina asesina, tiene una puta florecita en la cabeza?»

Apretó la mandíbula con fuerza, intentando respirar profundamente para aliviar su enfado, pero no podía dejar de escuchar comentarios burlones en su cabeza. ¡Sería la burla de los villanos con esta porquería! ¿Cómo iban a temerlo y respetarlo ahora que se veía así?

El único motivo por el que Shinso, que era su enemigo principal, no se había burlado de él era porque se quedó dormido. No había salido de su mugrosa habitación y él estaba muy agradecido por eso.

Y aunque era un tipo fuerte, no pudo resistir mucho tiempo más. Dejándose llevar por sus pensamientos intrusivos, se llevó la mano a la cabeza con la intención de arrancarse la flor blanca que había aparecido de la nada.

—¡Agh, mierda!

Sus compañeros se sobresaltaron con su grito, volteando a verlo con ojos asustados, y, más rápido que ninguno debido a su cercanía, Izuku se arrodilló a su lado.

—Kacchan, ¿qué pasa? ¿Te sientes mal? —preguntó preocupado, colocando su mano sobre su hombro.

Katsuki, que había caído de lleno al suelo, rodó para poder mirarlo con una cara agria, quitándose además la mano de encima.

—No, genio. Solo me gusta gritar por diversión —dijo entre quejidos adoloridos. Sentía como si una cuerda hubiera halado de todos sus órganos a la vez, intentando arrancarlos de su sitio para sacarlos a través de su cabeza. No iba a repetir eso de nuevo en su vida.

—¿Quieres que te acompañe...? —Antes de que terminara de ofrecer su ayuda, él lo apartó de un manotazo y se levantó con dificultad para irse solo a la enfermería.

—Se te olvidó pedirme permiso, Bakugou —habló Aizawa, rodando para examinarlo y, al verlo tembloroso y pálido, a pesar de su esfuerzo por ocultarlo, dijo—: Kirishima, acompáñalo.

—¡Sí, profesor! —respondió de inmediato y se apresuró a alcanzar a su amigo, que ya había salido del salón, ayudándose de las paredes para caminar. Llegó justo a tiempo para verlo tropezar con sus propios pies y, antes de que cayera, lo atrapó entre sus brazos—. Cuidado. Ven, déjame ayudarte.

Katsuki no se quejó cuando lo tomó de la cintura y colocó su brazo detrás de sus hombros, para que pudiera apoyarse en él. No había nadie en el mundo en quien confiara más que Kirishima, además, se sentía tan mal que ni siquiera tenía la fuerza para protestar.

—¿Qué pasó? ¿Por qué te descompensaste?

—Intenté matar a la flor... —murmuró con cansancio, antes de rendirse por completo y dejar caer su peso contra su amigo. Esto entraba en el ranking de las ideas más estúpidas que había tenido.

—¿Y por qué? Se ve bien ahí arriba, simpática. —Rio y, sin preguntar, pasó su brazo detrás de sus piernas y lo cargó al estilo nupcial. Pesaba, pero no era nada que sus músculos no pudieran soportar por un tiempo. Al mirarlo de nuevo, notó que había palidecido más y se preocupó—. Mejor nos apuramos.

«No somos iguales» | Bakugou Katsuki [EN EMISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora