Capitulo 8

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   En la estación más alejada de Central, un adolescente esperaba paciente que llegara su próximo tren. Era la primera vez que viajaba solo. Estaba demasiado acostumbrado a estar acompañado por su querido hermano. Se sintió triste y nervioso cuando aparecieron los vagones y las pocas personas que había en el andén comenzaron a subir. Repasó mentalmente todo lo que llevaba para que no tuviera que volver si olvidaba algo, pero estaba acostumbrado a hacerlo. Él había sido siempre el encargado de estar a cargo del equipaje y la comida que necesitaba su hermano, así que se relajó y subió a un carro dispuesto a buscar asiento.



   Winry colgó el teléfono en el Cuartel en una sección diferente a la que conocía. Sentía remordimiento. Le había mentido a Alphonse. Le dijo que su hermano estaba en práctica de tiro y que no podía recibir su llamada pero que estaba bién. Se había reseteado pero con la carta que él le había dejado había resultado todo como lo planearon. Ahora, dando un suspiro, se acercó al hombre que la llevaría a los "calabozos".

   "Voy a patearle el trasero al desgraciado. Ni siquiera me dejaron ver mis heridas y ahora me arrastran al calabozo. Gracias  bocota"."

   Dos oficiales llevaban de no muy buena manera al pequeño alquimista. No era necesario esposarlo, les dijo el Coronel, pero apenas él había salido del campo visual, lo habían amarrado igual. Para mala suerte del niño eran dos de ésos tipos de los que siempre salía de sus bocas palabras de baja monta al referirse al Alquimista de Acero.

   Llegando hasta la puerta de una de las celdas, le fueron sacadas las esposas y, mientras uno abría la puerta de metal, el otro le ponía un cabestrillo en las manos en frente al muchacho, impidiendo que las pudiera juntar.

   - Como si me fuera a escapar. - con una mueca de fastidio elevó los ojos hacia el que tenía en frente.

   Era un hombre tosco que le dió la vuelta sin ninguna gentileza y, antes de empujarlo al cubículo, lo agarró de una forma indecorosa.
   - Para ser tan pequeño tienes buen trasero ja ja ja ja...
   - Ja ja ja...
   Ámbos tipos se reían a carcajadas y  mucho antes que pudiera girar y fulminarlos con la mirada la puerta estaba cerrada.

   " Mierda ", pensó, no iba a poder quitarse el calor del agarre. Pervertidos infelíces. ¿ Cómo era posible que gente tan baja formara parte de la milicia ?No tenían decoro, respeto, ni siquiera moral. Basuras.

   El chico de trenza se sintió humillado y vulnerable. Se sentó derrotado en la dura cama. El lugar olía apestoso y rascó su naríz viendo que sus guantes estaban sucios de sangre. Se acomodó un poco para tratar de apoyar su espalda en la pared. Tenía que concentrarse pero le dolía todo el cuerpo y sentía el sabor de su propia sangre. Sintió un ruido en la puerta y una rejilla se abrió para dejar ver los ojos de la persona que estaba afuera. No se sintió mejor.

   - ¿ Cómo te sientes Ed?
   - Molido. No deberías estar aquí Winry.
   La chica Rockbell miraba por la ranura, pero apenas lograba ver algo ya que el interior estaba oscuro.
   - No voy a dejarte, Ed. Te dormirás y será fatal.
   - No me dormiré. - trató de asegurarle pero éso era imposible y lo sabía. Ya se sentía demasiado cansado.

   " Mis ojos se cerrarán de un momento a otro. Maldito bastardo  Te odio. Me molesta la naríz. Ruego para que no me la hayan quebrado. Amo mi naríz pero me duele igual que mi ojo derecho. No quiero dormirme.."

   El niño abrió los ojos para ver que la puerta se abría. Un hombre de rostro marcado y una linda chiquilla rubia entraron.

   - Vaya problema, Edward.
   El Doctor Marcoh puso su maletín y varias compresas a un lado de la cama.

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