Capitulo 3

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   Después de dos días Edward nuevamente estaba frente al espejo.

   - ¡Noooo!¡Maldición!

   En la cocina la abuela ponía los ojos en blanco y Winry soltaba un enorme suspiro. Habían pasado solo dos días y tenían la esperanza que el cerebro de Edward ya se había acostumbrado a su apariencia, pero no fué así.

   Al vió a su hermano de rodillas derrotado frente al espejo y escuchar su risa nerviosa lo hizo creer que se estaba volviendo loco. Se acercó a él con preocupación.
   - Hermano.

   Ed sintió la mano de su hermanito sobre uno de sus hombros. Lo miró entonces. Ya recordó todo.
   - Solo fué el shock. - le dijo sonriéndole para no seguir preocupándolo.
   El otro se rascó la cabeza como si no creyera mucho en él.

   Por inercia se vistió con cualquier ropa no fijándose mucho hasta que vió que a su polera le sobraba manga. Al diablo. Juntó sus manos y las posó sobre la prenda haciendo que se ajustara a su talla.
   - Creí que habías arreglado toda la ropa, Al.
   - No toda, hermano. Lo siento.
   Era algo que su hermanito le había dicho que haría pero él también podía hacerlo. No entendía por qué trataban de no dejarlo hacer alquimia. Al parecer él perdía mucha energía y ellos evitaban que durmiera tanto tiempo. Hoy no se sentía tan  cansado así que bajó con él a desayunar.

   - ¿ Estás bién, Ed ?
   Winry vió al niño tomar asiento bastante animado. Los gritos que habían escuchado antes al parecer no lo habían hecho decaer.
   - Sip.
   La abuela les informó que tenía que ir de compras al pueblo y Al se ofreció ir con ella. Winry se quedaría en casa ,ya que debía terminar unos trabajos de automeils. No había regresado al negocio de Garfiel en Rush Valley porque no quería dejar aún a los muchachos solos por si su abuela no podía atenderlos, pero pronto tendría que volver a su trabajo.

   A medio día salió a la entrada y vió que Edward estaba sentado en los escalones y estiraba los brazos hacia el cielo. Por lo menos no se había ido a dormir. Notó un automóvil acercarse por el camino y, frunciendo el ceño, vió cómo comenzaba a subir la loma por la huella que llegaba a la casa.

   Edward se sentía bién y tranquilo hasta que vió el auto militar. Ahora sentía que una angustia estaba llenándole el pecho. Se abrió la puerta del vehículo y dió un profundo suspiro,  porque había dejado hasta de respirar, cuando solo salió la Teniente Riza y  Jean Havoc . Se acercaron a él.
   Havoc hizo ese tonto saludo militar el cual obviamente no correspondió. Se puso de pié y bajó los escalones. No quería que entraran a la casa. Era mal anfitrión pero ni modo. Vió de reojo que Winry estaba a su lado.

   - Hola jefe. - dijo Havoc bajando su brazo.
   - Buenos dias Winry. - Riza saludó a la muchacha. Luego estiró un sobre de oficio hacia el niño de trenza dorada. - Edward, tengo que hacer ésto oficial.
   - ¿ Qué és ?
   El niño alquimista no tenía intenciones de hacerlos entrar a la cada, éso era más que obvio.
   - Es el mandato que te obliga a volver a las filas del ejército. - al ver los ojos de espanto de la muchacha y los furiosos del niño, decidió hacer parecer todo más fácil para él. - Sé que quieres renunciar pero tienes que leer el comunicado. Si no regresas en una semana serás considerado un desertor y por ende enviado a prisión.
  - ¿ Es broma ? - el niño miró a Havoc.
  - No. - el hombre se encogió de hombros.

   - Estuviste en el ejército por casi cinco años Edward pero se vé que no sabes nada o muy poco de los protocolos. Te suguiero leas con atención el comunicado y que puedas tomar una buena desición.

   Riza se fijó en la mueca de desagrado que apareció en el rostro del niño. Primero le pareció divertido y hasta se veía " mono" pero luego tomó aire para volver a su postura seria.

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