Capitulo 33

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   Alphonse, junto a Breda, buscó a su hermano en la biblioteca de Central. Ya era tarde y sabía que él y Havoc aún estaban ahí, ya que su hermano le había dicho que lo esperaría. Debió ir de compras primero, ya que le había mentido a Ed. No le dijo para nada sobre lo que había hecho junto al Doctor. No le gustaba mentir y menos a su querido hermano pero pensó que era lo mejor que podía hacer para ahorrarle otro disgusto.

   Las cuatro figuras se diriguieron hasta la habitación que arrendaban los hermanos.

   Breda caminó junto con Havoc un poco atrás.

   - El General Mustang quiere hablar con el Jefe. Quería venir personalmente pero lo convencí apenas de que era mejor que tú lo llevaras a su oficina más tarde.

   - ¿Más tarde? - su compañero miró la hora en su reloj - Seguramente está cansado, como yo, por estar metido toda la tarde en la biblioteca.

   - Creo que es mejor que coman primero y luego vayan.

   Haciendo una mueca de fastidio, a Havoc no le quedó más que asentir.


   Mustang podía ver en los ojos dorados la incomodidad y molestia que sentía el pequeño alquimista. No necesitaba que más personal se enterara de los actos hechos anteriormente con el muchacho y solo permitió que la Capitán Hawkeye acompañara al niño. Sabía que el menor de los Elric le había ocultado a su hermano la conversación que habían tenido, pero él debía tratar de arreglar un poco la situación en que se encontraba con el Alquimista de Acero.

   - Necesito llegar a un acuerdo contigo, Acero - comenzó hablando en un tono tranquilo, mientras se acercaba al muchacho. - Quiero que sepas que jamás quise que llegaras a estar en el estado en que estás ahora...

   Ed, al ver que el General se acercaba, casi sin darse cuenta retrocedió un paso, sintiéndose acorralado. ¿Por qué no podía enfrentarlo? Era el mismo bastardo de siempre, cobarde e infelíz arrogante. Sintió que su espalda chocó con algo y unas manos lo tomaban por los hombros, de forma suave. Giró el rostro, realmente asustado. No le gustaba sentirse así. Los ojos de Riza, cerca de los suyos, lo miraron con calma.

   - Tranquilo, Ed.

   Mustang notó la reacción del pequeño alquimista, casi encontrándole sentido a todo lo que le había hablado Alphonse. La Capitán trataba de sostenerlo, dándole su apoyo. Después de la mirada que se dieron, el chico lo miró nuevamente, de forma brusca. Estaba alterado.

   - Acero. Quiero que me escuches - pudo ver que cerraba los puños con fuerza, pero no bajó la mirada dorada. Esa mirada de fuego aún estaba ahí.

   El hombre siguió acercándose a él y puso sus manos en sus hombros. Tenía a Riza atrás y de pronto su corazón comenzó a latir demasiado rápido. Levantó sus manos y de un solo golpe apartó las del General.

   - ¡¡ No me toques !!

   Mustang comprendió. Retrocediendo un poco para salir del espacio personal del chico, supo que tardaría en recuperar en algo su confianza. Dejó que la mujer se hiciera cargo del ataque de pánico que estaba teniendo el muchacho, mientras él solo se dedicó a observarlo en silencio.

   Ed llevó una mano a su pecho y agarró con fuerza su polera. Le faltaba el aire. "Maldición", pensó, ¿cómo podía reaccionar tan mal? Su cuerpo lo estaba traicionando. Vió que la joven se colocaba frente a él, un poco inclinada para estar a su altura.

   - Edward, escúchame - le hablaba con paciencia - Mírame.

   Ed miró los ojos marrones mientras un temblor estúpido se apoderaba de él.

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