Capitulo 34

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   Ed cabeceó una, dos hasta tres veces. No quería dormir. Pesadillas o reseteo le venían a la mente y no quería sentirse tan vulnerable tan pronto. Escuchó entonces la voz del General Mustang.

   El hombre miró a todos los que estaban en el vagón. Eran sus camaradas más cercanos y ahora que ya habían partido, se dispuso a poner en orden las ideas. Paseó los ojos por todos los asientos. Los Doctores Marcoh y Knox estaban en los primeros. Armstrong, Ross, Brosh, Fuery, Falman, Breda, Havoc, Hawkeye y el pequeño Alquimista de Acero. Se habían sumado a ellos extraoficialmente Heinkel y Darius. Los buscó para poder tener más gente de confianza del niño. No era porque tratara de protegerlo en demasía pero ya todos sabían su situación mental y que posiblemente gracias a su nueva  alquimia  de él dependería mucho el éxito de la guerra.

   - Señores - miró a Riza y Ross - y señoritas. Todos sabemos a lo que nos enfrentaremos, a diferencia del Alquimista de Acero, nosotros ya hemos enfrentado guerras antes. Aquí Ross y Brosh posiblemente solo alcanzaron a intervenir en los últimos momentos de Ishval siendo cadetes, pero aún así tienen el entrenamiento adecuado.

   Edward estaba incómodo. Sabía que todos eran sus amigos de una forma u otra. Habían trabajado juntos y les tenía confianza. Mustang se había encargado de rodearlo de gente que él apreciaba. Podía agradecérselo al desgraciado.

   - El Alquimista de Acero tiene en su poder una carta y fotografía en caso de que por desgracia su mente se resetee. Todos ya saben qué hacer - miró al muchacho - Si nos muestras dónde las guardas ...

   Edward sacó de su bolsillo interno de su chaqueta del uniforme ámbas cosas y luego, después de asegurarse que todos las hubieran visto, las volvió a guardar.

   - Bien. La Capitán Hawkeye estará en primera línea y cualquiera  que esté al lado de Acero tendrá que actuar si el reseteo se presenta. No esperen instrucciones porque ya todos saben qué hacer.

   Mustang vió y escuchó a todos asentir.

   - Traten todos de descanzar. En tres horas llegaremos y descargaremos todo - se giró para volver a su asiento. Sabía  que todos estaban tensos pero aún así debía  darles un poco de confianza. Colocó su gorra de forma que le tapara los ojos y él mismo trató de descanzar, mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.

   Rush Valley

  
   Winry apretó sus puños sintiéndose miserable.

   - ¡ Ése idiota !

   Alphonse estaba frente a ella, dos días antes de su supuesto encuentro. Los planes habían cambiado y los militares se habían marchado antes. Aunque sabía por experiencia que Edward jamás hubiera ido a despedirse, su corazón jugó con ella y había albergado una pequeña esperanza de poder verlo de nuevo.

   - Estará bién, Winry - Al trató de darle confianza, aunque él mismo se sentía ya bastante angustiado.

   - Al ... - la chica abrazó a su amigo y no pudo evitar que unas lágrimas cayeran por sus mejillas. Se sentía patética y débil. Quería ser fuerte, pero tanto tiempo obligándose a no decaer ya la tenía agotada.

   - Ven Winry ... - el chico solo pudo separarla después de un momento - Arreglemos tus cosas.

   Los amigos, familia, se miraron y asintieron al unísono, dispuestos a cumplir sus promesas.



   El cansancio lo había hecho sucumbir en su asiento, apoyada su cabeza en la ventana del tren abrió los ojos. Sintió que había sido solo un pestañeo pués se sentía igual de cansado.

   - Edward.

   La voz de la Capitán lo hizo enderezar el cuerpo para verla en frente de él.

   - ¿Ya llegamos?

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