Capitulo 12

28 2 0
                                    

   Mitad de semana y Winry se encontraba viendo cómo Ed golpeaba un saco lleno de arena que él mismo había colgado en una de las ramas de ese enorme árbol cercano a las ruinas de su casa. Ninguno de los soldados que lo acompañaba estuvieron a la altura de poder practicar con él. Denny lo acompañaba todas las mañanas a trotar y luego moría practicamente. Hasta la perrita Den, que con entusiasmo quería seguirlo, después del segundo día ya no lo acompañaba. Ahora había ido a buscarlo. Eran las 5 de la tarde y le había hecho su pie de manzana. En realidad habían sido 2 ya que estaba segura que arrasaría con uno él solo.
   La mujer de cabello negro, María, estaba de pié a unos cuantos metros con ámbas manos en la espalda, observando al muchacho.

   Aunque lo encontraba totalmente inútil no tenía más opción que golpear de todas las formas posibles al blanco inmóvil. ¿ Qué más podía hacer ? Había  buscado incluso en el pueblo alguién que quisiera practicar con él pero nadie quizo. Les aseguró que no los lastimaría pero al parecer nadie creyó en él. Ni siquiera pudo convencer a Denny para que por lo menos fuera un blanco en movimiento. Nada. Si bién lo acompañaba casi por compromiso en los trotes matutinos, no aguantaba más de tres vueltas, siendo que él ya había aumentado a cinco. Golpear un saco de arena inerte tampoco lo ayudaba en nada. Su cuerpo no tenía tampoco la musculatura que recordaba tener a los 17, así que lo único que conseguía era tener todo su cuerpo magullado.

   La mujer vió de reojo a la adolescente a su lado. Podía ver en los ojos azúlez de la chica la admiración por el niño de cabello dorado.

   - Yo creía que estar aquí sería para que él pudiera descansar.
   La Teniente Ross realmente había dejado ése pensamiento al segundo día de haber llegado.

   - Ed nunca se está quieto.
   La sonrisa sincera de la chica hacía ver la hiperactividad del niño como algo natural.

   Un golpe de rodillazo con el automeil y el saco de arena se rajó haciendo que las prácticas terminaran de una vez.

   Winry vió cómo su amigo se rascaba la nuca mientras movía la pierna izquierda.

   - Tendré que revisarte luego éso, Ed.
   La chica había escuchado un crujido en la prótesis.

   - Sí, bueno. Creo que ya no puedo seguir. - se lamentó mientras todos veían la arena caer del saco al suelo.

   - Vámos Ed. Date un buen baño y comerás un rico pie de manzana.
   - Ja ja ja ¡ genial !

   María Ross siguió a los chicos camino a casa, asombrada de que el pequeño alquimista no se notara ni cansado. Esperaba de todo corazón que toda la semana siguiera así.

   Lamentablemente las esperanzas de todos desapareció al día siguiente.

   Pinako era la que parecía estar más tranquila, aunque fuera solo en apariencia.
   Aún no asomaba el sol y los dos escoltas estaban completamente vestidos. Habían sido despertados por los gritos del pequeño alquimista que discutía con Winry.

   - ¡¡NO!! ¡¿ DÓNDE ESTÁ ALPHONSE?!
   - Ed ... por favor cálmate. Tienes que leer la ...
   - ¡¡ DIME !!

   María Ross y Denny Broch se asomaron en la habitación de Edward solo para ver que la chica Rockbell intentaba mantener al niño sentado a la orilla de la cama. Éste estaba vestido e intentaba una y otra vez salir del lugar.

   - ¡Recordarás Edward! ¡ Lée la carta !
   - ¡ No quiero leer nada ! ¡ Díme dónde está Alphonse ! ¡¡ ALPHONSE !!

   - Abuelita.
   La mujer mayor puso sus manos entonces en los hombros del muchacho.

ResilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora