Capitulo 18

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   《[ Aviso nuevamente sobre flashback y situaciones dramáticas. ]》

   ¿ Qué tan patético podía llegar a ser ? Él, el hombre temido por ser un reconocido Alquimista Estatal, Héroe de Ishbal, con ambiciones de seguir en escenso para ser Führer, algo que ya había pasado a bajar en su lista de prioridades, se encontraba en su casa, derrumbado en su sillón con un vaso a medio llenar del fuerte licor que le gustaba. Había cumplido casi con la mitad de sus deberes en la oficina. Tenía la intención de acompañar a alguien de Xing, que no dejaban de escudriñar toda la región y algo más buscando al pequeño alquimista secuestrado. Al parecer eran los únicos que mantenían algo de esperanza porque aunque él no quisiera admitirlo, casi todo el ejército ya daba por muerto  al niño. Viendo cómo el líquido ámbar comenzaba a calentarse en su mano pensó que la muerte del niño dorado no podía ser real. Era fuerte, casi invencible según él. Qué idiota, se dijo. Nadie era inmortal, ni siquiera los malditos homúnculos ni el famoso Padre. Bebió de un solo trago el líquido amargo. ¿Qué podía hacer? Solo regodiarse en su culpa y recordar no lo ayudaba, solo lo hundía más en el remordimiento.

   Flashback

   Lo veía como quién vé a alguien que se había vuelto loco. Sus ojos dorados lo escudriñaban después que le había dicho que le mostrara el automeil de su pierna a cambio de otra de las pistas que tenía sobre la piedra roja. Y él esperaba alguna respuesta de parte del niño de trenza dorada, pero no parecía reaccionar. Lo estaba molestando, pero para éso lo hacía ¿no?.

   - Vamos Acero, no tengo todo el día. - y le mostraba el sobre con la misión como quien le muestra una galleta a un perrito para que haga una pirueta.

   Por supuesto había estado reacio ya que debía sacarse los pantalones y era muy diferente a descubrir su torso, pero no decía nada como él había pensado. Algún grito, un insulto, algo que le dijera que odiaba obedecer. Solo lo vió tragar duro y notó cómo su rostro se teñía de rojo para bajar sus ojos y, sin mirarlo, procedió a cumplir con la tarea. Le había mostrado el rincón donde se encontraba el sillón de tres cuerpos de su oficina privada, y lo instaba a apresurarse ya que tampoco podía abusar del tiempo que tenía a solas con el niño. Aunque era tarde, igualmente alguien podía querer hablar con él. Cuando estuvo listo se acercó a él y se agachó para observar con atención la prótesis. Así como había hecho con el brazo, sus ojos se detuvieron en la cicatríz que unía el muñón al automeil, mientras el chico desviaba sus ojos a cualquier lado de la oficina. Pudo sentir su malestar. Éso era bueno.

   - Siéntate. - le dijo para poder tomar entre sus manos el pie de metal. Era increible que el más mínimo detalle era imitado, dedos, todo para tener una movilidad casi normal. Igual que pasó con el brazo se dió cuenta que la prótesis pesaba bastante y nuevamente se admiraba que el cuerpo de un niñito como él pudiera con ámbos pesos. Debía tener un entrenamiento constante ya que el chico se movía bastante rápido. Levantó la vista hacia su rostro infantil. Ésos enormes ojos inyectados en fuego lo miraron entrecerrados.

   - ¡¿Qué?!

   Estaba molesto y evergonzado. Le sonrió entonces al tiempo que se ponía de pié y volvía a su escritorio.

   - Vístete. Puedes irte. - le dijo entonces poniendo el sobre en sus manos cuando estuvo listo.

   Nunca lo había visto tan silencioso. Le envió una mirada furiosa antes de desaparecer tras la puerta. ¿ Habría sido lo suficientemente perturbador para que ya no lo considerara alguien cercano ?

   Fin flashback.

   Mustang se tiró en el mismo sillón de su casa en el cual había estado bebiendo, recordando, y matándose de remordimiento. El mismo sillón que fué testigo de otras muchas cosas que debió hacer el pequeño alquimista, hasta que por fín sacó al Coronel de su corazón de niño, deseoso de amor y protección. Fué duro. Pero había sido necesario para que el odio y rencor invadieran su alma y despojaran de su ser ése estúpido sentimiento de idolatría. No se había arrepentido antes pero ahora, ahora se hundía en el calvario.

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