Kacey tenía sus ojos abiertos, pero no se movía. Leyah se inclinó y tomó el rostro de la niña entre sus manos.
— Kacey. Despierta, despierta por favor.
Sintió un dolor desgarrador y las lágrimas empañaron su visión. El saber que no escucharía esa tierna vocecilla, ni vería nunca más el verde de sus ojos, la destrozaba.
— Kacey…
Alguien tomó a Leyah de los hombros, intentando apartarla del cuerpo de la niña.
Leyah no quería dejarla, pasaba las manos por el rubio cabello. Imaginó lo que sentiría la madre al darse cuenta de que su hija había muerto y eso fue aún, más lamentable.
Entendió que llorarla no la traería de vuelta y que merecía descansar en paz. Ignoró las palabras de Ixan y se puso de pie. Golpeó las paredes; el sonido metálico resonaba en la habitación.
— ¿!La dejarán aquí!? ¡Merece ser sepultada!
Las personas solo observaban, no podían hacer nada. Ella no podía hacer nada.
Al cabo de un rato, se dejó arrastrar por el joven pelinegro. Quién envolvió los brazos a su alrededor y permitió que posara la cabeza en su pecho.
Pasaron minutos o quizás horas, hasta que se apartó de Ixan. Los ojos de Leyah estaban rojos e hinchados; sentía que su cabeza iba a estallar. Sumándole el dolor y agotamiento de no haber consumido alimento en días.
Leyah se sentó junto a Ixan y observó el frágil cuerpo de Kacey.
El joven, sentía la necesidad de reconfortar a Leyah, pero no encontraba las palabras.
Se mantuvieron así, en ese mismo estado, por minutos.
Los demás lucían palidejos y exhaustos, en cualquier momento caerían dormidos y no volverían a despertar.
Una trémula brisa se infiltró en la sala. Leyah se sacudió ante el contacto y se hizo en un ovillo; abrazó sus piernas hasta que tocaron su pecho y cerró los ojos.
No sabía cuando se había quedado dormida. Ni cuando se habían llevado el cuerpo de Kacey. Sintió sobre sus hombros el peso de la chaqueta de cuero y le pareció recordar entre vagas imágenes, al joven que estaba a su lado.
— Despertaste.
— ¿Cuándo se la llevaron?
— Lo hicieron cuando todos dormíamos. De alguna manera lograron entrar sin despertarnos.
— Quizás mientes.
— Oh, Leyah. Pensaba que en este punto ya confiábamos el uno al otro.
Leyah detalló los ojos del muchacho. Suspiró pesadamente y sacudió su cabello.
— ¿Tienes familia? —cuestionó Leyah.
— Claro, debí de imaginar que evaderías el tema —Leyah lo observó con esa mirada inquisitiva— Padres y un hermano. ¿Qué hay de tí?
— Somos mi madre y yo —expresó Leyah melancólica.
— Cumplir el rol de padre y madre es de admirar. Debes de extrañarla.
— Sí… Extraño sus documentales —ríe pero Ixan la observa confuso— Es bióloga.
— Mi madre es profesora de historia.
— ¿En qué año cayó el muro de Berlín? —pregunta Leyah de repente.
— 1989.
— Si tuviera internet, verificaría eso.
— Verías que es la fecha correcta.
Leyah introdujo los brazos dentro de la chaqueta, el frío era entumecedor. Miró una vez más al lugar en donde había estado Kacey, pero desvío la mirada a otro punto en cuestión de segundos.
— Es mi turno —volvió a hablar Ixan.
— ¿De?
— ¿Cúal es el pigmento que le da el color verde a las plantas?
— Clorofila pero, ¿no pudiste encontrar una pregunta más compleja?
— No era muy bueno en biología y, acertaste —declaró el joven con extrema certeza.
— Claro que acerté —susurró Leyah entre bufidos.
Leyah recostó la cabeza en la pared y cerró sus ojos. El hambre era insoportable, podía casi sentir las úlceras que se formaban en su interior y como los ácidos gástricos devoraban su estómago.
— ¿Qué es lo que piensas? —preguntó Ixan al notar que el silencio se extendía.
— No quiero morir aquí.
Ixan observó atentamente a Leyah. Su corto cabello negro; sus ojos marrones estaban vidriosos y observó sus labios, de un rosa pálido y el lunar que tenía sobre ellos. Tenía ojeras bajo sus ojos y largas pestañas.
— Yo tampoco.
Leyah ocultó el rostro entre sus manos. Intentando aplacar los sentimientos que ardían en su interior.
Sobrevivir, tenemos que sobrevivir.
— Que Dios perdone nuestros pecados.
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Caníbales por elección
Mystery / Thriller¿Qué harías si despiertas en una habitación con 49 personas? Leyah no recuerda el como llegó a ese lugar. Era frío y sus paredes metálicas la hacían sentirse dentro de una jaula. La carencia de alimento hacía que el hambre se transformara en un ab...