𝐗𝐕𝐈

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— ¿Qué es esto? —preguntó Ziana mirando fijamente a Leyah.

—¿Cómo puedo saberlo?

—No voy a morir así. ¡Esto es injusto! —exclamó al ponerse de pie.

—Tranquilízate, debe de haber alguna explicación.

—pronunció Ziana señalando a Ixan—. Tienes que ver en esto.

—Ziana… Estás algo histérica.

—¿Histérica, Leyah? —caminó hacia la cocina y tomó un cuchillo— ¿Te parece que ahora sí estoy siendo realmente histérica?

—Baja eso, Ziana —sugirió Ixan, pero dejó de hablar al sentir la punta del cuchillo sobre su pecho.

—Ziana. Detente.

—¡Cállate! —gritó apuntando ahora hacia Leyah.

Ixan avanzó a espaldas de Ziana e intentó arrebatarle el cuchillo. Ziana perdió el equilibrio e Ixan cayó sobre ella. Un charco de sangre inició a extenderse en el suelo y los dos cuerpos se quedaron inmóviles.

—Ixan… —susurró Leyah, inclinándose.

El pelinegro se tumbó hacia arriba y suspiró. Observó a Leyah y esta, a Ziana. Con el cuchillo clavado en su pecho.

—No quise apuñalarla.

—¿Por qué su nombre… estaba escrito tantas veces? —Ixan no respondió — No quiero comer de su carne.

—Leyah…

—Este maldito experimento no tiene sentido. ¡Son unos mounstros! —las lágrimas caían sobre las mejillas de Leyah, haciendo que el corazón de Ixan se estrujara.

—Lo siento —Leyah le sonrió y tomó sus manos.

—No es tu culpa.

—Lo siento —repitió, pero esta vez un escalofrío recorrió el cuerpo de Leyah.

—Sé que no querías matar a Ziana.

—No. Siento enrredarte en esto.

—Fue imposible. Ambos despertamos en este sitio.

—No lo entiendes —susurró y apartó las manos de Leyah.

Leyah frunció el ceño al ver a Ixan poniéndose de pie y caminar hacia la puerta en la que se había desprendido la pantalla. Colocó la mano sobre el metal y un dispositivo se hizo visible.

—¿C- cómo… sabes de eso?

Pero Ixan no respondió. En su lugar, escribió un código en el dispositivo y la pared metálica comenzó a moverse. Hombres vestidos de blanco, de pies a cabeza, iniciaron a acercarse.

—Llévense el cuerpo —los hombres asintieron.

Cuando Leyah asimiló la identidad de Ixan, sintió sus párpados pesados y el suelo inició a moverse.

—¿Finalizamos la prueba, señor?

Fue lo último que escuchó Leyah antes de sumirse en la oscuridad.

Caníbales por elección Donde viven las historias. Descúbrelo ahora