Ziana golpeó con la mano abierta la puerta de metal. Tras ella apareció Ixan, sudoroso y ajustándose sus pantalones. Ziana hizo notable su enojo y pasó la mano por su cabello azul.
— ¿Qué?
— ¿Qué? Kal se ha desmayado y no despierta —Ixan y Leyah se observaron y caminaron hasta el chico.
— Tiene fiebre —pronunció Leyah al tocar la frente de Kal.
— Esto es inusual, ha soportado bien el alimento —Ixan observó al chico.
— Quizá no quería comer y se esforzó demasiado —Leyah se puso de pie y fue hacia la cocina. Cortó un pequeño trozo de la manta y lo humedeció—. Esto tendrá que funcionar.
Esperaron a que la fiebre bajara. Leyah observaba los rizos dorados del chico. Tendría alrededor de quince años.
Kal abrió los ojos lentamente y parpadeó un par de veces.— ¿Estás bien? —preguntó Ziana. Él asintió y retiró el trozo de tela de su frente.
— ¿Qué ha sucedido, Kal? —cuestionó Ixan.
— Creo que he pasado mucho tiempo sin tomar hierro. Tengo anemia.
— Le pediremos a la nada lo que necesites —mencionó Leyah.
Se habían acostumbrado a llamar de ese modo a quién fuera que sea que subía la plataforma. Kal bufó y se acostó de nuevo sobre el álgido suelo.
— Moriré en un par de días de todas formas.
Nadie se atrevió a contradecirlo. Era cierto después de todo. Morirían en un par de días.
***
El silencio era demasiado tenso. Expectante.
Leyah no se había atrevido a agitar la olla. El tiempo se hacía eterno y nadie parecía querer interrumpirlo. Hasta que Ziana no lo toleró más. Le arrebató la olla y la agitó. Tomó un papel y por un momento el temor se adueñó de ella, pero se esfumó en cuestión de segundos.
— Kal.
Suspiró. De alguna manera, lo presentía. Sus rizos dorados resbalaban por su frente y en sus ojos celestes se asomaban las lágrimas. Parpadeó, intentando alejarlas.
Siguió a Ixan y a Leyah a través de la pared. Leyah lo abrazó y ese cálido gesto bastó para derramar sus lágrimas. Su pecho se agitaba con aflicción y limpiaba constantemente la humedad en sus ojos.
Ixan le entregó las píldoras cuando Kal se hubo tranquilizado. Las observó. Las tragó. Su cuerpo fue atrapado por Ixan y lo colocó sobre la mesa.
Cobarde. Eres una cobarde.
— Sal —declaró Ixan al ver la súplica en los ojos de Leyah.
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Caníbales por elección
Mystery / Thriller¿Qué harías si despiertas en una habitación con 49 personas? Leyah no recuerda el como llegó a ese lugar. Era frío y sus paredes metálicas la hacían sentirse dentro de una jaula. La carencia de alimento hacía que el hambre se transformara en un ab...