Cuarenta Y Dos

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Tres semanas.

Cleo había comenzado finalmente a tener un poco de esperanzas agradables. Eros finalmente podía mantenerse de pie y caminar, sus mareos seguían allí, a veces solía tener fiebre por las noches, pero ya no tosía. El médico dijo que si se cuidaba, podía mejorar en el trascurso de un par de semanas más.

Eros había insistido en que ya podía tomar un paseo por el castillo, necesitaba salir un poco de la habitación qué parecía ser su propia tumba. Cleo aceptó, necesitaba comenzar a retomar su rutina para que pudiese sentirse más sano y así no volver a caer en lo mismo.

—¿A dónde quieres ir?— le preguntó Cleo.

Eros acercó su mano a la de ella para entrelazarla mientras caminaban. Hace mucho tiempo que no hacía eso, incluso Cleo no había notado la diferencia de altura que ambos tenían. Era como poco a poco volver a retomar la rutina qué habían creado.

—¿Has visto a Júpiter? Podemos ir a la caballeriza.

No, no había vuelto a ir desde que se había topado con Ezio, no podía volverlo a encontrar, cuando oía su voz en el comedor, ella tomaba un atajo para llegar a la cocina o a cualquier lugar lo suficientemente lejos. Leah había dicho que al parecer había ido a ayudar al lord con unos asuntos, por lo que iban a estar a salvo.

—No, pero podemos ir— le respondió mientras balanceaba un poco sus manos entrelazadas hacia adelante y hacia atrás— ¿No te has cansado?

Había tomado un baño y bajado las escaleras del castillo, podía ser que eso ya lo había agotado, tampoco debían sobrepasar las pocas fuerzas que comenzaba a tener. Pero el chico negó, su cabello desordenado se movió a la par.

—Estoy bien, te avisaré cuando eso pase ¿si?

No quería que estuviese preocupada todo el tiempo por su estado. Podía comenzar a caminar, además, quería pasar un tiempo más alegre junto a Cleo, había estado sufriendo demasiado mientras él estaba en cama.

—Bien— le dijo, finalmente podía comenzar a esbozar sonrisas más reales.

Claro que se notaba pálido aún, pero al menos sus labios comenzaban a tomar color y sus ojeras comenzaban a volverse más tenues. Aún así, su mano se aferraba a la de Cleo, como si discretamente necesitase de un poco de apoyo. Ella estaba más que dispuesta a dárselo.

—¿Cómo está Elodie?— le preguntó mientras mecía de igual forma sus manos entrelazadas.

—No la he visto mucho, pero creo que esta bien..— dijo, no quería que se sintiese mal por haberla "apartado" por un tiempo.— Seguro ni me recuerda ahora que tiene a Neptuno.

—Lo siento, creo que te distancié de ella..

—No te disculpes, esta bien.. Nada de esto fue culpa tuya. Cuando te recuperes, podríamos ir a verla, te extraña.

Era cierto, Elodie durante el mes que había estado lejos no paraba de preguntar que día volvería y si podían ir al castillo un poco antes para sorprenderlo. Realmente le tenía un cariño muy profundo.

Eros asintió, con una sonrisa en sus labios.

—Claro. ¿Sabes qué es lo primero que pienso hacer una vez que me sienta bien?

Cleo pensó un poco la respuesta. No podía pensar claramente porque los ojos verdes de Eros estaban posados sobre ella mientras caminaban, siempre lograba causarle vuelcos en el estómago.

—Darte un beso— respondió, divertido.

Cleo se rio, lo codeo por la forma en que había logrado ruborizarla. Eros no fallaba al intentar ponerla tan nerviosa. Eso causó que él se riera también por su clara reacción.

Eros | Timotheé ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora