Trece

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—¿Estas ocupada?

—...No— Elodie habló muy bajo.

Cleo se acercó a dónde estaba su hermana, estaba fuera jugando en el suelo, completamente sola. Se hincó justo frente a ella, pensaba en charlar de lo que les pasaba. Normalmente, todo el tiempo posible lo pasaban juntas pero esos días, hasta evitaba mirarle.

—¿Podemos hablar?

Su hermana menor asintió, no opuso ninguna resistencia. Quería hablar, la había extrañado mucho el poco tiempo que estaban distanciadas.

—¿Estás molesta por no haberte dicho lo que hablé con nuestra mamá?

—No es eso, además, yo si escuché— estaba apenada porque sabía que no debía haberlo hecho— Es solo que no me gusta que no me cuentes que pasa.

—Es solo que son cosas de mayores, todavía no tienes razón para preocuparte por eso ¿sabes? Quiero que disfrutes tu niñez, es todo— se alzó ligeramente de hombros.

—Pero yo quiero ayudar— suspiró frustrada.

Cleo llevó una mano al cabello de Elodie para peinarlo, sabía que su hermana siempre era así, siempre quería estar involucrada y ayudar, pensó que eso tal vez tuvo que ver con la muerte de su padre: Elodie siempre le pedía a Cleo que le dijese en que podía ayudar, claramente no se lo permitían.

—Ya me estás ayudando— respondió.

—No, no es cierto.

—Sí, si es cierto.

Elodie frunció los labios y se cruzó de brazos, se sentía muy desesperada. Su hermana mayor iba a alejarse, tal vez en un tiempo muy cercano por un hombre que no conocía para nada.

—Puedo ayudar más— aseguró— Tal vez pueda convencer a mi mamá que no te obligué o ¡ya se! Puedo ahuyentar a ese Radley— eso hizo que Cleo soltase una pequeña risa.

—Creo que no se llama así.

—¿Ah no?— frunció el ceño.

Cleo negó risueña.

—Pero está bien, yo me ocuparé de esto.

Elodie pensaba más las palabras de Cleo. No habían llegado a ninguna parte pero no pensaba dejarle de hablar más tiempo, iba a estar junto a ella todo el tiempo posible. Además, Eros le había hecho una especie de promesa, sabía que él nunca le había quedado mal.

—Bien, pero debes prometerme algo.

—¿Qué cosa?— se acercó intrigada por su hermana menor.

—Que si necesitas apoyo y no puedes decirme a mí, le dirás a Eros.

—¿A Eros?

Elodie asintió.

—Él se preocupa mucho por ti. Además, ya son amigos ¿no?— Cleo no supo que responder.

—Pero no quisiera preocuparle.

Sí, pasaban el día juntos, se contaban lo que hacían y sus problemas pero aún así no quería darle una carga que no le correspondía. Eros no era responsable ni tenía porque hacerse responsable de asuntos como aquellos.

—Se preocupará más si no le dices, ¡y yo también! Él es el único en quien confío mucho mucho mucho.— sus ojos eran casi suplicantes.

No podía decirle que no, así ella estaría mil veces más calmada y no era como que no fuese algo que hubiese hecho en el pasado; ya le había contado tantas cosas a Eros.

Eros | Timotheé ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora