ME QUEDO EN KANSAS

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—Papá, puedes dormir conmigo—

—¿En serio? —

—Sí, ¿Puede mami? —

—Sí Matt, solo si él quiere— volteó a verlo, ella seguía molesta.

—Claro que quiero— tomó su maleta y subieron, Matt lo jalaba de la mano, emocionado, era la primera vez que compartiría la cama con su hijo, desde que nació, siempre habría dormido con su mamá, se sentía algo mal ahora por eso.

—Dios mío— ella suspiró. —Mañana mismo espero saque su trasero de aquí a un hotel, Travis, perdón, es tu casa y...—

—Hey, calma, me siento como tú, pero no le haría nunca un mal a Matt, ¿Está bien?, para él es importante—

Ella lo abrazó.

Matthew estaba dormido, con una enorme sonrisa, Joe lo miraba con cautela, se sentía culpable de todo el tiempo que no estuvo con él, eso sí era genuino, comenzaba a reflexionar lo mal que ha actuado como padre, Taylor tenía razón, era verdad, se portó como todo un imbécil con su hijo a lo largo de 5 años, de verdad que quería repararlo, necesitaba rescatar a ese niño, su niño interno, que se encontraba reflejado en su hijo, odiaba que su madre y familia le dejase tantos traumas, apenas se daba cuenta de lo mal que hizo.


—¿Cuándo comenzarán a vender terrenos en la luna? — dijo, acostada mirando el techo.

—Taylor— Travis estaba riendo, sus ocurrencias, al menos, bajaban la tensión.

—Es que... ¿Qué puedo pensar?, debe creer que puede hacer lo que se le venga en gana, estoy enojada—

—Te entiendo, estoy enojado también, no puedo negarlo, pero... Matt está feliz—

—Lo sé... Espero mañana se vaya, es tu casa Travis, me da una tremenda vergüenza todo esto—

—Tranquila, un día a la vez—

—Habíamos cerrado la noche muy bien— dijo haciendo referencia a que tuvieron sexo en la sala.

—Bueno, si omitimos lo último, podemos decir que cerró bien—

Suspiró. —Lamento de nuevo todo esto—

—No debes lamentar nada, no es tu culpa Taylor, tranquila, iremos sobre la marcha en esto—


A la mañana siguiente, Noah despertó temprano, pidiendo de comer.

—Nena— Travis movió a Taylor, quien estaba profundamente dormida, seguramente, se la pasó pensando los peores escenarios.

—Hmmm— se movió levemente.

—Nada— besó su cabeza y la dejó dormir, se notaba agotada, se levantó con la bebé y bajó a la cocina para tomar una bolsa de leche materna y descongelarla, mientras eso pasaba, decidió que lo mejor sería hacer el desayuno, tratando de olvidar que el ex de su prometida se encontraba en la misma casa. Antes de eso, al tener la leche lista la colocó en el biberón, probó la temperatura en su brazo y se sentó en la silla del comedor de la cocina, para darle de comer a su bebé, apreciaba esos momentos con ella, sus hijas eran lo que más amaba en el mundo, mirar a los ojos a Noah, le recordaban tanto a Taylor, ese color azul brillante precioso, era la cara de él, pero sin duda, los ojos de su mamá, pequeños rizos rubios comenzaban a formarse en la cabecita de la bebé, era bastante enorme, no podía negar que era una Kelce, cualquiera diría que tenía cinco meses, pero apenas tenía dos, la pequeña se alimentaba con toda la tranquilidad que su padre le proporcionaba.

Chispas vuelanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora