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El camino a la residencia fue silencioso. Ambos tenían cosas en que pensar.

Harry pensaba en cómo sacar a Rebekah de aquel matrimonio, peleando con la idea de destruirle la vida su mejor amigo, mientras que ella piensa en la sensación suave de la boca de su jefe sobre su piel.

Eran tan diferentes y era imposible no notarlo. Ambos tenían fuego interno, pero el fuego de Harry, a diferencia del de Cipriano, no parecía querer destruirla, parecía querer darle calor y mantenerla a salvo. A ella le daban ganas de encenderlo y quedarse allí hasta que este terminara por consumirla.

También sentía deseos de correr, porque el fuego siempre era fuego y no importaba si era instantáneo o prolongado, siempre terminaría por quemarla.

Bajo en silencio y Harry la siguió. Ambos subieron las escaleras y ella se preguntó en qué momento se había comenzado a sentir más cómoda con la presencia de Harry en su propia casa que con la de su esposo. Rápidamente decidió que desde siempre.

Saco la valija de su vestidor y la abrió, dejándola sobre uno de los cómodos sillones rectangulares del centro.

— ¿Cuántos días nos iremos? —, pregunta y entonces siente la mirada del británico en su rostro.

— Cuatro días —, menciona y ella alza ambas cejas.

— ¿Cuatro? Pensé que solo teníamos una reunión.

— Bueno, es correcto, pero también hay otros planes. —, le explica, apoyando un hombro en el umbral de la puerta mientras la observa.

Ella está caminando de un lado a otro, tomando falsas y camisas de vestir. El se sonríe y se toma el atrevimiento de caminar dentro del vestidor. No puede evitarlo. Todo huele a ella. Es su espacio personal y no puede evitar saborear las flores y la pimienta que hace que su nariz busque más.

— Vestidos también —, menciona y entonces Rebekah alza una ceja.

— ¿Vestidos? Llevó, para las reuniones, con este estará bien. —, le detalla, alzando un elegante vestido negro.

Harry niega con la cabeza y ella parecía confundida. Deja de estarlo en cuanto el hombre toma un vestido azul cielo y se lo tiende. La tela es suave y ligera. Es un vestido hermoso, pero poco adecuado para un viaje de negocios. Parece un vestido que utilizaría para una tarde en la playa. Elegante pero bonito.

— No veo en qué momento podría ponerme esto —, murmura, observando el escote lateral del vestido. Es hermoso, sin embargo muestra piel y es una imagen que no quiere mostrar a los empresarios.

— Yo me aseguraré de que lo uses, pero busca algo que te guste a ti. Tendremos tiempo de descansar, recorrer un poco, usar la piscina del hotel. —, explica, mientras sigue recorriendo el vestidor, esta vez abre el cajón principal y alza la tanga de una bikini negra con su dedo índice. — Esto puede servir.

— ¡Harry! —, grita ella y se la arrebata de la mano, haciendo que el estalla a carcajadas.

— ¡ES BONITA! —, chilla el empresario, tomando la cintura de la mujer para intentar tomarla y ella se la esconde en la espalda, cerrando el cajón con su trasero.

Ella es tan pequeña en comparación a que él quiere tomarla en brazos y alzarla. No lo hace, sin embargo le besa la frente y ella casi cree que su beso iba a sus labios. Se odia por haberlo deseado, por lo que se aleja rápidamente y Harry la mira confundido

— No voy a llevar eso, en serio —, murmura, con su ánimo un poco muerto. El lo nota y ve como ella guarda aquella prenda, sin embargo toma otras que él no tiene el valor de ver, mucho menos después de haberla imaginado con ese bikini.

illicit affairs | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora