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 Contenido adulto.


La inconsciente danza del amor se da muchas veces bajo los efectos de la negación.

Desde la noche anterior Rebekah se estaba haciendo preguntas que solamente podían responderse bajo el efecto embriagante del amor y el deseo. No podía encontrar una respuesta racional a sus comportamientos, sin embargo tampoco quería aceptar el hecho de que no solamente estaba siéndole infiel a su esposo, si no que también lo hacía no por resentimiento a falta de tratos, si no porque realmente siente algo por Harry.

Esa negación era la que le impedía avanzar, ir más allá. Su inconsciente lo sabía. Deseaba navegar en aguas más profundas con él, sin embargo el rechazo que pretendía era a causa de la negación de ser exactamente lo contrario a la clase de mujer y esposa que se supone debería ser, sobre todo, según las expectativas y exigencias de Cipriano.

Le habían puesto esposas por mucho tiempo. Vivía encadenada a algo que no pretendía y le generaba un peso enorme, uno difícil de llevar. Deseaba soltarse, por supuesto, pero entonces ¿qué sería ella? Toda su existencia se limitaba a ser la esposa perfecta del esposo perfecto. A ser amable, comprensiva, educada, compañera, complaciente y tomar todo lo que le daban, sin pedir absolutamente nada a cambio.

Terminó de armar lo que faltaba en el bolso de su esposo, mientras este salía de la ducha, completamente perfumado. Rebekah había quedado en ir a despedir al Italiano, debido a que no se verían durante muchos días, incluso su aniversario de bodas. Sin embargo no estaba muy entusiasmada con la idea, sobre todo cuando sabía debía volver a casa y encerrarse en el silencio fúnebre que la llevaba a replantearse no solamente su historia entre Cipriano y Harry, si no que también la suya propia, lejos de los ojos evaluadores de los hombres.

Los gritos y la pelea con Harry le estaba afectando, incluso más de lo que deseaba admitir. Una vez más la negación parece ser su carta de tarot rigente. No podía despegarse de ella. No podía aceptar que aquello que había dicho el hombre no eran más que palabras ciertas.

No deseaba ser la esposa perfecta. No deseaba alejarse de Harry y sobre todas las cosas, ella no amaba a su esposo, por mucho que pretendiera. Lo quería, lo respetaba, incluso, sin embargo toda su relación se había tratado de ella buscando en él una pizca de amor, amor en ella y en él. Amor que había sentido al encontrar los colores de Monet en los ojos de Harry. Amor que solo podía ver en los colores que no había encontrado en nadie más.

— ¿Estas lista? —, le cuestiono el Italiano, mientras se ajustaba su chaqueta y la observaba con impaciencia.

Rebekah asintió suavemente y entonces dejó la valija en el suelo. El la tomó y cuando ella intentó avanzar hacia la puerta, el hombre la frenó, tomando su muñeca con sus fuertes manos, haciendo que el corazón de la británica diera un vuelco, perturbada por los recuerdos de días anteriores.

— Ten cuidado, Rebekah. Tengo oídos y ojos en todas partes. —, le murmura y su voz es tan fría que por un momento la castaña no lo reconoce.

— Cipriano —, le murmura, con su voz más afectada de lo que pretende. Sus ojos oscuros se implantan en su memoria y el momento tenso se congela por un instante hasta que finalmente él la suelta, dejando un beso en su frente que la deja tensa en el lugar.

El italiano toma la maleta y baja las escaleras, dejando a la mujer con un intenso y extraño sentimiento implantando en su estómago. Mira hacia el techo y suelta el aire acumulado, intentando tranquilizar a su cuerpo antes de salir por la puerta, caminando con tranquilidad al auto con el que llegarian hasta el aeropuerto.

illicit affairs | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora