Las manos de Harry fueron incluso más rápidas que su pensamiento mientras acariciaban el camino que bordeaba cada una de sus curvas. El material de la puerta en la que ambos cuerpos estaban sujetos pasó a ser un segundo plano mientras sus caderas se empujaban con saña al intentar encontrar algo de alivio a la terrible necesidad de un encuentro que parecía haberse pospuesto desde aquellos encuentros perdidos en aquel hotel de América.
Una pequeña parte de su mente, enterrada en el final de su inconsciente, quería recordar aquella discusión previa que había tenido antes de la interrupción del beso y la sensación inexplicablemente tormentosa que la había llevado al insomnio. Pero no era posible coordinar un solo pensamiento que no estuviera incendiándose con el fuego del deseo casi enfermizo que sentía por el hombre que había encontrado el botón exacto para hacerla perder la memoria.
La lengua astuta de Harry enredó la suya como si fuera el mismo demonio, y mientras sus manos encontraban sus piernas, él fue astuto al alzarla contra la pared y tomar posición entre sus muslos, donde la mujer pudo evidenciar la excitación del hombre que se embriagaba en el sabor de la boda de Rebekah. Sus dientes tomaron posesión de su carne y pronto los besos fueron duros y más dolorosos a cada instante.
Insaciable, la mujer enterró sus dedos en el cabello sedoso del hombre y tironeó de él impidiéndole que se alejara. Mientras tanto, sus caderas comenzaron a empujar con empeño las masculinas, encontrando el ángulo exacto en el que su miembro enfundado en un perfecto pantalón de vestir se frotaba contra su nervio más placentero, regalándole sensaciones que creía que jamás sentiría. Su mente la había abandonado. Sin embargo, cuando el aire volvió a su boca y su amante tironeó de su cabello castaño para alcanzar su garganta, sintió cómo la realidad se volvía tangible a sus dedos mientras él la cogía por encima de la ropa sin ningún tipo de tabú, con el hombre que ocupaba el puesto de mejor amigo y hermano de su esposo.
— Harry —, gimió, con la debilidad notándose en cada letra.
Sintió la sonrisa del hombre mientras devoraba su garganta y se aventuró a conocer sus pechos, los cuales lamió en un intento desesperado de saborear cada centímetro de piel que aquella pieza de lo más estorbosa le brindaba.
— Harry —, volvió a repetir. Sin embargo, esta vez él pudo sentir la rigidez en el cuerpo de la mujer que deseaba poseer.
El hombre, aún con ojos hambrientos, alzó su vista hacia la de cabellos chocolate y ella lo miró con sus ojos profundamente cielo. La besó en la boca, porque no pudo evitarlo, aunque pronto apoyó su frente en la suya, dándole la oportunidad de hablar. Y aunque Rebekah casi pierde la conciencia una vez más en aquel simple acto, fue dura al negar suavemente con la cabeza, mientras el hombre, con la respiración agitada, podía sentir la negación de sus actos.
— No podemos —, mencionó, y entonces él apretó el agarre con ambas manos en sus muslos.
Se alejó de su rostro lo suficiente para observar sus ojos azules, sus labios rojos e hinchados, y la perfección de un rostro que siempre había venerado. Ante sus ojos, Bekah era la mujer más hermosa y sensual que había conocido, y aunque había estado escuchando durante años las imperfecciones que ella y su marido creían que tenía, él no podía dejar de ver arte en cada una de ellas.
— Podemos, Bekah —, murmuró y cambió el toque de su mano a su rostro, tomándola por ambas mejillas para que lo pudiera ver, al notar que ella comenzaba a evitar su mirada. — Bekah, mírame —, pidió, pero ella estaba observando más allá de él, desviando su mirada hacia la ventana con lágrimas rebosando de sus océanos. — Mírame —, la obligó, y al pestañear, una lágrima recorrió sus mejillas.
— Tú, yo, él... ella... no —, balbuceó, sin sentido, y Harry secó con su pulgar aquella lágrima infraganti. Él pudo sentir cómo ella se alejaba emocionalmente y físicamente, puesto que sus piernas dejaron de brindarle su calor mientras abandonaban sus caderas.
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illicit affairs | Harry Styles
FanfictionNo me llames infantil, no me llames bebe. Mira este desastre en el que me haz convertido. Me mostraste colores que sabes no puedo ver con nadie más. No me llames infantil, no me llames bebe. Mira esta maldita idiota en la que me convertiste. Me en...