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En la inmensidad de una noche sin estrellas, la vida parecía haber cobrado un nuevo significado cuando Rebekah subió al auto acompañada de su esposo, dejando atrás la imagen de Harry rodeando la cintura de Kendall. Por supuesto, era consciente de que el espectáculo que había dado en la cocina no era más que un engaño propio frente al infortunio de su matrimonio; sin embargo, no podía evitar sentir que algo en aquella historia estaba en el lugar incorrecto.

La oscuridad de la noche no era más que un augurio de lo que estaba por venir en sus vidas: incertidumbres y vacíos profundos que dejaban un espacio demasiado grande para ser llenado.

Rebekah sabía de eso. Había intentado llenar su vida y frustraciones con elegantes vestidos y joyería costosa, intentando compensar la hostilidad de su hogar y un corazón vacío del amor de su esposo. Harry, aunque ella lo ignorara, era un experto en eso. Había construido una vida falsa alrededor de la idea de obtener aquello que siempre había soñado, pero con la mujer equivocada, creyendo que a su lado tenía a la perfecta.

Eran actores en su propia vida, cumpliendo con el papel de personajes que jamás habían querido ser ni por los que habían audicionado. Pero ahí estaban, sonrientes y relucientes mientras saludaban con la mano y tragaban la angustia de saber que la persona con la que realmente querían ir a casa estaba en compañía de alguien a quien se le había otorgado un papel incorrecto en la historia.

Rebekah tragó saliva y el poco orgullo que le quedaba mientras se abrochaba el cinturón y pretendía sonreír. Se sentía frustrada, y no solo sexualmente. Había algo en su interior que le recordaba que jamás tendría el papel principal en una historia romántica, pero había audicionado para todos los de tragedia y comedia: una agria, pero letal combinación de éxito.

Mientras Cipriano conducía a casa y el silencio se convertía en el tercero en discordia, Rebekah tenía flashes de lo que podría haber sido aquel fugaz encuentro en la cocina si no fuera por el detalle de su anillo en el dedo y el otro en el bolsillo de su compañero. Las imágenes eran tan visuales que incluso tuvo que desviar la mirada hacia el cristal frío del auto. Aquel golpe brusco de temperatura pareció traerle la verdad como un relámpago en una tormenta imprevista: Harry debía estar sacando esa frustración con Kendall, mientras ella volvía a su cárcel.

Era una esposa infeliz regresando a una torre creada a medida para ella. Sin embargo, con Harry, no podía decir lo mismo. Rebekah había sido amiga de Harry durante años, testigo oculto del día en que conoció a Kendall y de cada avance significativo en la relación. Incluso había participado en la elección de aquel dichoso anillo que Harry había comprado con su ayuda. Eran una pareja feliz, una pareja que ella estaba arruinando con el egoísmo de su matrimonio de cartón y las frustraciones que la habían llevado a convertirse en la amante del mejor amigo de su esposo.

Ese era definitivamente un nuevo ángulo que no se había dignado a considerar hasta esa noche. Estaba tan profundamente sumida en los sucesos de su propia vida que no se había detenido a pensar en los de Harry. Ella no era la única infiel en una relación; había dos parejas afectadas por su crisis adelantada de los treinta.

No podía afirmar con certeza que Harry no fuera feliz con su novia. De hecho, temía lo contrario. Habían sido invitados a esa cena por Kendall, mientras ella tomaba la mano de Cipriano y recitaba palabras de amor que ya no estaba segura de haber sentido nunca. Pero Harry era diferente. Él siempre había sido el perfecto caballero y se comportaba con Kendall de la forma en la que ella siempre había deseado ser tratada. Entonces, ¿por qué le era infiel a Kendall? Ella era infeliz, pero Harry parecía estar deseando casarse con Kendall... al menos hasta donde ella sabía.

Rebekah no estaba arruinando su matrimonio; de hecho, este nunca había funcionado. Pero sí estaba arruinando la posibilidad de que Harry tuviera uno, sobre todo cuando él siempre había mostrado tanto interés en tener una esposa y una familia. Sin embargo, a Harry ni siquiera parecía importarle: había hecho aquella escena en la cocina como si fuera la cosa más normal del mundo mientras su futura esposa estaba en la habitación contigua.

illicit affairs | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora