-No volveré a beber - murmuró para ella -, bueno, no volveré a beber tanto - puntualizó.
No dejará de beber, no es que fuese una alcohólica aunque por el camino que llevaba no extrañaría. Pero es su único vicio, además, como ella se repetía continuamente: "No es como si mi vicio fuese la cocaína o matar personas".
Ya llegaba justa a preparar a las modelos para el desfile, así que se puso los Louis Vuitton clásicos y salió a toda prisa del apartamento con la intención de darse el último repaso en el ascensor. Pero justo al salir se chocó contra un duro cuerpo. Lo primero que pensó fue que era un ladrón. Después se acordó que con la seguridad del edificio eso era casi imposible y se relajo un poco. Pero al levantar la cabeza se quedo paralizada. A lo mejor no era tan imposible. El hombre era enorme, con unos ojos marrones claros que la estaban dando un buen repaso y cuando terminó sonrió descaradamente. Llevaba unos pantalones cortos deportivos y desgastados, al igual que la camiseta que en otros tiempo debió tener un color definido, no como ahora, y que marcaba los músculos de su amplio pecho. Su pelo moreno estaba casi rapado, lo que acentuaba sus rasgos rasgos.
-Hola, pequeña - dijo el hombre sin dejar de sonreír descaradamente. Roxanne no contestó, mirándole más fijamente, estaba segura de que le conocía de algo. Pero no de qué. - Nunca había dejado a nadie sin palabras... creo que me gusta...
-¡Me ha tenido que tocar el gilipollas! - gritó una voz masculina desde el otro apartamento. El cual, Rox, se acababa de dar cuenta que tenía la puerta abierta.
-¡Eso sigo pensando yo desde hace 30 años! - contestó otra voz masculina desde el mismo lugar que la primera.
-No les hagas caso, solo tienen envidia - contesto el moreno.
-¿Envidia de ti? Deja que me ría - en ese momento se asomó una cabeza exactamente igual a la del hombre que tenía delante, pero con el pelo algo más largo.
-Ríete todo lo que quieras, sabes que es verdad- dijo el primero, sin mirar a la puerta.
-¡Perdón! - Ella les interrumpió deseosa de irse - ¿Y si te quitas del medio y así me puedo ir? - dijo haciendo que dos pares de ojos idénticos se fijasen en ella, ambos con interés.
-Disculpa, pequeña - dijo el del pelo más largo acercándose -. Yo soy Salvador y el cafre que te está impidiendo pasar es Salazar. Pero seguro que eso ya lo sabías.
-¿Y por qué lo tendría que saber? No contestéis, me da igual y tengo prisa, así que si os apartáis sería feliz...
-¡Vosotros dos! ¿Queréis poneros en movimiento? A este paso terminaré la mudanza cuando tenga canas... - dijo la primera voz desde la puerta. Pero se calló al verla. Ya era la tercera vez que la miraban así en unos minutos y la hacía sentirse incómoda - Oh, hola...
Este espécimen de hombre tenia la misma constitución musculosa que los gemelos, puede que un poco menos. Pero igualmente admirable. Con el pelo castaño oscuro corto y un tatuaje que le cubría todo el brazo izquierdo. Con la ropa tan usada como los otros dos.
-Cada vez que hablas me sorprende que ligues, no lo entiendo - dijo Salazar.
- Yo tampoco - secundó Salvador.
-Lo mismo pienso de vosotros dos... - dijo el último.
-¿¡En serio!? - dijo Rox impacientándose - Tú - se dirigió a Salazar -, apártate.
Cuando éste se apartó, ella entró rápidamente en el ascensor pasando por su lado, que por suerte todavía estaba en esa planta. Una vez dentro se giró, viendo como los tres hombres la miraban con diferentes expresiones en el rostro. Si fuese en otro momento que no tuviese tanta prisa, ni la cabeza en otros asuntos, se hubiese dado cuenta de los tres monumentos que tenía delante y sobre todo, de que uno era su nuevo vecino. Pero se daría cuenta más adelante, cuando se volviese a cruzar con ellos.
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Chicago Warriors (Editando)©
Romance¿Quieres conocer a Roxanne? ¿Y a Jackson? Aquí tienes la oportunidad de hacerlo. No te lo pierdas. Yo no lo haría. Todos los Derechos de Autor reservados.