Capítulo 5

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Un hombre trajeado le fue a buscar al aeropuerto, con un cartel dónde se encontraba escrito su apellido y  le acercó a su hotel, el mejor y más impresionante de Las Vegas. Roxanne se encontró mirando todo detenidamente. Estaba sin palabras con tanta opulencia. Los suelos eran blancos y estaban impolutos; las columnas blancas con capiteles dorados. Y el resto del hotel era del estilo. Ella se dirigió al mostrador de recepción, donde un hombre y una mujer de uniforme tan blanco como el suelo lo atendían.

-Bienvenida, ¿En que le puedo ayudar? - le saludó el recepcionista.

-Buenos días - le sonrió -, tengo una habitación reservada a nombre de Blackwin. - antes de termina su apellido los dedos de la mujer se movían veloces por el teclado.

-Sí, suit número 1004 - dijo cogiendo un sobre de algún cajón que no se veía y entregándoselo -, si es tan amable ahora le llevarán a su habitación. Que tenga una buena estancia- dijo sonriendo amablemente.

Siguió al chico de uniforme que se encargó de llevar su equipaje aún cuando le dijo que no hacía falta. Aunque por lo menos le dejó que llevara su bolsa con el traje de gala. El piso donde se encontraba su suit, tenía el suelo cubierto por una alfombra roja, las paredes blancas y las puertas de las habitaciones blancas con los bordes dorados. Se pararon enfrente de la puerta y el chico esperó hasta que ella abriera la puerta con la tarjeta y le dejaba entrar para llevar la maleta adentro.

La habitación era en tonos blancos y dorados. Con un muro en medio de la habitación que la dividía en dos. Nada más entrar te encontrabas con dos sillones de aspecto mullido, una mesa de café de cristal con algunas revistas y una bolsa negra con su nombre encima. Enfrente de los sofás, colgada del muro, una gran pantalla de plasma con un sistema de sonido a los pies. AL otro lado del muro había una cama enorme con mantas de satén doradas y lo que parecían millones de cojines; con otra televisión igual que la otra colgada enfrente de la cama. Lo que más la gustó fue el ventanal que cubría uno de los laterales de la habitación, de esas polarizadas por fuera para conservar la intimidad. Y al estar a tan altura no tendría problemas de que otras personas la pudieran ver. Además la habitación contaba con el sistema mas moderno de persianas a través de mando a distancia. La pared opuesta había unas puertas doradas de un gran armario empotrado y una puerta invisible que se percibía sólo por el manillar dorado que la delataba. Cuando el chico se fue después de darle una propina, lo primero que hizo fue entrar al baño. Y decidió que la parte que más le gustaba era esa habitación. También blanca como todo el hotel. Un gran espejo cubría una pared. En la pared libre dos lavabos sostenidos sobre una hoja de cristal. El inodoro sostenido a la pared y en el medio de baño una gran bañera en la que por lo menos cabían cinco personas, con una regadera estilo lluvia colgando del techo. Todo tan perfecto, que no pudo evitar suspirar y soltar una carcajada seguida.

Estaba eufórica. Estar en ese hotel, para asistir a la fiesta de la Moda Anual era como cumplir una parte importante de sus sueños. Cuando empezó a estudiar diseño de moda no creyó que llegaría tan alto. Sí que soñaba con ello, pero es un mundo tan complicado y difícil de acceder que se veía trabajando para cadenas comerciales o como diseñadora privada. No llegar tan alto. Y lo que más esperaba era no tropezar y caer. Y aunque le había costado muchas cosas llegar hasta dónde está ahora, no se arrepentía de nada. Lo más duro es el distanciamiento que hubo con su padre, fue tan grande que ahora apenas se hablaban. Y todo porque ella no quiso estudiar dirección de empresas. Y aunque él la siguió pagando los estudios, la puso una condición, que sus notas no bajasen del sobresaliente o se las tendría que apañar ella sola a partir de entonces. Y lo consiguió gracias a esforzarse y pasarse noches estudiando o simplemente dibujando para conseguir más soltura en los trazos. Eso y los dolores de cabeza que le daba Carlos cada vez que quería salir. Y eso es otra cosa que la sorprendió, que siendo Carlos tan vividor de la noche se quisiese juntar con ella, una chica que si podía no pisaba una discoteca en meses. Pero también es verdad que todas las horas diurnas que pasaban juntos estaban cómodos y había buenas vibraciones entre ellos. Y se alegra de tenerle todavía en su vida, porque es como su familia.

Después de asumir por fin dónde se encontraba decidió salir a conocer un poco la ciudad antes de comer. Era su primera vez que estaba allí y todo porque cada vez que quería venir cuando era menor de edad, su padre no se lo permitía. Le decía: "Esa es una ciudad del pecado y tú no tienes nada que hacer allí, así que no ". Y con esa frase daba por terminada la conversación mientras la ignoraba y volvía a mirar los papeles esparcidos sobre su escritorio. Y más adelante, con los estudios y luego con el trabajo casi no tenía tiempo para unas vacaciones decentes, menos para pasar un fin de semana en Las Vegas. Así que no iba a perder tiempo en un hotel.

Y mientras que Roxanne disfrutaba de "la ciudad del pecado", Jackson O'Donnell se encontraba sentado en un bar bastante alejado de su hotel, con sus dos amigos. Ya se había convertido en un hábito que cada vez que iban a Las Vegas, dejaban las maletas en el hotel y se acercaban a ese bar a tomar algo, como un ritual de iniciación del fin de semana. El bar por fuera era un tugurio de mala muerte, una vez dentro mejoraba un poco; y a lo mejor por eso les gustaba, porque no mucha gente entraba y podían tener tranquilidad. O tal vez fuera por las grandes jarras de cerveza que servían con una suculenta ración de alitas picantes.

Jackson intentaba centrarse en la conversación. Pero le estaba resultando complicado. No se podía quitar de la cabeza a cierta rubia y sus palabras o más bien acusaciones. La forma de decirlas, como si él fuese un niñato mimado, que le diesen todo en una bandeja de plata. Y nada andaba más lejos de la verdad. Vale que ahora que es un jugador famoso de uno de los deportes más importantes en el país le abría más fácilmente las puertas. Pero para llegar donde está se lo tuvo que currar. Nada fue regalado en su ascenso a la fama. Todo fue gracias a su sudor y en ocasiones hasta su sangre. Además, ella no podía decir nada contra su trabajo, cuando ella es diseñadora. Seguro que era de esas que diseñaban ropa rara de cojones que solo veías en las pasarelas y nada más. Y eso cualquiera lo hace. Y solo de pensar en cómo ella creía que era le hervía la sangre de rabia.

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que se sobresaltó cuando una palma chocó violentamente contra su nuca.

-¡¿Quieres estar atento y dejar de pensar en esa preciosidad que tienes como vecina?! - le dijo Salazar mientras sacudía la mano con la que le había pegado.

-¡No estaba pensando en ella! - contestó. Por lo menos no estaba pensando en ella como ellos creían.

-¡Y una mierda! - saltó Stoker - Si desde que hablasteis en el avión has estado atontado.

-¿Qué te traes con ella? - dijo el otro.

-¡No seas toca pelotas! No tengo nada con ella, es mi vecina. Además piensa que soy una mierda de persona - dijo antes de empezar a beber un largo trago de cerveza.

-Perfecto, así no hay problema si yo la entro - dijo el pelirrojo con una sonrisa maliciosa.

-O yo.

-Haced lo que os de la ganas- como había dicho , es sólo su vecina, nada más. Sería estúpido si le molestase y más habiendo hablado un par de veces y ninguna había acabado lo que se dice bien.

-¿Creéis que nos le encontraremos hoy? - pregunto Stoker esperanzado.

-Las Vegas es bastante grande como para que le encuentres y más cuando tenemos conferencias, las comidas y cenas - dijo el gemelo.

-¿Y en el avión de vuelta? - volvió a preguntar.

-¡Parece como si te hubieras enamorado! - dijo con desdén O'Donnell.

-La que nos va a dar este fin de semana - suspiró Salazar.

-Bueno - dijo ignorándolos a los dos -, ya me la cruzaré cuando vaya a tu casa o sino ya se dónde vive - rió.

Los dos morenos se miraron con cara afligida. Ahora Douglas no parará hasta que consiga una cita con ella; y ellos sería los que le tendrían que soportar hasta que lo consiguiese. Y por lo poco que había hablado Jackson con ella, lo veía difícil.

Chicago Warriors (Editando)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora