Capítulo 15

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EL sábado llegó al fin después de días rutinarios sin nada fuera de lo común. Carlos seguía intentando encontrar un trabajo que a las dos semanas no le aburriese y así no tener que volver a buscar otro empleo; entre eso y pasar tiempo con Héctor, han pasado poco tiempo juntos. El justo para contarle lo que pasó con Douglas y poco más. Por otra parte sus días se han pasado yendo de casa al trabajo y viceversa. Lo más nuevo son algunos mensajes que se había enviado con el pelirojo, pero no muchos, porque cuando ella podía hablar el estaba ocupado o el revés. Así que después d e despertarse tarde, aprovechando que hoy no abriría la nave, decidió salirse un poco de la rutina e ir a correr por algún parque cercano.

Se embutió en unas mayas y camiseta térmica, un cortavientos negro, comprobó la batería de su móvil para verificar que la tenía completa y cogió una minicartera con dinero suelto, la tarjeta de crédito y el DNI, y las llaves. Decidió no ir al parque en el cual todos corrían, sobre todo porque ella tiene muy claro que no iba a durar mucho y que se tendría que parar cada pocos minutos. Así que se decantó por otro que esta un poco más lejos de su casa pero que suele estar más llenos de padres con los hijos que corredores. No salió de su edificio y empezó a correr, sino que empezó a andar a un paso lento y fue subiendo poco a pocc hasta una carrera leve para ir calentando hasta la entrada del parque. El cual, como ya había pensado, la mayoría eran niños jugando en el parque y los padres vigilando. Así que se ajustó bien los auriculares y empezó a correr por los caminos. Y como era de esperar no llevaba ni tres canciones cuando el aire le empezó a faltar y se tuvo que parar, pone las manos en las rodillas e intentar respirar. Y no fue la única vez que lo hizo. cuando pasó casi una hora, de la cual, consiguió sudar un montón y pasarse más tiempo intentando respirar que en movimiento, se dio por vencida y decidió volver a casa dando una pasea o un ritmo lento. Pero esta vez decidió prescindir de la música y en vez de ir por las calles principales callejear un poco, así no se sentiría mal por haber hecho tan poco ejercicio.

Por suerte su cabeza estaba ocupada con la forma de solucionar un diseño que estaba en proceso, un diseño que se le venía a la mente pero ala hora de dibujarlo no era capaz de dar con él. Y estaba frustrada. Y sí recorrió las primeras tres manzanas, hasta que unos ruidos la detuvieron. Eran como maullidos pero se escuchaban raros. Así que intentó escuchar mejor y consiguió distinguir un poco mejor. Se fue acercando a un callejón de donde ella creía que prevenía el ruido. Y sí, escuchaba al gato, pero no conseguía verlo. Hasta que se dio cuenta de que precedía de dentro de un contenedor metálico de basura. Se acercó deprisa a ver dentro y solo encontró mucha basura y una caja, de la cual al momento se oyeron ruidos. Abrió algo insegura la caja, con cuidado, pensando que a lo mejor su mente la estaba pasando factura de tanto pensar en que se va a quedar solterona y rodeada de decenas de gatos. Pero no era así, en el centro de la caja había un gato tan sucio que no se podía distinguir su color y muy delgado. Y en una esquina, otro igual, pero en este caso con pero pinta ya que estaba demasiado quieto. Sin pensárselo dos veces, sacó con cuidado la caja del contenedor y la dejó en el suelo. Sacó el móvil para llamar a un taxi, el cual muy pacientemente esperó a que ella averiguara en nombre de la calle para poder pasar a buscarla. EL taxista resultó se runa mujer entrada en años, que no tuvo problemas en acercarla a un veterinario que Roxanne sabía que estaba cerca de su casa. Y por suerte el dinero que Rox llevaba en la cartera fue suficiente para pagar al viaje.

Al llegar al veterinario sólo estaba el recepcionista que se apresuró a ayudarla con la puerta. Y al ver a los dos pobres gatos se dio prisa en mandarla a una de las salas de consultas. Allí, dejó la caja sobr ela camilla por miedo a sacar a los gatos por si tenían alguna herid o algo por el estilo, lo cual hiciese más daño. La veterinario, se ocupó primero del gato que estaba casi invóvil, el cual después de un examen completo mandó que s equedara unos días allí, para reponer todo el líquido que le faltaba y tenerle bajo observación por si sufría algo más grave. E'que estaba despierto tuvo más suerte, o eso dijo la médica. Sólo necesitaba comer bien y por supuesto un baño, el cual se le dieron allí mientras Rox, y la veterinaria hablaban.

-¿Entonces estaban en un cubo de basura?

-Así es, y la verdad es que no sé como escuché sus maullidos - contestó Roxanne.

-Pues han tenido suerte, un día más y uno de ellos no hubiese sobrevivido - dijo seriamente.- Ahora llega una decisión importante, ¿qué piensas hacer con ellos?

-Quedármelos - dijo al instante. No había nada que pensar.

-¿Segura? - dijo la mujer- Porque muchas personas dicen eso y luego mira, les abandonan.

-Segurísima, siempre he querido tener gatos - dijo sinceramente -, además no suelo viajar y si lo hago tengo un amigo que se puede encargar de ellos.

-Si te parece, mientras terminan de limpiar a uno vamos haciendo el papeleo d elos gatos y su cartilla médica - dijo sonriendo ampliamente.

-Perfecto - correspondió Roxanne.

-Vamos ha hacer primero del que está malo, así ya tiene la ficha médica - dijo sacando unos papeles de una carpeta junto a dos libretas - ¿Que nombre te gustaría poner? Recuerda que es macho.

-Mhhh - dijo cayendo en la cuenta que no había pensado en ello. LA primer idea fue llamarlos como algún vino, pero después cayó en la cuenta que sería horroroso. Después pensó en nombrarle como algún personaje que la encantaba, pero se sentiría rara gritando Darcy por la casa o algún otro. Al final, recordó como le encantaba la cultura antigua egipcia cuando era una niña y lo tuvo claro. - Anubis - dijo recordando a su divinidad preferida. El papeleo de Anubis no tardó mucho tiempo en completarse y la veterinaria la dijo que en unas semanas la llegaría el papel oficial de adopción, pero que se lo podría llevar a casa una vez que le dieran el alta.

-Aquí tenéis al pequeñajo - dijo una enfermera sosteniendo a un gato gris claro, de pelo corto pero esponjosos y unos ojos grises y con el borde algo anaranjado y poniéndoselo a Roxanne el los brazos. Que no puedo evitar cogerlo y abrazarlo con cariño. Y es que le acababa de robar el corazón.-Vaya, has encontrado unos gatos British shorthair preciosos .

-Ya lo creo - corroboró la veterinaria - ¿Y a esta gatita como lo vas a llamar?

-Nefertiti - dijo dándola otro achuchón, al cual la gata maulló e intentó escalarla por el hombro -, va a se la reina d l a casa - dijo alegre

Hicieron el papeleo mientras Roxanne daba mimos a la gata. Al terminar la rubia tuvo que comprar todo lo necesario para los gatos y algún que otro juguete. También compró una especie de pasta con nutrientes que tendría que dar una vez al día a Nefertiti y luego a Anubis cuando llegase en unos días a casa. Así que metiendo a la gata en su nueva cesta de viaje y cogiendo lo básico para esa mañana hasta que la enviasen el resto a casa, se dispuso en volver a su edificio. De camino a casa, la mayoría de personas miraban intrigadas la cesta pera poder ver al gato que no se mantenía quieto. Tardó un poco más de lo normal porque intentaba no agitar mucho al gato. 

Al pararse enfrente de la puerta de su edificio tenía pensado dejar las bolsas en el suelo para poder sacar las llaves, pero no hizo falta, un cuerpo duro se juntó demasiado a su espalda y vio como una mano se adelantaba para encajar una llave en la cerradura. Pero no se apartó, porque el olor que la envolvió nada más sentirlo a su espalda hizo que le reconociera al instante.


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Hola, ya sé que a lo mejor este capítulo es aburre un poco, pero era necesario para la aparición de Anubis y Nefertiti.


Chicago Warriors (Editando)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora