8: 16 de octubre

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Querido diario, no quiero despertar.

Me da miedo abrir los ojos mañana y ver las cosas de un modo diferente, porque ahora, en este mismo instante, todo es tan perfecto que me asusta. Me siento tan feliz que mamá ha empezado a sospechar que me pasa algo. El otro día, mientras cenábamos, bajó el volumen del televisor y me miró muy seria antes de preguntarme si había conocido a algún chico. Intenté aparentar indiferencia, me llevé un trozo de pescado a la boca y le aseguré que no. Pero, ¿cómo figurar despreocupación cuando se trata de Ja-Cheol, de su intensa mirada, de sus labios suaves...? Sé que mamá no me creyó; me conoce demasiado bien, pero todavía no estoy preparado para hablarle de él o presentárselo. Si lo pienso fríamente, ni siquiera hace un mes que lo conozco y lo que siento por Ja- Cheol está muy lejos de seguir una lógica temporal, eso seguro.

Después de nuestra cita en el puerto, ha seguido llamándome a diario y ha venido a Bannim los dos últimos fines de semana. Cada vez que nos vemos, consumimos los minutos entre besos y confesiones, literalmente; jugamos a contar algo de nosotros mismos por cada beso que nos damos, así que, en resumen, Ja-Cheol ya sabe toda mi vida. Y no dejo de pensar en que él es, exactamente, lo que siempre he deseado; cada detalle, cada gesto, todo. Todavía no lo tengo y ya temo perderlo.

Hoseok.

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