Querido diario,A veces lo miro y me parece casi imposible que ni siquiera haya pasado un año desde que lo conozco. Tengo la sensación de que llevamos juntos un montón de tiempo, de que siempre ha estado ahí, escuchándome, apoyándome. Necesitaba un fin de semana a su lado como este, sin problemas ni discusiones tontas, tan solo cocinando, viendo películas, riéndonos y haciendo el amor. Anoche, la última vez que lo hicimos, fue perfecto, conectamos, hubo un momento en el que nos miramos y todo lo demás quedó lejos, fuera. Solo estaba Ja-Cheol.
Un rato después, con el codo apoyado en el colchón, me recreé observándolo, recorriendo la línea de su mandíbula con la punta del dedo índice mientras él respiraba hondo con los ojos cerrados y se dejaba acariciar. Me incliné, lleno de felicidad, y le besé en la nariz, en el pómulo, en los párpados cerrados. Terminé tumbándome sobre él entre risas y Ja-Cheol se dejó mimar y me rodeó con sus brazos.
Nos miramos. Había amor en sus ojos.
«Estamos bien», dijo.
«Estamos bien», repetí sonriendo.
Hoseok.