Capítulo 33: Por Encontrarte

131 20 6
                                    

Golpeo la puerta de Namjoon con los puños. El frío sopla fuera y, cuando abre, parece que intenta deducir por mi expresión qué me ocurre. Pero dudo que sea capaz, porque ni yo mismo sé lo que siento. Soy un montón andante de emociones enredadas y la única idea clara que tengo en la cabeza es que necesito ver a Seokjin y decirle que siento haberlo presionado de esa manera y haberme comportado como un histérico. No quería hacerle daño. No quería tocar la tecla que he tocado.

—¿Qué te pasa, muchacho?

—¿Puedes acercarme al pueblo? Por favor.

—¿Ahora? ¿No estabas con Seokjin?

—¡Se ha ido! Y necesito ir con él.

Muevo las manos con nerviosismo. Sé que debo de tener los ojos todavía acuosos y un aspecto terrible, porque Namjoon parece preocupado de verdad.

—Espera, espera. Tranquilo. Cuéntame qué ha ocurrido.

—Es... —Niego con la cabeza—. No creo que deba decírtelo. Lo he presionado hasta que ha acabado gritándome lo que le pasaba. Ha sido culpa mía. Pensaba que me estaba engañando, me puse nervioso...

Namjoon me mira en silencio.

—¿Te ha hablado de Hoseok?

Respiro, agitado. Sí, ese es el nombre que ha dicho. El chico. Siento que el aire me llega a los pulmones, pero no alivia la sensación de ansiedad que me sacude. Namjoon me coge del brazo instándome a entrar en su casa.

—¡No! —exclamo desesperado—. Por favor, tengo que ir. O déjame las llaves de la camioneta. Hace tiempo que no conduzco, pero puedo... puedo hacerlo —insisto.

—Jungkook, entra. Luego te llevaré, más tarde. Lo mejor es darle un poco de tiempo, lo entiendes, ¿verdad? Es complicado. —Namjoon me guía dentro y cierra la puerta—. Te prepararé algo caliente.

—¿Por qué no me dejas ir con él? Lo único que quiero es que alguien me explique algo. Tú lo sabías, ¿verdad? —Lo miro dolido—. Pensaba que te importaba, que confiabas en mí. Yo me he abierto a ustedes. ¿Los demás también están al tanto de que Seokjin es así porque perdió a alguien...? Jimin, Taehyung...

Namjoon asiente y se frota la barbilla con la palma de la mano. Parece incómodo. No me puedo creer que nadie se haya tomado la molestia de decirme: «Eh, ten paciencia con Seokjin, lo ha pasado mal». Porque entiendo que él no quiera hablar del tema, que le duela, pero los demás podrían haberme advertido. Me pasé más de un mes pensando que era un imbécil amargado que hablaba con monosílabos.

—Yo quería contártelo —murmulla Namjoon.

—Pues habría sido de gran ayuda —replico.

Namjoon se sienta en su sillón, con aire derrotado, y yo termino acomodándome en el sofá que hay al lado porque tampoco tengo cómo ir al pueblo si se niega a echarme una mano. Nos quedamos así, quietos y en silencio, frente al crepitar de las cálidas llamas de la chimenea.

Cuando su voz ronca vuelve a alzarse en la estancia, llevamos al menos veinte minutos callados.

—Tuvieron un accidente. —Toma aire, su pecho sube y baja con suavidad antes de decir nada más—. Un oso apareció en medio de la carretera, justo al girar una curva, y él frenó e intentó desviarse hacia el otro carril, pero había hielo en la calzada y terminaron cayendo por el barranco. Chocaron contra un árbol. Una de las ramas le atravesó el brazo al chico. Hacía mucho frío, no paraba de nevar y se acercaba una tormenta. Él se rompió la pierna, tres costillas y no dejaba de sangrar por culpa de la herida del brazo, pero, no sé cómo, consiguió quitarle el cinturón a Hoseok y subirlo a su regazo y abrazarlo para calentarlo y mantenerlo vivo. —Namjoon tiene la mirada perdida en la chimenea. Alza una mano trémula y se la lleva a los labios—. Creo que en el fondo... lo sabía, pero se negó a aceptarlo... —Le tiembla la voz—. Que Hoseok estaba muerto. Desde el principio. No sufrió. Falleció en el acto. Aun así, él lo sostuvo entre sus brazos hasta que los servicios de emergencias consiguieron encontrar el coche casi veinticuatro horas más tarde; tuvieron que arrancárselo de las manos, literalmente, y hacerle entender que ya no estaba vivo. Él había perdido mucha sangre y sufría una hipotermia grave; de no ser porque se mantuvo despierto para darle calor a Hoseok probablemente no lo habría contado.

PYEONGCHANGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora