Capítulo 9

50 10 1
                                    

Lamento no haber actualizado de manera regular, pero ahora sí, los capítulos vuelven a la normalidad.

- - -

—Las mujeres del clan Zhivot no los van a recibir, lo lamento mucho majestades— una mujer de cabellos tan blancos como la misma nieve torció el gesto a modo de disculpa seguido de una reverencia— Nosotras nos guiamos por el amor y la paz, como comprenderán, el hecho de conquistar nuestro territorio de manera tan violenta no es una ideología que comprendamos.

—Mi señora, es importante que podamos conversar un poco con ellas. Quizá la manera en que logramos llegar a ustedes no fue la correcta, pero necesito su ayuda con urgencia— Charles colocó una rodilla en el suelo, alineando su rostro en dirección a la mujer que con el miedo tatuado en sus facciones corrió a ayudarle a ponerse de pie.

—No haga eso majestad— imploró pero Charles no cedió ni un poco—Bien, extienda su mano y piense en la persona que quiere salvar. Hablaré bien de usted con las Zhivot para que reconsideren su decisión.

El único motivo por el que aquella anciana del clan Zhivot estaba ayudando a Charles, era por los rumores que se extendían alrededor del reino Dashuria sobre lo caritativo y humanitario que era su majestad. Todos sabían que en ningún rincón de la tierra existía un ser humano con dones tan angelicales como los tenía aquel rey que parecía más un ser celestial que alguien nacido en la tierra.

—Es importante que su majestad Erik salga de aquí, porque temo informar que el clan no ve con buenos ojos al reino Kusintha— habló por fin la anciana antes de hacer otra reverencia y perderse por aquellos pasillos iluminados por una pequeña antorcha.

—Esa mujer no tiene derecho a decirme que me vaya.

—Erik, por favor— Charles se puso de pie, tomando discretamente entre la oscuridad la mano del rey— Tengo que llevar a una de estas mujeres hasta mi reino, le prometí a la reina Moira y a mi hijo, el príncipe David que no regresaría sin alguien que pudiera sanarle.

Erik no pudo ocultar la molestia que sentía crecer en su interior cada vez que Charles hablaba de su esposa. La sensación era peor que cuando ninguno había hablado de sus sentimientos. Pero mencionar su irritabilidad en ese sitio después de lo que había pasado entre ellos no era justo para el rey de Dashuria.

—Bien, esperaré por ti afuera. Si ocurre algo usa el espejo. No dudaré en venir.

—Muchas gracias, Erik.

El rey de Kusintha asegurándose de que nadie les observara, se atrevió a juntar sus rostros, dejando que ambos labios se rozaran en un acto de travesura.

—Te espero afuera.

Erik observó como el último rastro de sol se perdía entre las verdes colinas que protegían aquella zona tan apartada del pueblo principal que aún tenía pequeños grupos de rebeldes que se oponían a servir a un nuevo rey.

—No sé quién es usted, pero debe alejarse, este es un templo sagrado.

Una joven de cabellos tan rojos como el fuego mismo estaba agazapada cerca de los jardines que rodeaban la propiedad de las Zhivot, observando con ojos curiosos y temerosos al intruso.

—¿Quién eres?

—No me permiten hablar con extraños, menos si son hombres.

Erik sonrió, aquella niña seguramente ya sería alguien a punto de pasar los catorce años, pero su rostro infantil, daba la impresión de que tendría solamente un par de años más que su hija. Ante el recuerdo de su primogénita, decidió mostrar facciones más amables.

La sombra del corazón | CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora