¡Feliz año nuevo!
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—¡Majestad! Las tropas ya están listas ¿Doy la orden de que se desplieguen?
Erik negó sin despegar la vista de sus manos—Solo manda a defender el pueblo fronterizo sur, Charles va a mandar ayuda, seguramente con sus hombres y los míos, la familia Mässajad va a retroceder.
Azazel asintió, antes de seguir hablando en voz baja—Majestad, la reina Magda solicita una audiencia con usted.
Erik dudó unos segundos antes de hacer que su rostro habitual sustituyera a la preocupación —Dile que iré a verla enseguida.
Su consejero aún dudoso asintió para retirarse de la biblioteca.
Erik con el corazón latiendo más rápido de lo normal, se encaminó hasta los aposentos de su esposa, dónde seis guardias se encontraban amotinados en la entrada. El rey entró sin decir una palabra.
—¿Dónde está mi hija?
—¿Qué es lo que en verdad quieres? Llevas aquí dos días, sé que puedes esperar más, Magda.
—Quiero ver a mi hermano y a mi hija. No me puedes apartar de mi familia ¡Soy la reina! ¡Tengo derechos!
—¡Reina consorte! Que no se te olvide que yo soy el rey, el heredero legítimo de este lugar— Erik trataba de mantener su paciencia, pero la actitud de Magda no ayudaba— Y si te atreves a desafiarme, vas a pagarlo muy caro.
Magda contuvo el escalofrío de ira que recorrió su cuerpo y en cambio, sonrió con aires de suficiencia, después de todo, fingir ya no era obligatorio.
—Si para mañana antes de que caiga la luna no estoy fuera de estás paredes, créeme que vas a desear morir.
Erik le regresó el gesto—No te preocupes querida, para mañana estarás en un lugar muy diferente. Mientras tanto, disfruta tu estancia aquí, la vas a extrañar.
El rey se apresuró a llegar a sus aposentos y con ayuda de un nuevo espejo proporcionado por Azazel hizo llegar un mensaje a Charles, pidiendo anunciar el compromiso de sus pequeños. La respuesta, para su sorpresa, llegó al cabo de unos minutos más, dónde le informaba que ellos habían salido del reino Dashuria esa misma mañana, dejando al prisionero Kin en manos de algunos de sus hombres de élite.
Con aquella noticia, la preocupación aumentó en Erik, pero para tranquilizarse, decidió ordenar que se diera el anuncio a todos los rincones de Kusintha, de la cena de compromiso entre su primogénita y el príncipe David, además de extender la invitación a todos los pobladores, sin importar su clase social, podían asistir al evento.
—¿Con tan poca anticipación cree que vengan?— Azazel había leído el anuncio tan solo unos segundos antes de que se enviara a toda Kusintha.
—No lo sé, pero espero que con esto la gente desvíe la atención de una posible rebelión. Diles a los sirvientes que preparen las habitaciones y las ropas apropiadas para mi hija y los demás invitados.
—Como ordene, majestad.
—La habitación del rey Charles debe estar al lado de la mía, así mismo la del príncipe estará ubicada junto a la de la princesa.
Azazel guardó silencio, si bien no sabía con claridad lo que ocurría entre ambos reyes, podía hacerse una idea de la verdadera naturaleza de su relación. Y no era porque su imaginación estuviera fuera de control, sino, porque había visto al monarca en una situación bastante comprometedora con el rey Charles hacía unos meses atrás, cuando aún estaban en los límites con el reino Vaara.
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La sombra del corazón | Cherik
Hayran KurguPara Erik amar nunca había sido un problema, no hasta que conoció a Charles, un ángel echo persona, un hombre dispuesto a morir por sus convicciones, un ser humano dispuesto a amar y perdonar, un rey que era prohibido. Todo lo que alguna vez el mona...