Capítulo 11

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Cuando Erik llegó a su reino, no sé sorprendió al encontrar a la mayoría de sus guardias custodiando a Kin, mientras que el resto trataba de mantener alejada a la reina Magda de la atención principal, aunque estaba claro que eso no daba los resultados esperados.

—¡Diles que se detengan! ¡Es mi hermano!— Magda estaba intentando zafarse del agarre de los guardias, mientras su hija se aferraba a su vestido conteniendo las lágrimas—¡Erik, haz algo!

Azazel al verle le hizo una reverencia antes de entregarle al rey una carta con el sello de la familia Mässajad.

—Hemos encontrado esto entre los papeles de uno de nuestros consejeros, y hemos visto con horror como el señor Kin, hermano de nuestra reina, aceptaba los infames tratados para organizar una rebelión, a cambio de una posición importante en nuestro consejo y cantidades de oro blasfemas.

—¡Esto es una trampa! ¡Mi hermano no ha hecho nada!

Erik ya se esperaba una reacción violenta por parte de su esposa, así que los gritos y reclamos no le impresionaban.

—Arresten a todos los involucrados en esta traición. Hablaré con ellos y determinaremos cual debe ser su castigo— le dió un rápido vistazo a la carta antes de acercarse hasta su hija y tomarla en brazos— Por ahora, lleven a la reina Magda a sus aposentos y no la dejen salir, debemos saber el grado de implicación que tiene mi esposa en todo esto.

Las bellas facciones de Magda se deformaron hasta formar una mueca de odio y rencor que causaría escalofríos en cualquiera que la viera.

—¿Papá?

—No, ahora no es momento de preguntar— Erik caminaba a pasos apresurados por el interior del castillo, necesitaba estar en un lugar seguro al lado de su hija— Solo debes de prometerme que pase lo que pase, no vas a hacerle caso a tu madre.

La niña de preciosos ojos color caoba le miró con confusión, pero después de unos cuantos segundos en silencio, terminó por asentir.

—¿Voy a quedarme aquí?

—No, Azazel va a llevarte hasta un lugar seguro, regresarás cuando todo esto se calme—Erik sabía que debía de hablar con su pequeña del compromiso que había acordado con Charles antes de alejarla de su lado— Tengo que decirte algo, pero quiero saber tu opinión ¿Vas a ser sincera?

—Si, papá.

—¿Quieres casarte con el príncipe David, hijo del rey Charles, monarca de Dashuria?

Las mejillas de la princesa se encendieron y ella en un intento por esconder su rubor, dejó que sus cabellos cayeran en su rostro.

—Si, su majestad.

Erik sabía que su respuesta podría llegar a cambiar en algunos años, pero en esos momentos no importaba el futuro.

—Bien, ahora debes ir con Azazel, él te llevará a un lugar seguro.

—No quiero dejarlos.

—Es necesario, solo será poco tiempo lo prometo— Erik se volvió a colocar a la altura de la niña—Mira, este collar en forma de flor de loto me lo dió tu abuela días antes de que ascendiera al trono, decía que me daría buena suerte en todo mi reinado. Y ahora, yo te lo doy a ti, porque va a protegerte— aseguró colocando el regalo en el cuello de Nina—Si algún día llegas a necesitarme o tienes miedo, solo tocalo y yo iré por ti, sin importar que tan lejos estemos.

—El papá de David también tiene un collar.

—Si, su collar es una flor de cerezo y su padre se lo dió de regalo antes de morir. Ese obsequio también es especial porque lo usó su madre durante todo el tiempo que vivió entre nosotros—Erik no se dió cuenta cuando su voz flaqueó.

La sombra del corazón | CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora