Capítulo 2

106 23 9
                                    

La tensión entre Charles y Erik no había disminuido ni siquiera con las victorias hechas durante los últimos dos meses y algunos de los soldados comenzaban a evitar pasar tiempo cuando ambos estaban presentes, pues no querían ser testigos de las miradas o comentarios hirientes que terminaban por lograr que los dos reyes se fueran furiosos hasta sus carpas.

Y si Charles debía de ser sincero, no creía soportar más aquella creciente incomodidad. En sus momentos de soledad, extrañaba la compañía que le brindaba el rey, y si bien a veces la conversación tomaba rumbos extraños, no dejaba de pensar en él. Pero admitirlo en voz alta, no le complacía.

Estar en aquel dilema de mente y corazón, le recordaba a su pasado, donde Erik y él eran dos almas inseparables, tanto, que su rechazo y alejamiento repentino, le llevó a sufrir una profunda tristeza que solo su madre parecía entender.

Quizá era por ello que se mostraba tan renuente a estar otra vez a solas con el rey, quizá quería evitar más dolores y penas.

—Señor, su majestad el rey Erik solicita su presencia. Dice que es urgente que conversen y espera que usted esté en la mejor disposición para poder hablar— Raven, su consejera de guerra entró haciendo una reverencia— ¿Quiere que decline la oferta?

El corazón de Charles latió fuertemente.

—No, está bien, dile que estaré en su carpa enseguida— la mujer le observó con curiosidad durante unos segundos antes de salir sin hacer ningún ruido.

Charles, una vez solo, respiró profundo antes de salir al exterior. Estaba nervioso por aquel encuentro, pero rechazarlo, solo haría empeorar la situación y francamente quería que todo se arreglara dentro del campamento y no cuando la guerra contra los bárbaros hubiera terminado.

Ante el pensamiento de seguir enojados, el rey contuvo un escalofrío. Imaginar entrar en guerra con el reino de Erik era algo que ni siquiera se atrevía a ver como una posibilidad.

Toda idea de una guerra se esfumó cuando sintió sus piernas temblar. En seguida notó que estaba en la entrada de la carpa de Erik. Charles, por unos instantes pensó en irse, pero él jamás había sido un cobarde y no iba a empezar a serlo.

—No creí que iba a llegar tan rápido, majestad— El tono de Erik dejaba notar un rastro de molestia— ¿No está enojado por qué lo hice salir de su agradable carpa?

Charles, lejos de estar ofendido por tales palabras, sintió que a sus hombros se les retiraba el peso extra. Que el otro rey le estuviera hablando significaba que ya no estaba tan alterado.

—Erik, en verdad que no estoy molesto por aquella pelea y juro que no estaba tratando de hacerte enojar la otra noche—Charles sentía el sudor frío recorrer sus palmas— Solo quería que controlaras tus impulsos, es importante que demuestres ser un buen líder y tener esos ataques de ira, les dice indirectamente a nuestros soldados que no puedes guiarlos correctamente.

El rey de Kusintha se acercó lentamente hasta Charles, dejando que sus ojos se encontraran. Si observaba con atención, el monarca de Dashuria podía notar un brillo extraño en los orbes de Erik.

—¿Y con tu actitud crees que consigues más?

—Mis soldados jamás harían algo como lo que Sebastián te hizo. Ellos si saben respetar.

Erik frunció el ceño.

—Si fueras un poco más firme, no tendría porque haberte defendido.

—Nadie te pidió que intervinieras.

—¿Sabes qué hubiera pasado si permitìa semejante muestra de altanería?— Erik siempre había sido de los hombres que controlaba sus impulsos y pensamientos, no cometía errores, sus padres le entrenaron toda la vida para eso. Ni siquiera los primeros años de amistad con Charles perdía los estribos como ahora le sucedía siempre que estaba a su lado.

La sombra del corazón | CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora