Ser inmortal jamás se había sentido como un privilegio y menos cuando se tenía que ser testigo de la muerte de todos quienes querías y Jean sabía muy bien que Erik no soportaría otra pérdida más: primero Charles el gran amor de su vida, después Raven, uno de los recuerdos vivientes que tenía de su amado y ahora Azazel, su amigo, consejero y protector de toda la vida.
—Después seguirán sus hijos y luego nosotros. No podemos dejar solo a Erik, maestro— Jean se había encariñado con el hombre que poco a poco se hacía más irritable, pero que al final, la acogió como a otra de sus hijas, al igual que lo hizo con David— Va a volverse loco.
—Lo he pensado desde hace tiempo. Vi en Eirk la tristeza cuando Raven murió y el muro que logró construir contra el dolor, se derrumbó con la muerte de Azazel.
—¿Cree que tenemos que alejarlo de su familia? Para evitarle el dolor de perderlos.
—Los Caballeros Templarios lo intentaron cuando Charles murió y no dió resultado. Así que mejor dejaremos que este cerca hasta que sus nietos dejen de estar vivos, ellos son los últimos que conocen el secreto de la existencia de Erik.
—Nosotros vivimos más que un ser humano normal, pero ni siquiera sabemos si eso va a alcanzar para encontrar a Alya.
—Creí que encontrarla sería más fácil, pero supongo que sí queremos darle libertad al alma de Erik, tendremos que hacer lo mismo que ella— Jean empezó a negar— Sé cómo suena eso, pero piensa que es por el bien de Erik. No te equivocas al creer que él puede hacer cosas terribles si se queda solo.
—No quiero ser igual que ellas.
—Vamos a hacer un trato ¿Te parece bien?
—Si— la voz de Jean no sonaba muy segura, pero aún así se atrevió a mirar a Kurt a los ojos.
—He dejado a Atari como mi heredero. Es un buen hombre, lo noté al instante, será una sorpresa para él ya que no hablamos demasiado, pero llevará por el buen camino al reino. Mi poder de ver el futuro no es bueno, pero aquí no se equivoca, estoy seguro.
—No voy a tomar tu vida.
—No tienes porque hacerlo ahora. Esperaremos a que sus hijos fallezcan, y una vez que él vea en el poder a sus nietos, entonces te daré mi vida, para que los años que me sobran sean dados a ti.
—¿Y después? ¿Qué voy a hacer si eso no alcanza?
—Tomarás la vida de algún humano que consideres no es merecedor de seguir existiendo.
—Yo no puedo decir quién vive o muere, esa decisión solo le pertenece a Dios.
—Sé que Dios sabrá entender porque una de sus hijas quiere más tiempo en esta tierra.
—No quiero perderte a ti también.
—Si aceptas mi vida, entonces yo prometo regresar, prometo reencarnar en algún humano para volverlos a encontrar, puedo intentar ubicar al alma de Charles para que él también regrese. Sé que Erik estará feliz con eso.
Las lágrimas empezaron a salir de los ojos de Jean, quien no dudó en abrazar a Kurt.
—Prometo que todos vamos a estar juntos de nuevo.
—Muchos han hecho promesas que no pueden cumplir. Erik, inclusive David han dicho cosas que al final, no han podido hacer.
—Lo sé, pero yo no soy un humano cualquiera, yo soy Kurt Vaara y juro por todo lo sagrado que voy a regresar, todos lo haremos.
—¿Cuánto tiempo tendremos que esperar?
—La espera se hace corta cuando la recompensa es buena. Piensa en esto como la lección que jamás pude enseñarte: la paciencia.
—Voy a extrañarte.
—Te aseguró que todo valdrá la pena. El sacrificio de hoy, será la recompensa de mañana— Kurt le limpió las lágrimas con sus pulgares— Ahora busca a Erik, no quiero que vaya a ningún lado sin ti, porque de ahora en adelante, ambos tendrán que aprender a cuidar uno del otro. Solo se tendrán a ustedes para sobrevivir y esperar.
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La sombra del corazón | Cherik
Hayran KurguPara Erik amar nunca había sido un problema, no hasta que conoció a Charles, un ángel echo persona, un hombre dispuesto a morir por sus convicciones, un ser humano dispuesto a amar y perdonar, un rey que era prohibido. Todo lo que alguna vez el mona...