Capítulo 12

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¡Feliz Navidad!

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Charles llegó a su reino en el amparo de la noche, lo que le permitió a Kurt poder ingresar sin estar bajo la atenta mirada de gente curiosa.

—¿Dónde está tu esposa?

—En sus aposentos— con mucha precaución subieron las escaleras, hasta toparse con los guardias que custodiaban la puerta—¿Cómo ha estado la reina?

—Estable con los remedios que le dieron, pero no saben si su cuerpo va a soportar más, majestad— uno de los guardias hizo una reverencia— Lamento ser portador de malas noticias.

—Quiero que todo esté lugar quede sin ningún guardia. No deben regresar hasta mañana antes de que el primer rayo de sol aparezca en el horizonte— los guardias estaban confundidos ante la repentina decisión, pero no seguir órdenes tampoco era una opción, así que en silencio se retiraron.

Una vez quedaron solos, Kurt y Charles entraron en la habitación, dónde pudieron observar como la mujer dormía tranquilamente al lado del pequeño David que se aferraba con fuerza al brazo de su madre.

Por unos instantes la culpa se apoderó del monarca, el recuerdo de cómo se sintió entre los brazos de Erik le hacían querer desviar la mirada y huir por la vergüenza que sentía, pero la decisión que había tomado su corazón no se podía deshacer en unos cuantos segundos solo por ver esa escena que bien podría haber ablandado a su alma hacía unos años atrás, antes de enterarse de la traición de su esposa.

Si en esos momentos se atrevía a ser sincero, cuando supo del amorío de su reina, llegó a pensar que David no era su hijo, pero aunque aún tenía dudas, decidió por el bien de todos, ignorar aquellas inseguridades

—David, ven— Charles suavemente movió a su hijo hasta que este poco a poco comenzó a abrir los ojos—Debes ir a tus aposentos, mamá tiene que quedarse sola.

El pequeño observó a ambos hombres, negándose de inmediato a dejar a su madre.

—Eres un buen hombre y estoy seguro que algún día gobernarás entre paz y gloria, pero ahora es importante que obedezcas a tu padre—Kurt se quitó su capucha—Prometo que después de esto, tu madre sanará.

David aún parecía dudoso, pero al ver que su padre también salía de la habitación, decidió seguirlo en silencio hasta el pasillo donde el rey Charles se dejó caer.

—Hijo, necesito decirte algo importante y quiero que seas sincero conmigo ¿Si?— su primogénito se acercó a él dejando que su padre le rodeara el hombro con un brazo—Cuando buscaba ayuda para tu madre, me encontré con el monarca Erik y después de una larga conversación, prometimos escuchar la opinión de nuestros hijos respecto al matrimonio.

—¿Quieres que me case con la princesa Nina?

—Solo si así lo deseas.

David se removió inquieto, dudoso de lo que tendría que decir.

—No es necesario que respondas ahora— tranquilizó Charles—Solo debo de decirte que la princesa vendrá al reino una temporada, al igual que un prisionero importante, así que la seguridad va a aumentar y los permisos de salir van a disminuir.

El primogénito de Charles no parecía sorprendido ante tal declaración—Atari me lo dijo anoche.

—¿Cómo supo él esa información?

—Desde que te fuiste a la guerra para conquistar las tierras de Vaara, Atari ha estado trabajando con la guardia real y cuando Raven regresó, se transformó en su pupilo y sin querer escuchó la conversación que tenía con su majestad Erik—admitió— pero seguimos sin saber cómo fue que pudieron hablar cuando estaban tan lejos.

La sombra del corazón | CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora