Capítulo 1

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Ganar una batalla, no era sinónimo de ser el vencedor en la guerra, así que pese a la retirada de lo que ellos llamaban bárbaros, nadie de las tropas del rey Charles o el monarca Erik se relajó, ningún soldado se permitió alguna distracción en cuanto la luna se dejó ver en todo su esplendor.

Pero aquel pensamiento de mantenerse concentrado en la guerra, después de un mes de estar alejados de su hogar, desapareció. Y si bien, el descontrol no era tan desbordado como ambos reyes creyeron que sería, sabían que esa nueva actitud solo podría, tarde o temprano, llevarles a perder.

—No, no podemos traerles a las mujeres solo para su diversión. Ellas son prisioneras de guerra, pero no por eso serán tratadas como prostitutas— Charles estaba consciente de que sus palabras podían llegar a ser una declaración de guerra para el rey Erik, pero él tenía a varias mujeres dentro de sus tropas, una mujer era su conseja de guerra y él simplemente no podía permitir que se les humillara de esa forma.

—Lo sé, pero ¿Cómo piensa calmar los ánimos entre ellos? Están alterados, piden regresar a casa.

—Que poco resisten sus hombres, majestad Erik. Creía que ellos eran conscientes de lo que podemos perder si nos rendimos tan rápido.

—Todos saben lo que podemos perder, pero no todos tienen la misma paciencia.

Charles reprimió sus ánimos de proferir insultos.

—Buscaré una rápida solución para calmar a su gente, pero ¿Puede prometer que sus tropas van a comportarse? No quiero que mis soldados salgan heridos por gente que no puede mantenerse en calma durante un mes.

Erik asintió dándole la más encantadora de sus sonrisas al tiempo que su cuerpo se inclinaba por completo en dirección a Charles, su rostro bajó lentamente como si estuviera listo para susurrar un secreto que sólo lo sabrían sus alientos.

—Majestad Charles, se está alterando demasiado ¿No le gustaría ir a dar un paseo conmigo? La luna seguramente va a ayudar a calmar sus ánimos.

Charles pasó saliva de forma sonora, pero pese al nervio que sentía no se apartó.

—Solo haga lo que le corresponde como rey y todo estará bien.

—¿Te da miedo quedarte a solas conmigo?

—No es eso.

—Entonces vamos, por los viejos tiempos ¿Recuerdas? Esos días cuando aún éramos amigos— Erik con disimulo, dejó que su rodilla acariciara la pierna de Charles.

—Tú decidiste apartarte.

—Puedes reclamar bajo la luz de la luna.

—¿Siempre fuiste tan molesto?

—¿Siempre fuiste tan atractivo?

Charles sintió el calor subiendo por sus mejillas y no estaba dispuesto a que Erik lo viera tan vulnerable.

—Deja de decir tonterías, la guerra a ti también te está afectando.

Erik se levantó al mismo tiempo que el otro monarca, tomando su muñeca con la fuerza suficiente para no dejarle ir, pero sin lastimarlo. Charles apretó la mandíbula tratando de zafarse, pero en su intento, ambos terminaron cerca de la entrada de la carpa de aquel campamento.

—Nos podemos caer si sigues intentando zafarte.

—¿Qué es lo que en verdad quieres?

—Por el momento solo quiero una conversación tranquila.

—Bien, solo si prometes que no vas a intentar nada raro— Erik, volvió a inclinar su cuerpo para no dejarle espacio de escape a Charles.

—¿Cómo qué?

La sombra del corazón | CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora