Aquel día en particular, Charles se había sentido demasiado agitado y cansado, pues a primera hora de la mañana, habían por fin levantado el campamento de la campaña militar que les había costado tres meses de su vida. Logrando entrar al corazón de la ciudad por la tarde.
Él y el rey Erik se habían dedicado a dejar gente a cargo para que comenzaran con las remodelaciones necesarias que harían al pueblo ser parte de los reinos de Kusintha y Dashuria.
Charles no iba a negar que varios rebeldes intentaron hacerles frente, resistiéndose a tener por líderes a aquellos reyes, pero los grupos eran pequeños en comparación con las tropas bajo su mando. Así que capturarlos fue sencillo.
Y como si eso no fuera suficiente, la presión de Erik por regresar a sus respectivos reinos, acabó por hacerle irritar ¿No era más fácil quedarse en aquel lugar hasta que el sol saliera? Definitivamente el rey de Kusintha era un hombre bastante raro con el cual, era mejor no discutir.
Después de todo, tendría tiempo de sobra para ir a visitar a las Zhivot.
—Ya puede descansar, mi señor. Se lo ha ganado.
—No debías traerme hasta mis aposentos, podía subir solo— Charles, el rey de piel tan blanca como la misma luna caminaba a pasos lentos, disfrutando de la paz que le ofrecían aquellos pasillos vacíos debido a la hora en que habían llegado al reino.
—Su majestad, acaba de liberar al pueblo de esos bárbaros. Merecía un gran festejo.
—No estaba de humor y es mejor que no gastemos los recursos de esa manera.
El guardia que le acompañaba no pudo evitar sonreír— Todos sabíamos que usted sería un gran monarca. Siempre poniendo a los demás antes que a sus intereses.
—Un rey, debe de ver por su pueblo, es nuestra obligación, por algo Dios nos dió está posición— replicó Charles observando la puerta de fina madera que le separaba de su habitación— Diles que mañana a primera hora deben de preparar el baño, quiero quitarme los olores que deja la guerra.
—¿Quiere que despierte a la reina y al príncipe? Seguramente ambos estarán emocionados por su triunfo.
Ambos desviaron la mirada a la habitación de enfrente. Era algo común que los reyes no durmieran juntos.
—No, deja que descansen, mañana les daré la sorpresa. Ya puedes retirarte, solo dile a los guardias que a primera hora de la mañana deben reanudar sus actividades y venir a cuidar está puerta.
—¿Algo más, majestad?
—Es todo— y sin más se adentró en sus aposentos.
Charles soltó un suspiro de alivio cuando por fin pudo sentarse en la enorme cama de su habitación, decorada con telas y demás artefactos exóticos. Sus orbes se dedicaron a observar todo el lugar, con especial atención en los balcones por los cuales siempre había tenido una extraña fascinación, pues le daban la sensación de ser una mezcla entre la tranquilidad y peligro que le resultaba placentera.
Con lentitud comenzó a quitarse la armadura, suspirando de alivio al sentir como el peso extra en su cuerpo se reducía, pero antes de llegar a quitarse el resto de los accesorios, unos toques en la puerta le hicieron soltar un pequeño grito de frustración.
—La suerte no está de mi lado—musitó antes de componer una sonrisa—¿Si?—fue lo primero que dijo al abrir la puerta de sus aposentos—Raven ¿Qué haces aquí?
—Creí que me ibas a recibir mejor, digo, soy tu consejera de guerra— la mujer ahogó un grito cuando Charles la hizo ingresar de un empujón a la habitación.
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La sombra del corazón | Cherik
FanfictionPara Erik amar nunca había sido un problema, no hasta que conoció a Charles, un ángel echo persona, un hombre dispuesto a morir por sus convicciones, un ser humano dispuesto a amar y perdonar, un rey que era prohibido. Todo lo que alguna vez el mona...