Capítulo 19

40 6 2
                                    

Charles jamás había sentido miedo de la muerte, lo único que le producían esas palabras eran curiosidad, una que nunca se atrevió a expresar en voz alta, porque seguramente sus padres terminarían por asustarse.

Toda la vida creyó que cuando llegara su momento estaría listo para afrontar el final del destino que Dios le había puesto, pero era claro que nada lo había preparado para esto: estar en una celda, sufriendo todo tipo de abusos por parte de los representantes Papales, siendo repudiado y odiado por quienes alguna vez le juraron fidelidad. Eso debía de ser el infierno, así tendría que ser, porque en ningún rincón de su mente cabía la idea de que los humanos pudieran hacer tanto daño solo por el pecado que creían había cometido.

Detestaba estar en la posición que le había llevado a este trágico final, pero odiaba más el hecho de no saber que iba a ocurrir con su familia ¿Cómo crecería su hijo? ¿Le extrañaría u odiaría por la decisión que había tomado? Siempre había tenido claro que nunca podría ver a David convertido en rey, pero tenía la esperanza de que al menos el príncipe formaría una familia antes de que él partiera de este mundo.

Llorar no servía de nada, sus lágrimas no podrían salvarlo del final que le esperaba, pero aún así, cuando escuchó la voz de Erik, tuvo la osadía de pensar que todo podría solucionarse, por unos segundos, la esperanza apareció como un pequeño rayo de sol.

"Enamorarme de ti, era inevitable", quiso responder Charles cuando escuchó de los labios del otro monarca el "Yo también te amo", pero no quería que su voz delatara el miedo que sentía al dejar a todos los que conocía atrás.

Después de todo, eran ellos quienes sufrirían su partida.

En silencio escuchó la historia, imaginando el final que tendrían, aunque por las palabras de Erik, sabía que aquello, como ellos, no terminaría bien.

Dormir era lo único que podría hacer Charles, así que se recostó en el suelo, dejando que su mano cayera flácida sobre su costado. Creía que Erik se iría más rápido si notaba su falta de interés, pero la promesa de terminar la historia cuando toda la desgracia terminara, solo acrecentó su dolor.

—¿Puedo hablar contigo, Akiro?

—Si la pregunta es si podrás salir de aquí algún día, la respuesta es no, no puedo liberarte.

—Entonces ¿Por qué le mentiste así a Erik? Él va a hacer todo lo que tú le pidas.

—Tu ejecución es inevitable, y enviar a Erik lejos...es solo para evitar que te vea morir. Dios sabe que es mejor así.

—Dios estaría avergonzado de ti.

—Lo sé, pero no puedo hacer nada, ya no— Akiro bajó la cabeza— Lo único que realmente puedo ofrecer, es darte la libertad de que escribas una carta, a quien sea que lo quieras hacer. Si no la entrego yo, lo hará alguien de mi gente.

—También te están amenazando.

—No mentí a Erik cuando dije que la iglesia y los Caballeros Templarios tenemos problemas. Es seguro que la primera cabeza que quieran para cortar sus lazos con nosotros, es la mía— Akiro parecía ser una persona amable y Charles apostaba a qué todo sería diferente, si hubiera elegido ser un guerrero de sus tropas— Estamos ganando demasiado poder y ellos detestan la competencia.

Charles apretó los labios antes de asentir para sí.

—¿Puedo escribir ahora las cartas? Quiero que David, Erik y Raven puedan saber de mí.

—¿Tu esposa no merece una carta?

—No lo sé, me duele que liberara a Magda, quizá sin eso, yo no estaría aquí— Charles no soportó más su peso y terminó cayendo en el suelo de su celda—Pero en cierta forma me alivia saber que ella va a hacer todo por cuidar a nuestro hijo.

La sombra del corazón | CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora