» cinco

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No entendía qué le ocurría. Era difícil de poner en palabras porque seguía parada frente al espejo de su habitación en ropa interior con un vestido en sus manos. La última vez que se puso tan nerviosa por una cita fue cuando descubrió que estaba embarazada y debía decirle a Hans.

« Dios, ¿por qué lo pienso tanto? No es que nos vamos a acostar. Es solo una cita entre dos adultas que se quieren conocer y...»

– Mierda Elsa – gruñó cubriendo su rostro con el vestido para gritar.

Quería desahogarse, odiaba lo nerviosa y estúpida que se ponía cuando la médica le hablaba. Odiaba no tener el control de la situación porque toda su confianza se iba a la mierda cuando esa platinada la miraba y sonreía con ese maldito hoyuelo. Anna arrojó el vestido y peinó su cabello hacia atrás, se estaba ahogando en un vaso de agua sin mucha razón. Desde que se despertó no pudo hacer otra cosa que no fuera prepararse para su cita y eso que Heidi intentó ayudarla al pedirle ir al Central Park.

Ahora su hija estaba con Rapunzel en la sala mientras ella daba vueltas. No sabía que usar, dejó de preocuparse por eso cuando comenzó a trabajar de teniente. Sus dedos se deslizaron por su abdomen, se detuvieron al costado de su cintura donde una pequeña cicatriz descansaba y suspiró.

« Tú puedes, es solo una cita... Una primera cita con una mujer... una mujer muy hermosa...»

Sacudió la cabeza solo de pensar en Elsa.

Si, ella podía. Ya había tenido citas, esta no sería la excepción.

Terminó usando un jean negro, camiseta blanca y un blazer azul oscuro. Sencillo y, en caso de una emergencia, sería fácil moverse. Quizás por eso volvió a colocarse sus converse, esos tenis que tanto le gustaban. Dejó que Rapunzel la ayude con un sutil maquillaje luego de verla batallar para aplicarse el labial y finalizó bañada en perfume.

"A Elsa le gusta, tú confía en mí."

Rapunzel era su prima, claramente iba a conocerla mejor y eso le daba cierta ventaja a Anna para sorprenderla de a poco.

– Okay, yo me llevaré a Heidi a casa y tú disfrutarás de tu cita, ¿de acuerdo? No quiero que huyas al momento en que escuches esa radio – Rapunzel la señaló con el dedo –. Porque ya lo hiciste una vez y fue una vergüenza.

– Era un 10-13 y estaba cerca de la zona, no podía ignorarlo – se excusó Anna –, pero esta vez no lo haré.

– ¿Lo prometes?

– Lo prometo.

Rapunzel sonrió, parecía satisfecha con sus palabras.

– ¿Por qué mamá puede ver a Elsa y yo no? – se quejó la menor – ¡También quiero verla!

Anna dejó que su amiga se encargara de explicarle a su hija la razón, recogiendo su bolso y huyendo del departamento. Si se quedaba un poco más, Heidi haría una escena y ella terminaría cancelando para quedarse con ella.

———

« Okey Anna, respira... respira... ¿cómo se respira? »

Anna sacudió la cabeza, intentando despejar su mente.

Estaba frente a la casa de Elsa y aún no sabía qué hacer. Dudaba si debía salir y tocar o simplemente enviarle un mensaje para que saliera, quizás podía salir del auto y enviarle un mensaje para luego abrirle la puerta. Eso sonaba mucho mejor que tocar el claxon en aquella zona de Brooklyn. Revisó su teléfono, estuvo como diez minutos allí sin moverse y ahora la platinada debía pensar que era una persona impuntual.

DAYLIGHT | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora