DAYLIGHT | Elsanna

» doce

ADVERTENCIA: NSFW

Durante los primeros días de junio, Elsa la despertaba con varios besos en el cuello y sentía sus frías manos recorrer su espalda, causándole varios suspiros. Se había tomado el tiempo de conocer más a fondo cada rincón de sus cuerpos, descubrir los lugares que las hacían suspirar y estremecerse. Es decir, nunca pudieron llegar a más que quitarse la parte de arriba y marcar sus cuellos sin pudor, algo terminaba pasando que las obligaba a detenerse. Anna asumió que era obra del destino y ella prefirió no llevarle la contraria, sabía que pronto podría disfrutar el resto del perfecto cuerpo de la médica.

Ahora estaba acurrucada en el sofá de la sala y con la mirada fija en la televisión. Desde que salía con Elsa, no tardó en caer en la tentación de jugar los videojuegos que tenía y ahora se había viciado un poco con Apex Legends. Jugaba en la madrugada, donde nadie podía interrumpirla y ella se entretenía escuchando las quejas y gritos de sus compañeros de equipo, ni siquiera les hablaba porque, primero, todos dormían, y, segundo, eran adolescentes.

Hasta que sintió el peso de Elsa en su regazo, rodeando su cintura y ocultando su rostro en su cuello para dejar algunos besos. Anna había aprendido a leer y reconocer sus gestos, y eso significaba que regresara a la cama. Se mordió el labio mientras seguía disparando y recogiendo suministros.

– Un momento...

– No, regresa a la cama – pidió contra su cuello.

– Lo haré en cuanto termine con- ¡Elsa!

La platino le había quitado el joystick para seguir jugando, acabando rápidamente la partida y volviendo al menú de la consola para observar a Anna que parecía seguir procesando lo que acababa de ver. Su novia había logrado ganar, viendo el "You are the champion" en la pantalla.

– Cama, ahora – ordenó quitándole los auriculares y dejando todo en su lugar –. No lo repetire detective.

Anna seguía sentada allí, viendo los movimientos tan suaves de Elsa. Ni siquiera podía formular alguna oración coherente o moverse, pero veía a su pareja acercarse sin romper el contacto visual. Apoyó sus manos en la cintura de Elsa para atraerla y unir sus labios en un suave beso. Las manos de la platino recorrían su torso hasta quedarse en sus mejillas.

Después de unos segundos, se separaron y se miraron en silencio.

– Kristoff y Heidi están aquí– recordó Anna.

– Lo sé – susurró la médica.

De repente, volvieron a fundirse en un beso, esta vez más apasionado que el anterior. Pronto, las manos de la detective se movían por la tersa piel expuesta de la otra chica, deleitándose con el suave jadeo que escapó cuando optó por darle un suave apretón a su trasero.

Se separaron una vez más, luciendo enrojecidas y jadeantes.

– Realmente deberíamos parar – razonó Anna.

– Si... Deberíamos.

No lo hicieron, se volvieron a besar y disfrutar las caricias que se repartían con deseo. Anna pudo sentir la lengua de Elsa presionando contra sus labios, rogando entrar en su boca, y ella se lo concedió sin tardar mucho. Ahora sus lenguas se rozaban, buscando tener el control sobre la otra y jadeando en respuesta. Anna volvió a darle un apretón en el trasero para escuchar aquel dulce sonido que escapó de los labios de Elsa.